Por qué no deberías utilizar las pastillas de caldo para preparar tus sopas

Se trata de un ingrediente común en muchas cocinas, prometiendo un sabor intenso y una preparación rápida

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Sopa de arroz (Imagen ilustrativa
Sopa de arroz (Imagen ilustrativa Infobae)

La sopa es el plato favorito de muchos. Sin embargo, su elaboración puede ser muy larga y costosa. Por ello, ante la falta de tiempo, son muchos los que buscan alternativas para disfrutar de un sabor parecido pero sin necesidad de estar toda la tarde entre fogones. Así, las pastillas de sopa son una de las opciones más populares entre los consumidores.

De esta forma, se trata de un ingrediente común en muchas cocinas, prometiendo un sabor intenso y una preparación rápida. Sin embargo, aunque ofrecen comodidad, no son la opción más saludable ni la más sabrosa para preparar sopas y caldos. De hecho, son muchos los nutricionistas que alertan sobre su consumo.

Receta de sopa juliana (Shutterstock
Receta de sopa juliana (Shutterstock España)

Por qué no deberías utilizar las pastillas de caldo

El uso de pastillas de caldo ha sido criticado por su elevado contenido de sal y sodio, sustancias necesarias para preservar y dar sabor al producto, pero que su consumo excesivo está relacionado con problemas de salud como la hipertensión y enfermedades cardiovasculares. De esta forma, un solo cubo de caldo puede contener entre 800 y 1.000 mg de sodio, lo que representa una parte significativa del límite diario recomendado. Por ello, quienes las consumen de manera habitual sin considerar esta carga de sal pueden estar ingiriendo más de la cantidad recomendada.

Además de la sal, las pastillas de caldo contienen aditivos artificiales como el glutamato monosódico (MSG), conservantes y colorantes. Aunque aprobados para su consumo, estos componentes pueden tener efectos secundarios en algunas personas, como dolores de cabeza, sudoración excesiva o náuseas. Asimismo, afectan al sabor natural de las sopas, lo que resta autenticidad a las recetas caseras.

Además, las pastillas de caldo tienen un impacto ambiental negativo debido a su empaque en plásticos no reciclables y su producción industrial, que consume una gran cantidad de recursos. Frente a todo ello, como alternativa a las pastillas, siempre se recomendará la preparación de un caldo casero, que no solo es más nutritivo, sino que también es más sabroso. Se pueden añadir hierbas y especias frescas o secas, como romero, tomillo, laurel y ajo, que además de mejorar el sabor, poseen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Los caldos a base de verduras también son una opción saludable y deliciosa. Además, preparar caldos concentrados en casa y congelarlos en porciones ofrece comodidad sin sacrificar la calidad.

Receta de pastina, la sopa tradicional y reconfortante que es la ‘penicilina’ de las abuelas italianas.

Cómo hacer caldo casero de forma rápida

Hacer caldo casero no tiene por qué ser un proceso largo. Para un caldo rápido, basta con hervir agua con verduras frescas como zanahorias, apio, cebolla y ajo durante 30 a 45 minutos. Si prefieres un caldo de pollo, puedes añadir muslos o carcasas de pollo a las verduras y cocerlo durante una hora. Para un sabor más profundo, añade hierbas como tomillo, laurel o perejil. Si deseas un caldo más concentrado, cocina a fuego lento durante más tiempo. Este caldo puede usarse de inmediato o guardarse en el refrigerador o congelador para futuras preparaciones, lo que lo convierte en una opción práctica y saludable frente a los caldos industriales.