Qué pasa si llevas una dieta sin gluten y no eres celíaco

Quienes sigan este tipo de alimentación deben acudir a un nutricionista para corregir las posibles carencias con otros alimentos o suplementos alimentarios

Compra en un supermercado (Shutterstock)

Entre 450.000 y 900.000 personas sufre de celiaquía en España, según las estimaciones de la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE). Así, mantener una dieta estricta sin gluten es una necesidad permanente para las personas con enfermedad celíaca. Seguir esta dieta y evitar la contaminación cruzada reduce los síntomas y las complicaciones asociadas a esta patología. En el caso de las personas con sensibilidad al gluten no celíaca, la condición puede no ser crónica.

Sin embargo, durante los últimos años se ha popularizado a través de las redes sociales llevar una alimentación basada en la no ingesta de gluten, a pesar de no ser ni alérgico ni intolerante. Por su parte, Mayo Clinic, el portal especializado en salud, apunta que diversos estudios clínicos han analizado los beneficios de la dieta sin gluten en personas sin enfermedad celíaca o con sensibilidad al gluten no celíaca.

En este sentido, aunque se requiere de más investigación para confirmar la precisión de los beneficios, se han señalado a la pérdida de peso, a la mejora general de la salud, a la mejora de la salud gastrointestinal y al aumento del rendimiento deportivo como algunos de los principales beneficios de este tipo de alimentación. Ahora bien, en este punto hay que remarcar los estudios no encuentran evidencias sólidas de que el gluten cause estos problemas ni de que la dieta sin gluten los mejore, ya que no se observan diferencias significativas en estudios controlados con placebo o en recaídas al reintroducir el gluten sin que el paciente lo sepa.

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Hombre adulto cortando rodaja de pan. (visualesIA)

Contraindicaciones y riesgos de llevar una alimentación libre de gluten sin ser celíaco

Una dieta sin gluten es, en muchos casos, deficiente en hierro, fibra, ácido fólico, niacina, riboflavina y tiamina. Por ello, quienes sigan este tipo de alimentación deben acudir a un nutricionista para corregir estas carencias con otros alimentos o suplementos alimentarios. De esta forma, los alimentos que sustituyen al pan o a los productos con harinas de trigo suelen contener grasas de baja calidad nutricional. El gluten, que confiere elasticidad a las masas, es reemplazado por grasas, a menudo saturadas y poco saludables. Por tanto, las personas que no consumen gluten suelen ingerir menos fibra, más grasas y más sal, según apuntan desde el Grupo Hospilatario Quirón salud. Ante este escenario, desde el citado grupo recomiendan leer las etiquetas de los alimentos, no solo para verificar la presencia de gluten, sino también para conocer los niveles generales de nutrientes, sal, calorías de las grasas y calorías de los azúcares.

Algunos estudios vinculan la dieta sin gluten con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares como angina o infarto, aunque los datos no son concluyentes. Además, los productos sin gluten son hasta un 200% más caros. Según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España, la dieta de un celíaco cuesta más de 900 euros adicionales al año en comparación con una dieta convencional.

Otra complicación es la dificultad de llevar una dieta sin gluten en contextos sociales, familiares y laborales, ya que requiere más tiempo para comprar y preparar los alimentos. Incluso los pacientes celíacos encuentran difícil cumplir estrictamente la dieta debido a estas interferencias en su vida personal.

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