El jamón es uno de los productos estrella de la gastronomía española y casi un signo de identidad de nuestra cultura gracias a su sabor y a su impresionante aporte nutricional, recogido por la Fundación Española de Nutrición (FEN). Muchas personas optan por incluir el jamón serrano en su dieta diaria, como en las tostadas para el desayuno, en buena parte porque es más barato que el ibérico.
Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, el jamón serrano tiene un contenido calórico de 240 kcal por cada 100 gramos, por lo que se debe consumir con moderación en una dieta equilibrada. Sin embargo, además de su aporte energético, el jamón serrano ofrece numerosos beneficios para la salud, especialmente cuando se incluye en una dieta mediterránea.
Beneficios del jamón serrano para la salud
El jamón serrano es rico en proteínas completas, lo que lo convierte en una excelente opción para quienes buscan aumentar su ingesta de este nutriente. Las proteínas son esenciales para el crecimiento, la reparación de los tejidos y el mantenimiento de la masa muscular. En particular, son fundamentales para personas mayores, deportistas o aquellos que siguen una dieta baja en carbohidratos. Las proteínas del jamón serrano se digieren fácilmente, lo que asegura una rápida absorción de los aminoácidos necesarios para las funciones corporales.
Este alimento también contiene ácido oleico, un tipo de grasa monoinsaturada que también se encuentra en el aceite de oliva y conocido por sus beneficios para la salud cardiovascular, ya que ayuda a reducir los niveles de colesterol LDL, que puede contribuir a la formación de placas en las arterias, y aumenta los niveles de colesterol HDL, el cual tiene un efecto protector sobre el corazón. Consumir jamón serrano en cantidades moderadas como parte de una dieta equilibrada, como la dieta mediterránea, puede ser beneficioso para el control del colesterol y la prevención de enfermedades cardiovasculares.
El jamón serrano es una fuente rica en micronutrientes esenciales, entre los que destacan las vitaminas del grupo B, como la B1 (tiamina), B6 y B12. Estas vitaminas son esenciales para el metabolismo de los alimentos y la producción de energía en el cuerpo. Además, la vitamina B12 juega un papel crucial en la formación de glóbulos rojos y el mantenimiento de la salud del sistema nervioso, por lo que su consumo es importante para prevenir problemas como la anemia y el deterioro cognitivo.
Asimismo, es una buena fuente de minerales como el hierro, el zinc y el fósforo. El hierro presente en el jamón serrano es de tipo hemo, lo que significa que se absorbe mejor que el hierro de fuentes vegetales. Esto es especialmente importante para prevenir la anemia ferropénica, una afección común que puede afectar a mujeres en edad fértil y a personas con dietas deficientes en hierro. El zinc, por su parte, es crucial para el buen funcionamiento del sistema inmunológico, la cicatrización de heridas y la síntesis de proteínas.
El jamón serrano, mejor con moderación
A pesar de sus beneficios, es importante tener en cuenta algunas consideraciones al consumir jamón serrano, como su alto contenido en sodio. Un consumo excesivo de sal puede contribuir a la hipertensión arterial y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, por lo que es fundamental moderar su ingesta, especialmente en personas con problemas de salud relacionados con el sodio.
Por otro lado, si bien el jamón serrano contiene grasas saludables, también tiene un porcentaje de grasas saturadas que pueden contribuir al aumento de colesterol si se consume en exceso. Por ello, se recomienda disfrutar del jamón serrano como parte de una dieta variada y equilibrada, rica en frutas, verduras y otros alimentos integrales.