La dieta que llevamos a cabo desempeña un papel fundamental en nuestra longevidad, pues esta influye directamente en la salud y calidad de vida. La evidencia científica muestra que una alimentación saludable y equilibrada puede aumentar la expectativa de vida y prevenir enfermedades crónicas. Además, esta debe ir acompañada de otros hábitos saludables como la hidratación, la actividad física regular, la exposición a la luz solar, un buen descanso y la gestión del estrés para complementar una alimentación adecuada.
Puesto que los nutricionistas y demás profesionales de la salud son conscientes de la relación directa entre alimentación y longevidad, muchos de ellos estudian cuál es la mejor dieta a seguir para aumentar nuestra esperanza de vida. Uno de ellos es el doctor Frank Hu, profesor de Nutrición y Epidemiología y presidente del Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard.
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El estudio de Hu ha aportado un enfoque distintivo a la dieta que debemos seguir para reducir el riesgo de padecer enfermedades y proteger nuestro sistema inmunológico. El experto aboga por que identifiquemos los alimentos integrales que más nos gusten y adaptarlos a nuestro propio patrón de alimentación saludable. Los alimentos integrales son aquellos que no han sido procesados o refinados en exceso, manteniendo sus tres partes principales: el germen, el endospermo y el salvado. De esta manera, poseen un alto valor nutricional, ya que conservan vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, como explica la Asociación Diabetes Madrid.
En este panorama, encontraríamos especialmente alimentos vegetales, como frutas, verduras, cereales, frutos secos, legumbres... mientras que los más procesados no tendrían mucha cabida, como refrescos, bollería industrial o pizzas congeladas. Con estas características encontramos algunos tipos de dieta ya existentes, como la mediterránea, la vegetariana o la dieta de Okinawa, originaria de Japón.
La dieta de Okinawa, más desconocida que las anteriores, se basa en alimentos como vegetales, batatas, algas, brotes de bambú, pescado, mariscos, tofu, miso... Es baja en calorías, con pocas grasas e hidratos de carbono, y rica en nutrientes. Esta dieta, combinada con un estilo de vida activo, social y familiar, ha contribuido a la longevidad y la baja incidencia de enfermedades crónicas en la población de Okinawa, sirviendo como un ejemplo a seguir a nivel global.
El profesor Hu explica que podemos mezclar y combinar elementos de estas dietas o crear nosotros mismos la nuestra propia cuyos principios básicos sean compartidos, es decir, los alimentos integrales, que se han relacionado con una reducción del riesgo de enfermedades y una mayor longevidad. “Así es como realmente se puede mejorar el disfrute y también el cumplimiento a largo plazo de los patrones dietéticos”, ha expresado Hu, quien también ha señalado la importancia de “ser más flexible y disfrutar de una dieta saludable”.
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En esa misma línea, este profesor de Harvard ha ofrecido un truco para hacer más liviano el seguimiento de una dieta sana basada en dicho alimentos integrales. La clave estaría en convertirlo en una reunión social: “Comer juntos alimentos saludables no solo nutre nuestros cuerpos, sino que también nutre nuestras almas”.