La esperanza de vida en España se sitúa en los 80,3 años para los hombres y los 85,8 en las mujeres, según un informe publicado por el Ministerio de Sanidad. Se trata de unas cifras más elevadas que el año anterior, y especialmente en comparación con la bajada de hasta un año y medio que se experimentó durante la pandemia. No obstante, el avance de la edad media en la que llega la muerte se va estancando lentamente.
La revista Nature Aging ha publicado una investigación sobre esta ralentización realizada por investigadores de la Universidad de Illinois-Chicago, donde incluso se comenta una disminución de la longevidad en los países más desarrollados. “Tenemos que reconocer que hay un límite”, resumía el principal autor del estudio, S. Jay Olshansky. Pero, ¿por qué se ha hecho este estudio y por qué medimos la media de vida?
Nos preocupa y asusta la muerte. Es normal. Intentamos alejarnos de ella lo máximo posible y, en este contexto, aparecen expertos en longevidad que dan consejos sobre cómo cuidarnos para vivir la mayor cantidad de tiempo posible y con la mejor calidad. Uno de ellos es Valter Longo, profesor de Biogerontología y director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California en Los Ángeles, que pone el foco en cómo la alimentación puede contribuir a tener una vida más larga (y mejor).
Los ingredientes de las comidas
Longo, en una entrevista con el medio italiano Ilfattoquotidiano.it, explica que “en primer lugar, hay que prestar atención a los ingredientes: si las proteínas provienen de las legumbres en lugar de la carne y las calorías provienen de verduras y cereales integrales, digamos que también se puede comer más con menos calorías y con muchos más nutrientes”. En este sentido, el experto pone al pan y a nuestras costumbres en el punto de mira.
“En la mesa familiar o en un restaurante pones la cesta de pan sobre la mesa. Entonces estamos expuestos a lo que son básicamente azúcares, almidones, que son muy difíciles de rechazar”, introduce Longo, que señala que “no es fácil evitarlo porque es una costumbre consolidada en Italia, donde hay tal cultura del pan que no servirlo parece de mala educación a los comensales. De hecho, sin embargo, son calorías vacías: es como tomar una cucharada de azúcar antes de empezar a comer”.
Si nos trasladamos a España, pasa la misma cosa. El pan acompaña las comidas y es muy común consumir este alimento antes de la comida principal y junto a ella. No obstante, Longo invita a evitar el pan antes de la comida, ya que con ese gesto “ahorras entre 300 y 400 calorías de azúcar”. Existen alternativas, como las harinas integrales y las mezclas de cereales.
De hecho, a diferencia de los cereales refinados, que han sido despojados de sus nutrientes esenciales, los cereales integrales mantienen intactos los tres componentes del grano: el endospermo, el germen y el salvado. Esta composición los convierte en una fuente rica de fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes, y en una opción más completa y saludable al pan blanco normal, que es difícil evitar pero fácil sustituir.