La medicina funcional propone un abordaje integral de la salud, considerando al organismo humano como un todo, con un enfoque que le da el rol protagónico al bienestar integral y se basa en la medicina preventiva, que busca llegar a la causa raíz de la enfermedad.
Cuando hablamos de medicinal funcional estamos considerando un abordaje médico personalizado, que postula que las enfermedades y sus consecuencias no pueden pensarse como una formulación teórica, sino encarnadas en un paciente que tiene determinada historia clínica, un estilo de vida personal y un entorno social específico que lo hace único.
Hace unas semanas se desarrolló en Buenos Aires “Experiencia Funcionar”, el primer encuentro de medicina funcional en América Latina, que contó con expertos internacionales que invitaron a reflexionar sobre nuestros hábitos y su relación con la salud.
El doctor Lucas Ponti, dermatólogo y creador de Experiencia Funcionar, explicó que esta nueva nueva mirada se diferencia de la medicina más convencional, aquella que “fragmenta” al organismo al no pensarlo como un todo y que, en muchos casos, se convierte en una disciplina orientada a tratar emergencias y mitigar enfermedades. Sin embargo, este proceso tradicional oculta muchas veces el verdadero origen del malestar del paciente, quien debe seguir protocolos establecidos que promueven la despersonalización de los hombres y las mujeres que buscan atención médica.
En ese sentido, el doctor Leo Pruimboom, doctor en Psiconeuroinmunología (PNI) Clínica y medicina evolutiva, y uno de los disertantes del encuentro médico, marcó un punto destacado de la relación de las sociedades modernas con la salud: “Hoy las personas no quiere sufrir, quieren evitar el dolor y que todo se solucione rápido. Por ejemplo, muchos se medican frente a un dolor de cabeza y si van al médico y no le receta nada, sienten que fue un mal especialista. No aguantamos el dolor, creo que debemos aprender que, quizás, hay que sufrir un poco, que no nos va a pasar a nada”.
El especialista nacido en Amsterdam, Países Bajos, destacó que la humanidad se encuentra en un punto crucial: “Es la primera vez en la evolución que una especie ya no tiene que adaptarse al medio ambiente. Hoy hemos adaptado al medio ambiente a nuestro comfort, no queremos tener hambre, sed, ni calor ni frío; usamos aire acondicionado, pero nuestro sistema inmune no lo entiende”.
Por su parte, el doctor Ponti consideró que el hábito más difícil de cambiar es la alimentación, sobre todo eliminar los ultraprocesados, edulcorantes, gaseosas etc. “Este tipo de alimentación fue incorporada desde hace muchos años con ingredientes adictivos para nuestro cerebro. Hoy por hoy es un gran desafío volver a la alimentación real”.
Otro hábito que cuesta instaurar es el vinculado a la higiene del sueño, millones de personas en el mundo tienen dificultades para dormir bien de noche, “el exceso de horas laborales y la utilización de tecnología provoca alteraciones en el sueño con la consiguiente disrupción hormonal”, apuntó el dermatólogo.
Estilos de vida tóxicos que enferman
“¿Por qué si los humanos sabemos que comer demasiado no es conveniente, que moverse es más sano que estar quieto, que las drogas como el tabaco son tóxicas, igual seguimos incluyendo estos hábitos en nuestra vida?”, se pregunta el doctor Puinbroom y esboza una respuesta: “Cuando queremos cambiar nuestro estilo de vida cuesta muchísimo, hay una fuerza intrínseca que nos impide hacer el cambio. La vida sedentaria nos lleva a estar más cansados”.
Para el especialista holandés, el cuerpo humano no está diseñado para la vida sedentaria, “es algo tan nuevo en nuestra evolución que no sabemos como resolverlo”. En consecuencia, emerge una sensación de fatiga que produce una inflamación de bajo grado y “nos lleva a mas vida sedentaria”.
El especialista remarcó que dormir bien, la alimentación saludable y hacer ejercicio sin duda son las claves para la salud de la piel y todo el organismo.
¿Por qué envejecemos?
“Aplicando el criterio de bioindividualidad (todos somos distintos) se debe escuchar toda la historia del paciente desde su concepción, parto, niñez, desarrollo y estilo de vida con gustos y tolerancias en su contexto actual. Por ejemplo, no todas las personas toleran un alimentación keto, no todos tienen las mismas necesidades nutricionales, ni absorben de la misma manera los nutrientes, además, cada persona gestiona el estrés de manera diferente”, puntualizó el doctor Ponti.
El dermatólogo y especialista en medicina funcional señaló que el organismo empieza a envejecer a partir de los 20 ó 25 años, el primer factor por el cual envejecemos es el genético, “los seres humanos estamos predispuestos a envejecer en un determinado tiempo, pero la epigenética (la forma en que los hábitos y el medio ambiente afectan nuestros genes) pesa mucho más y puede acelerar o retrasar el proceso de envejecimiento”.
Factores que potencian el envejecimiento:
- Exposición solar excesiva
- Mala alimentación
- Consumo de tabaco y alcohol
- Consumo en exceso de harinas y azúcares
- Contaminación ambiental y exposición al smog
- Sedentarismo
- Falta de Descanso Nocturno
“Todos estos factores externos son los responsables que esas células empiecen a envejecer Debemos saber que no solo envejecen las células de nuestra piel sino también las del cerebro y las distintas áreas del cuerpo”, dijo el especialista argentino y señaló que “antes se concebía a la información genética como la herencia determinante e inmodificable que heredábamos. En la actualidad, gracias a los avances científicos en el campo de la epigenética, se ha descubierto que no es imposible, que es más fácil de lo que parece, y lo mejor de todo, ¡está al alcance de todos!”.
“Nuestros genes solo definen el 30% de nuestra vida mientras que el 70% restante depende la epigenética o el exposoma. Todos los factores externos a los que estamos expuestos, que son quienes realmente definen el envejecimiento y nuestras enfermedades”, remarcó.
Por eso, muchas de las manifestaciones que se observan en la piel son signos de otras disfunciones y la piel se convierte en el reflector que nos avisa que algo no está bien. “La clave en la consulta es saber escuchar al paciente, para entender el origen de eso que se manifiesta en la superficie cutánea, la causa. Si estamos con cansancio crónico todo el tiempo eso se traduce en una piel que se verá envejecida, estresada”, dijo Ponti.
La medicina funcional propone al paciente revisar su estilo de vida, ser conscientes de los hábitos y rutinas cotidianas. “Por supuesto que usar buenas cremas es un beneficio para nuestra piel pero nuestros hábitos, que comemos, cuánto dormimos y si hacemos actividad física son la clave” subrayó el especialista. Así, la piel emerge un límite geográfico, que recibe información tanto del interior del organismo como de los agentes externos.
Tres ejes de la medicina funcional
Dormir bien protege la salud. Disminuye el riesgo de enfermarse y brinda la energía necesaria para encarar las actividades del día. Mientras dormimos la piel se repara. Por eso todas las rutinas diseñadas para reparar se hacen durante la noche. La gran clava es dormir temprano y cenar liviano, esos dos hábitos son sencillos de incorporar con beneficios inmediatos. Dormir la cantidad de horas suficientes y en horario nocturno, ya que el organismo humano y sus sistemas fisiológicos están preparados para descansar de noche.
“Si nosotros nos quedamos mirado series, o trabajando frente a una pantalla y vencemos todos los días este proceso natural, lo único que hacemos es alterar y vencer nuestro ritmo circadiano alterando todo el resto, y eso repercute en nuestra piel y nuestro organismo. Vamos en contra de nuestro ciclo, de nuestra biología” afirmó el doctor Ponti.
Actividad física. Existe cada vez más evidencia científica que el ejercicio físico, realizado en forma periódica, es beneficioso para la salud al fortalecer el sistema inmune y mejora nuestra calidad de vida.
El ejercicio es fundamental para que la piel no esté estresada. “Se trata de ponernos en movimiento. Simplemente caminar ya es una gran ayuda. Todos necesitamos encontrar esa actividad que nos hace bien y entender que lo que me funciona a mí quizás no le funciona al otro porque somos cuerpos distintos”.
Alimentación. Como primer hábito es aconsejable disminuir o dejar de consumir productos ultraprocesados y optar por lo natural, ir más a la verdulería, a la pescadería, a la carnicería, al naturista y menos al supermercado, y, especialmente, pedir menos delivery.
“Al introducir en las comidas más verduras, frutas y legumbres y eliminar los factores externos nocivos -tabaco, alcohol, estrés-, podemos evitar que los genes que desarrollan enfermedades crónicas no se expresen jamás” aclara Ponti.
En este sentido, no existen dietas ideales ni universales que pueden aplicarse a todas las personas por igual, porque cada persona tiene una historia clínica, un estilo de vida y predisposición genética específica.
Para concluir, Ponti remarcó que “la pulsión natural del cuerpo es el estado de salud y la mejor manera de sostenerla es empoderándonos de nuestro estilo de vida. Descanso, alimentación y actividad física son la clave de un envejecimiento exitoso”.
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