Una cardióloga revela los cinco alimentos que debemos evitar para cuidar nuestro corazón

El primer aliado de la salud cardiovascular (y del bienestar general) es la alimentación que llevamos cada día. Los alimentos que elegimos consumir y los que no determinan cómo cuidamos nuestro corazón y cuánto le protegemos ante enfermedades como la hipertensión, la inflamación o unos niveles elevados de colesterol.

La doctora Magdalena Perelló es cardióloga y, a través de sus redes sociales, ha compartido cuáles son los cinco tipos de alimentos que debemos evitar para cuidar de nuestra salud cardiovascular. “Si los consumes a diario, pueden ocasionar problemas en tu corazón sin siquiera darte cuenta”, asegura.

Los alimentos ultraprocesados incluyen productos altamente industrializados como los snacks empaquetados, las galletas, la comida rápida... ya que están compuestos en gran medida por azúcares añadidos, grasas trans, sal y aditivos químicos, todos ellos asociados a un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Las grasas trans y saturadas elevan los niveles de colesterol LDL (el conocido como “malo”) y reducen el HDL (“bueno”), promoviendo la aterosclerosis. El alto contenido de sodio de este tipo de comida también puede causar hipertensión, un factor clave en la enfermedad cardíaca.

Las carnes procesadas, como las salchichas, los embutidos, el tocino y productos similares, han sido curados, ahumados o conservados con sal y otros químicos. Diversos estudios, como el publicado en 2010 en la revista Circulation, han demostrado que el consumo de carnes procesadas se relaciona con un mayor riesgo de enfermedad coronaria y diabetes tipo 2.

Las carnes procesadas contienen cantidades elevadas de sal, lo que puede contribuir a la hipertensión arterial. Además, estos conservantes pueden transformarse en compuestos N-nitrosos, que tienen efectos tóxicos sobre los vasos sanguíneos. Las grasas saturadas presentes en estos alimentos promueven la acumulación de placas en las arterias, aumentando el riesgo de aterosclerosis.

Los refrescos, zumos industriales y tés endulzados son una fuente importante de azúcares añadidos en la dieta moderna, según la cardióloga. El consumo frecuente de estas bebidas está relacionado con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular, como lo destaca una investigación publicada en la Journal of the American College of Cardiology en 2015.

Los altos niveles de azúcar en sangre generan estrés metabólico, lo que conduce a inflamación crónica y a una resistencia a la insulina. Además, las calorías líquidas no generan la misma saciedad que los alimentos sólidos, contribuyendo al sobrepeso y obesidad. Las bebidas azucaradas también elevan los niveles de triglicéridos (dislipidemia), un factor de riesgo conocido para enfermedades cardiovasculares.

Las margarinas y los aceites hidrogenados son fuentes comunes de grasas trans, utilizadas para mejorar la textura y la vida útil de ciertos alimentos. Las grasas trans presentes en estos productos incrementan el colesterol “malo” y disminuyen el “bueno”, un doble golpe para la salud cardiovascular. Además, este tipo de grasa promueve respuestas inflamatorias que dañan las paredes arteriales y empeora la elasticidad de los vasos sanguíneos.

Aunque no todos los productos congelados son dañinos, muchos de ellos, como las pizzas, algunos pasteles o comidas ya preparadas para calentar, son ultraprocesados y ricos en grasas saturadas, sodio y aditivos, explica Perelló. Por ello, el consumo frecuente de productos congelados puede contribuir a un peor perfil cardiovascular debido al alto contenido en sodio, a las grasas no saludables y a la deficiencia de nutrientes esenciales, como la fibra y los antioxidantes.