Abrir los ojos bajo el agua puede causar daños temporales a la visión, según advierte la Dra. Muriel Schornack, optometrista de la Mayo Clinic.
“El cloro es un desinfectante muy poderoso que, en realidad, daña las capas celulares externas que protegen la córnea”, explica Schornack. Este químico, comúnmente utilizado en piscinas, puede irritar los ojos, lo que provoca enrojecimiento, irritación, visión borrosa y sensibilidad a la luz. Los síntomas son temporales, pero incómodos, y desaparecen por sí solos. Utilizar gafas de natación es la recomendación de los expertos para proteger los ojos.
Nadar en piscinas tratadas con cloro puede llegar a irritar los ojos rápidamente. Brian Boxer Wachler, oftalmólogo en Beverly Hills y revisor médico en All About Vision, resalta que abrir los ojos ocasionalmente no es perjudicial, pero períodos prolongados bajo el agua sí lo son. A esto se suman los riesgos de nadar en aguas saladas o dulces no tratadas, donde pueden introducirse bacterias en los ojos.
Infecciones como la queratitis por Acanthamoeba, una ameba que se encuentra en lagos, ríos y piscinas, son un riesgo significativo. “Se encuentran organismos microscópicos en diversos cuerpos de agua y pueden ser tanto beneficiosos como perjudiciales”, señala Boxer Wachler. Las bacterias, como E. coli, proliferan en agua dulce contaminada, y el agua salada puede contener Vibrio, descomponedores potencialmente dañinos. “Virus como los que causan la hepatitis A pueden permanecer en el agua contaminada”, añade.
El uso de lentes de contacto bajo el agua es otra práctica desaconsejada por los especialistas. Schornack alerta que si el cloro penetra en los lentes, se crea un depósito químico en la superficie del ojo. “A muchas personas con alta miopía o hipermetropía les gusta usar lentes de contacto mientras nadan, y esto puede causar daños significativos”, añade. Este depósito puede irritar severamente los ojos y potencialmente dañarlos.
Los síntomas de irritación ocular incluyen enrojecimiento, picazón, ardor y ojos llorosos. “También puede experimentar ojos llorosos o mayor sensibilidad a la luz”, advierte Boxer Wachler. Si estos síntomas persisten, es aconsejable acudir al médico. “Por lo general, estos son temporales y desaparecen por sí solos”, añade.
Protección ocular es fundamental en el agua. Utilizar gafas de natación puede evitar muchas complicaciones. “Las gafas protegen la superficie frontal del ojo y son especialmente importantes para quienes usan lentes de contacto”, destaca Schornack. Además, si tienen protección contra los rayos ultravioleta, ofrecen un beneficio adicional.
Nadar con los ojos cerrados es otra opción para evitar daños. Jennifer M. Groh, profesora en la Facultad de Medicina de Duke University, advierte que nadar puede ser una experiencia desorientadora. “Abrir los ojos y esforzarse para ver puede alterar la manera en que sientes que te estás moviendo”, afirma Groh.
Las consecuencias de la exposición al cloro no se limitan solo a los ojos. Robert C. Layman, presidente de la American Optometric Association, menciona que el contacto frecuente con estas sustancias puede llevar a irritación y conjuntivitis. “El cloro puede alterar la película lagrimal, la capa protectora que mantiene el ojo húmedo”, explica. Esta afección, aunque temporal, puede causar síntomas como ojos secos, enrojecimiento y una sensación de arenilla en los ojos. Layman también señala que las piscinas tratadas con cloro y bromo no eliminan todos los contaminantes, lo que aumenta el riesgo de infecciones oculares.
Por su parte, la Cleveland Clinic destaca la importancia de estar atento a los signos de una infección ocular, que incluyen enrojecimiento, dolor, secreción amarillenta, problemas de visión, sensibilidad a la luz, hinchazón, lagrimeo excesivo y sensación de cuerpo extraño en el ojo. “Una infección grave que puede poner en peligro la vista, comúnmente llamada úlcera corneal, debe ser tratada de inmediato”, advierte Layman.
El agua salada también presenta sus propios riesgos. Aunque generalmente menos irritante que el cloro, el agua salada puede causar irritación ocular. Layman recomienda enjuagar los ojos con agua fría o solución salina estéril si se sienten irritados después de nadar en agua salada.
El aspecto de la contaminación de las piscinas también requiere atención. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advierten que muchos usuarios ignoran las normas de higiene, lo que puede introducir contaminantes en el agua. Elementos como insectos, hojas y pañales pueden ensuciar el agua, aumentando el riesgo de infecciones como la conjuntivitis.
La protección ocular es crucial para disfrutar de las actividades acuáticas sin riesgos. Utilizar gafas de natación, evitar el uso de lentes de contacto bajo el agua y estar atento a los síntomas de irritación son medidas esenciales.