Un estudio revela cuáles son los mejores alimentos para prevenir el envejecimiento prematuro del cerebro

La investigación revisa 52 estudios previos en los que se encuentra un vínculo entre la dieta mediterránea y un envejecimiento saludable

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Alimentos de la dieta mediterránea (Shutterstock España)
Alimentos de la dieta mediterránea (Shutterstock España)

Es seña de identidad de los países del Mediterráneo y casi un estilo de vida: la dieta mediterránea es reconocida mundialmente por los múltiples beneficios que aporta a la salud, hasta el punto de ser reconocida en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Así, la dieta mediterránea no solo cuida y protege nuestra salud general, sino que también previene el envejecimiento acelerado del cerebro.

Una última macro revisión de 52 estudios con más de 21.000 participantes publicada recientemente en la revista Nature ha descubierto que los marcados nutricionales propios de la dieta mediterránea se asociaban a un envejecimiento cerebral saludable. Los alimentos que la componen son bien conocidos: aceite de oliva, frutas, verduras, pescado, legumbres y frutos secos.

Uno de los principales componentes de la dieta mediterránea y más diferenciadores es el aceite de oliva, especialmente el virgen extra. Este aceite es rico en ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes como los polifenoles, que han mostrado propiedades antiinflamatorias y neuroprotectoras. Los antioxidantes ayudan a combatir el estrés oxidativo, un proceso que puede dañar las células cerebrales y contribuir al envejecimiento cerebral. Además, los polifenoles pueden mejorar la función sináptica y la plasticidad neuronal, lo que es crucial para el aprendizaje y la memoria.

El consumo de pescado, otro pilar de la dieta mediterránea, proporciona ácidos grasos omega-3, especialmente el ácido docosahexaenoico (DHA). El DHA es esencial para el desarrollo y el mantenimiento de la salud cerebral, pues cuentan con propiedades antiinflamatorias y han demostrado mejorar la comunicación entre las neuronas. Al mismo tiempo, una mayor ingesta de omega-3 está asociada con un menor riesgo de deterioro cognitivo y enfermedades como el Alzheimer.

Las frutas y verduras frescas son fuentes ricas de vitaminas, minerales y antioxidantes, cuyos nutrientes como la vitamina C, la vitamina E y los flavonoides juegan un papel crucial en la protección del cerebro contra el daño oxidativo. Los antioxidantes presentes en estos alimentos ayudan a neutralizar los radicales libres y reducir la inflamación, protegiendo así las células cerebrales y promoviendo una mejor función cognitiva a lo largo del tiempo.

Los frutos secos y las legumbres aportan una mezcla de proteínas, grasas saludables y fibra, así como importantes micronutrientes como el magnesio y la vitamina E, esenciales para la salud cerebral. La vitamina E, en particular, es un antioxidante que protege las células del cerebro del daño causado por el estrés oxidativo. Además, la fibra y las proteínas de estos alimentos ayudan a mantener niveles estables de azúcar en la sangre, lo cual es importante para la función cognitiva.

Episodio: Dieta Mediterránea.

Otro aspecto clave de la dieta mediterránea es el consumo moderado de vino tinto, que contiene resveratrol, un compuesto con potentes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. El resveratrol ha mostrado efectos beneficiosos en la salud cerebral, incluyendo la mejora de la memoria y la reducción del riesgo de enfermedades neurodegenerativas. Sin embargo, es importante consumir vino con moderación, ya que el exceso de alcohol puede tener efectos adversos en la salud.

Además de los alimentos específicos, la dieta mediterránea se caracteriza por patrones alimentarios que promueven la salud cerebral. Por ejemplo, se enfatiza el consumo de alimentos frescos y mínimamente procesados, lo que garantiza una mayor ingesta de nutrientes esenciales. También fomenta el uso de hierbas y especias en lugar de sal para sazonar los alimentos, lo que puede ayudar a mantener una presión arterial saludable, reduciendo el riesgo de daños vasculares en el cerebro.

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