Las frutas y hortalizas son alimentos considerados básicos para tener una buena alimentación. Son numerosos estudios los que han corroborado su importancia para prevenir enfermedades, e incluso la Organización Mundial de la Salud ha recomendado que, de forma diaria, se consuman “al menos 5 raciones” entre lo uno y lo otro.
Sin embargo, cada uno de estos alimentos posee a su vez propiedades distintas, cuyo conocimiento puede ayudarnos a enriquecer de forma más eficiente nuestra dieta. Los beneficios de las frutas más vendidas, como la manzana, el plátano o la pera, son de sobra conocidos, pero hay otras ‘más exóticas’ que se conocen menos, pese a que también cuentan con una serie de componentes muy provechosos para nuestro organismo.
Empleada como medicina tradicional
Este es el caso de la chirimoya. Se trata de una fruta recubierta de piel verde, que por dentro es de color blanca y posee un sabor muy dulce y una textura blanca. Tal y como explica la Fundación Española de Nutrición (FEN), se trata de “un producto típicamente andino”, cuyo propio nombre, “en quechua -chirimuya- significa ‘semillas frías’, por germinar a elevadas altitudes”. “Por eso los indígenas del altiplano andino dicen que aunque la chirimoya no soporta la nieve, le gusta verla de lejos”. Pero aun con este origen, actualmente el primer productor del mundo de esta fruta es España, según informa el Ministerio de Agricultura.
Se trata de un alimento con una fuerte influencia en la medicina tradicional mexicana. Según un estudio elaborado por especialistas del Instituto Nacional de Salud Dr. Ricardo Jorge (Portugal) e investigadores de diversas universidades lusas, a lo largo de los siglos la chirimoya “se ha utilizado para tratar inflamaciones, tos, dolor de cabeza, fiebre, diabetes y parásitos”.
De este modo, el potencial curativo de esta fruta ha sido siempre muy valorado por las culturas andinas, lo que a nivel bioquímico, se puede explicar gracias a su riqueza en polifenoles y alcaloides, además de otros ingredientes activos valiosos en la medicina tradicional “para el tratamiento de enfermedades gástricas, intestinales, cardiovasculares, de la piel y de los ojos”. “Algunos de sus compuestos, de hecho, poseen también propiedades antibacterianas, antivirales, antidiabéticas, antihiperlipidémicas y anticancerígenas”, añaden en dicho estudio publicado en la revista Food Chemistry.
Fibra, vitamina C y potasio
Desde la FEN, además, destacan que “en comparación con otras frutas, la chirimoya contiene una gran cantidad de carbohidratos (20% de su peso), fundamentalmente azúcares simples como la fructosa y glucosa (en torno al 11%) y sacarosa (alrededor de un 9%). Es rica en fibra -más que el kiwi, por ejemplo-, por lo que su ingesta puede favorecer el tránsito intestinal, pero como contrapartida no contiene una cantidad significativa de grasas y de proteínas.
“Respecto a otros nutrientes, es buena fuente de potasio y vitamina C”, destacan en la Fundación. “El potasio estimula el sistema nervioso y favorece un buen funcionamiento muscular, así como la eliminación de líquidos”. Por su parte, la vitamina C es un antioxidante muy bueno para el sistema inmunitario, que además interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos, además de ayudar en “la absorción de hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones”.