
Para la formación de hemoglobina, que es la proteína de los glóbulos rojos encargada de transportar oxígeno desde los pulmones hacia los tejidos, nuestro organismo hace uso de un mineral esencial: el hierro. Este nutriente es vital para el correcto funcionamiento de diversas enzimas y para el mantenimiento de un sistema inmunológico saludable.
Una deficiencia de hierro puede provocar anemia ferropénica, una condición caracterizada por la disminución de glóbulos rojos o hemoglobina, lo que genera síntomas como fatiga, debilidad, palidez, dificultad para concentrarse y mareos. Es por ello que algunas personas precisan de tomar suplementos de hierro, además del que ya reciben en la dieta.
Los suplementos de hierro se utilizan para tratar y prevenir la deficiencia de este mineral y la anemia ferropénica. Según MedlinePlus, se recomiendan especialmente en personas con dificultades para absorber el hierro de los alimentos, aquellas con menstruaciones abundantes, mujeres embarazadas, personas que se someten a hemodiálisis o quienes tienen una dieta baja en hierro. También se indican en bebés con bajo peso al nacer para prevenir futuras deficiencias.
La administración de suplementos de hierro puede realizarse por vía oral, intravenosa o intramuscular, dependiendo de la gravedad de la deficiencia. Si bien los beneficios pueden notarse en unos pocos días, suele requerirse un tratamiento de hasta dos meses para restaurar los niveles normales de hierro en el organismo. Es importante seguir las indicaciones médicas para asegurar una adecuada absorción y minimizar los posibles efectos secundarios.
Existen distintas formulaciones de suplementos de hierro, y cada una tiene características específicas:
- Sales ferrosas: son las más comunes en los suplementos orales e incluyen el sulfato ferroso, el gluconato ferroso y el fumarato ferroso. Estas sales se utilizan por su eficacia y disponibilidad, aunque pueden causar molestias gastrointestinales en algunos casos.
- Hierro hemo: se deriva de fuentes animales y se absorbe de manera más eficiente que las sales ferrosas. Este tipo de suplemento es menos común, pero su biodisponibilidad es superior, lo que significa que el cuerpo lo aprovecha mejor.
- Hierro parenteral: en casos de deficiencias severas o cuando el tratamiento oral no es efectivo, se recurre a la administración intravenosa o intramuscular. Algunas formulaciones como el hierro dextrano o la sacarosa férrica se utilizan en entornos clínicos bajo estricta supervisión médica.

Efectos secundarios de los suplementos de hierro
Aunque los suplementos de hierro son beneficiosos, su consumo puede estar asociado con efectos secundarios, especialmente cuando no se administran adecuadamente. MedlinePlus recoge algunos de los más comunes:
- Molestias gastrointestinales: es frecuente experimentar náuseas, estreñimiento, dolor abdominal y cambios en el color de las heces. Tomar los suplementos con alimentos puede reducir estas molestias, aunque también puede disminuir la absorción del hierro.
- Sobrecarga de hierro: un consumo excesivo de hierro puede provocar una acumulación tóxica en el cuerpo, conocida como hemocromatosis. Esta condición puede causar daño en órganos vitales como el hígado, el corazón y el páncreas si no se controla adecuadamente.
- Reacciones alérgicas: aunque raras, algunas personas pueden presentar reacciones alérgicas a los suplementos de hierro, especialmente cuando se administran por vía intravenosa.