El norte de España y Portugal comparten mucho más que siglos de historia, cultura y costumbres. Los alimentos que consumen y forman sus menús diarios se encajan dentro de la dieta atlántica, un patrón alimenticio que nada tiene que envidiar a la dieta mediterránea. Este modelo alimenticio propio de Galicia se caracteriza por un enfoque en productos locales y frescos, disponibles gracias a la riqueza de recursos naturales de estas zonas, incluyendo su costa, montañas y tierras fértiles.
La dieta atlántica destaca por incluir una amplia variedad de alimentos básicos, cada uno con un papel importante en su estructura. El alimento estrella de esta dieta es el pescado, especialmente los azules como la sardina, el jurel y el atún, que son ricos en ácidos grasos omega-3 y beneficiosos para la salud cardiovascular. También consiste en un relevante consumo de mariscos, como mejillones, almejas, percebes y otros productos del mar, muy abundantes en las costas gallegas.
Las verduras de temporada —como repollos, grelos, pimientos y nabizas— tampoco pueden faltar si queremos seguir una dieta atlántica. Además, deben combinarse con un consumo elevado de frutas locales como manzanas, peras y demás cítricos, que aportan vitaminas, antioxidantes y fibra.
Los cereales integrales también ocupan un puesto importante en la dieta atlántica, pues alimentos como el pan gallego (que generalmente se elabora a partir de grano integral), la avena y otros cereales son esenciales. Además, las legumbres como garbanzos, lentejas y habas son esenciales por su aporte de proteínas vegetales y su capacidad para mantener una dieta equilibrada.
Por su parte, la patata es un alimento básico en esta dieta y una fuente importante de carbohidratos. Por ello, se utiliza en diversas preparaciones tradicionales como el caldo gallego, aportando energía y nutrientes. A diferencia de otras dietas, los lácteos, especialmente en forma de quesos artesanales como el queso de tetilla y yogures naturales, tienen un papel destacado en la dieta atlántica, ya que son una fuente de calcio y proteínas esenciales.
Aunque el pescado predomina en este menú, la carne también se incluye y se recomienda su consumo, aunque en una cantidad más limitada y con preferencia por las variedades magras como el cerdo, ternera y aves. Del mismo modo, aunque el aceite de oliva no es tan abundante como en otras dietas (como la mediterránea), se utiliza para cocinar y aliñar. Quienes siguen la dieta atlántica también consumen grasas saludables de otras fuentes, como los frutos secos.
Beneficios de la dieta atlántica para la salud
La dieta atlántica, como la mediterránea, es rica en nutrientes esenciales, antioxidantes, grasas saludables y fibra que contribuyen a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, obesidad y algunos tipos de cáncer. Además, su base en alimentos frescos y naturales promueve la sostenibilidad ambiental y el respeto por los recursos locales.
El consumo de pescado, en concreto los pescados azules ricos en omega-3, ayuda a proteger la salud del corazón y del cerebro, protegiendo la memoria. Asimismo, la presencia de verduras y frutas frescas aporta vitaminas y minerales esenciales para el funcionamiento óptimo del organismo.