Pasar una mala noche sin dormir o con pocas horas de sueño provoca cansancio e irritabilidad durante el día, pero no trae consecuencias severas en la salud. En cambio, la privación recurrente de sueño puede causar numerosos problemas en el cuerpo si se mantiene el tiempo.
Dormir mal puede debilitar el sistema inmunológico, haciéndolo más susceptible a los virus, aumentar el riesgo de lesiones durante los entrenamientos intensos y puede alterar las hormonas que regulan el apetito. Los expertos consideran que 7 horas de descanso nocturno es el mínimo saludable para los adultos, en los más chicos el sueño debe prolongarse por al menos 8 a 10 horas para ser reparador.
1 - Se comenten más errores
Uno de los síntomas más conocidos de la falta de sueño es la disminución de los tiempos de acción y reacción. Por eso, manejar un auto mientras se está somnoliento puede afectar la capacidad de reflejos tanto como estar ebrio. A nivel celular, los ciclos circadianos coordinan complejos mecanismos de “encender y apagar” genes y estructuras que regulan individualmente y en conjunto, las funciones de cada célula del organismo. Como resultado, un buen descanso equilibra el funcionamiento mental, emocional y fisiológico de cada persona.
“Durante el sueño, el cerebro elimina toxinas potencialmente dañinas para el envejecimiento, por lo que, cuando hablamos de personas en edad adulta, es determinante la diferencia entre dormir poco y llegar a la cantidad adecuada, que es entre 7 y 8 horas de sueño”, señaló el doctor Eduardo Borsini, neumonólogo de la Unidad de Sueño del Hospital Británico de Buenos Aires.
2 - El mal sueño afecta la memoria
Los estudios muestran que la privación del sueño de calidad puede tener un impacto sustancial en nuestra capacidad para memorizar y aprender. Cuando dormimos, el cerebro utiliza este tiempo para asimilar la información que ha aprendido durante el día.
Existen diferencias sustanciales entre dormir y descansar, ya que uno no implica al otro. “Dormir es un proceso por el cual nuestro cuerpo recupera energía, se eliminan desechos que se acumularon durante el día. Se regulan hormonas, se refuerzan las defensas y, además, se consolida la memoria”, afirmó en diálogo con Infobae la doctora Agustina Furnari (MN 163.237), miembro de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni.
“La idea colectiva de que los momentos que pasábamos durmiendo eran una pérdida de tiempo, es actualmente obsoleta. Las investigaciones recientes demuestran que mientras estamos tranquilamente durmiendo, nuestro cerebro está sumamente ocupado procesando la información obtenida a lo largo del día”, explicó la neumonóloga Mirta Castro, especialista en sueño y miembro del Comité Sueño, Oxigenoterapia y Asistencia Ventilatoria de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.
3 - Aumento de peso
La falta de sueño a menudo puede resultar en un incremento de peso sustancial. Distintos estudios científicos sugieren que aquellos que duermen menos de 6 horas al día tienen alrededor de un 30% más de probabilidades de sufrir obesidad.
Recientemente, científicos de la Clínica Mayo de Estados Unidos explicaron en un estudio que las personas con el ciclo de sueño irregular durante dos semanas presentaron aumento de peso y un incremento del 11% en la grasa visceral: “Normalmente, la grasa se deposita preferentemente por vía subcutánea o debajo de la piel —indicó Virend Somers, uno de los investigadores —. Sin embargo, el sueño inadecuado parece redirigir la grasa al compartimiento visceral más peligroso”.
“En el estilo de vida moderno a veces se descuida al descanso como parte importante de la salud, y hoy sabemos que la falta crónica de sueño predispone a la obesidad, diabetes tipo 2, hipertensión y enfermedad cardiovascular“, precisó a Infobae la especialista en Nutrición y Diabetes Marianela Aguirre Ackermann.
La médica señaló que “la recomendación es dormir al menos siete horas. Dormir bien, en calidad y cantidad de horas, es crítico para la salud: impacta la memoria, concentración, niveles de energía y rendimiento físico. Inclusive, el sistema inmunológico funciona de forma más eficiente cuando se duerme bien”.
4 - Se reduce el deseo sexual
El mal descanso nocturno y la falta de sueño también se relacionan con una reducción significativa del deseo sexual. Esto se debe a que la falta de energía, el sueño y el aumento de la irritabilidad son factores que disminuyen la líbido y la búsqueda de placer.
Una investigación inglesa publicada en The Journal of Sexual Medicine basada en exámenes clínicos y entrevistas afirmó que dormir pocas horas disminuye la excitación sexual. A partir de un análisis exhaustivo del genito-sensorial de la zona del clítoris y la vagina los investigadores encontraron evidencia de la función sensorial reducida.
La privación de sueño y su impacto a la hora del sexo afecta por igual a hombres que a mujeres: “Los niveles bajos de testosterona se asocian con una reducción de bienestar y vigor, que también puede ocurrir como consecuencia de la pérdida de sueño”, según los investigadores Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan en su estudio publicado en Pubmed (US National Library of Medicine National Institutes of Health).
5 - Aumento de los síntomas de ansiedad
Según la Fundación del Sueño de los Estados Unidos, el sueño restaura las funciones del organismo y mejora los niveles de energía, por lo que despertarse bien descansado genera un impacto positivo en el estado de ánimo de una persona. Por el contrario, quienes no duermen lo suficiente corren un riesgo mayor de experimentar angustia mental.
La falta crónica de sueño puede provocar ansiedad, depresión e irritabilidad. Sin embargo, desarrollar una rutina de sueño consistente a menudo resuelve estos síntomas, subrayan los expertos de la fundación estadounidense.
Si bien no se sabe si los dos están intrínsecamente vinculados, la privación del sueño y la depresión a menudo ocurren juntas. Puede ser que el sueño exaspere los problemas de las personas con depresión, o que la reducción del sueño provoque síntomas similares. De cualquier manera, la depresión y la ansiedad son más comunes en quienes duermen seis horas o menos al día.
Desafortunadamente, la cantidad de personas que duermen las ocho horas diarias recomendadas está disminuyendo y se estima que alrededor del 30 a 40% de la población no duerme lo suficiente.
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