Dormir es una actividad que requiere relajación total pero, incluso segundos antes de quedarse dormido, el cerebro sigue alerta. Así lo afirmó la psicóloga del sueño Sarah Silverman, quien destacó que este procedimiento se activa especialmente durante las fases de sueño ligero, lo que provoca que estímulos como el ruido o la luz puedan interrumpir el descanso.
El ruido impredecible es un gran desencadenante para el sistema de alerta. Christina García, experta en trastornos del sueño, explica que sonidos repentinos, como una risa fuerte, un perro que ladra o un compañero de habitación moviéndose, activan la parte del cerebro responsable de la vigilancia. Aunque estos ruidos no representen un peligro real, el cerebro los percibe como señales para despertar.
Este fenómeno tiene raíces evolutivas. Hace miles de años, era necesario que algunas personas de la tribu permanecieran más alertas durante la noche para proteger a los demás. Hoy, factores como el estrés y la ansiedad pueden hacer que algunas personas sigan siendo más sensibles a estos estímulos mientras duermen.
Según la Clínica Cleveland, las personas que experimentan mayor ansiedad tienden a estar más alerta a su entorno, incluso durante el sueño, lo que complica su descanso cuando detectan ruido o luz.
Cómo dormir con ruido y luz: estrategias efectivas
Aunque alguien sea sensible al ruido o a la luz, es posible entrenar al cuerpo para dormir mejor en entornos menos ideales. Los expertos le sugieren a wellandgood las siguientes técnicas:
- Tratar el ruido y la luz como si no fueran un problema: si se siente estrés antes de dormir, cualquier pequeño ruido o luz puede parecer mucho más molesto. Según el Dr. García, tratar estos estímulos como algo sin importancia ayuda a que el cerebro los perciba de manera menos disruptiva. Para ello, es importante evitar una reacción emocional negativa. Cuando haya incomodidad, se deben probar técnicas de relajación como la respiración profunda o liberar la tensión corporal moviéndote.
- Evitar la idea de que se necesita un entorno perfecto: muchas personas creen que para dormir es necesario un ambiente totalmente oscuro y silencioso, pero este pensamiento puede resultar contraproducente. El Dr. Silverman señala que imponer reglas estrictas sobre el entorno ideal para dormir puede aumentar el estrés cuando las condiciones no son perfectas. Si el cerebro se enfoca en cumplir con todas las “reglas” del sueño, esto puede impedir que se concilie el sueño de manera natural. Liberarse de esta presión ayuda a aceptar que, aunque el ambiente no sea perfecto, el sueño llegará.
- Aceptar que una mala noche de sueño es normal: no siempre es posible tener un sueño perfecto, y forzarse a lograrlo puede resultar en lo que el Dr. García llama “esfuerzo para dormir”. Este estado suele agravar el problema, creando más ansiedad al intentar descansar. Según Silverman, es normal que algunas noches sean interrumpidas por ruido o luz, y lo importante es lograr un buen descanso en la mayoría de las ocasiones.
- Usar ruido blanco o máquinas de sonido: si el ruido es un problema constante, el uso de un ventilador o una máquina de ruido blanco puede ser una solución eficaz. Según Silverman, estos sonidos constantes ayudan a “disfrazar” otros ruidos impredecibles, que son los más disruptivos para el cerebro. De este modo, los sonidos externos no son percibidos como amenazas, lo que facilita conciliar el sueño.
Impacto general del insomnio
Según un estudio, se trata de uno de los trastornos más comunes del sueño, con importantes implicaciones médicas, psiquiátricas y socioeconómicas. Estos autores destacan que el insomnio puede presentarse tanto como síntoma de otro problema subyacente o como un trastorno en sí mismo, lo que impacta la manera en que se aborda desde una perspectiva clínica.
Más del 40 % de las personas con insomnio crónico presentan trastornos psiquiátricos comórbidos, como depresión, ansiedad o abuso de sustancias. Según el estudio, esta afección no solo predice la aparición de estas condiciones, sino que puede actuar como un síntoma temprano de las mismas.
Evaluación y diagnóstico del insomnio
En primer lugar, requiere una evaluación detallada. Los médicos suelen comenzar con una entrevista clínica en la que se analiza en profundidad el historial de sueño del paciente. Herramientas como los diarios de sueño y la actigrafía ayudan a captar una imagen más clara de ciertos patrones, mientras que en casos más complejos se recurre a la polisomnografía, que mide la actividad cerebral y corporal durante el sueño.
La evaluación del insomnio permite a los especialistas identificar los factores tanto biológicos como psicológicos que agravan el trastorno, lo que facilita el diseño de un tratamiento más adecuado y efectivo.