La Navidad y las fiestas de fin de año se asocian comúnmente con felicidad y armonía, esto es lo que, probablemente, nos han inculcado desde la infancia. Sin embargo, no todo el mundo las vive igual y pueden ser desencadenantes de estrés y ansiedad. La compra de regalos, las reuniones familiares o de trabajo, los gastos y el tránsito en las calles pueden hacer perder la calma a más de uno.
A esas cuestiones se puede unir el duelo por los ausentes: no solo por los fallecidos, sino también por otras pérdidas, como aquellos que emigraron.
El estrés afecta de manera diferente a cada persona e influye según la personalidad, género y edad, dicen los expertos.
En diálogo con Infobae, el doctor Rolando Salinas (MN 72241), jefe de Salud Mental del Hospital Alemán y profesor de Psicología de la Salud en la Universidad Católica Argentina (UCA) explicó:
“En general, las fiestas de fin de año son un motivo de encuentro y de unión familiar. Sin embargo, hay que aceptar que conllevan un componente de estrés debido a cuestiones relacionadas con la organización de las reuniones, los cierres y balances del año laboral y personal, sumados a las preocupaciones excesivas, que son fuente de ansiedad”.
Los duelos por los ausentes son otro motivo de estrés en esta época, dijo el doctor, y agregó: “Muchas personas reviven las pérdidas, los fallecimientos, las rupturas familiares, y en nuestro caso actual, la distancia de los jóvenes emigrados. Los padres, en especial a cierta edad, se alegran del progreso de los hijos que partieron, pero también toman conciencia de la ausencia”.
Otro factor de estrés son las actuales limitantes económicas, dijo el experto, “que se hacen evidentes frente al gasto que implica una reunión o un festejo, en especial cuando hubo mejores épocas”.
Y añadió que en la actualidad, fiestas como la Navidad, que estaban masivamente acompañadas de sentimientos religiosos, perdieron ese sentido trascendente y esperanzador para gran parte de la gente. “La esperanza en el futuro es fundamental para la celebración en el sentido más profundo”, afirmó.
Por otra parte, el concepto de familia ya no se limita al modelo tradicional, cada vez es más común elegir a aquellas personas con las que compartimos nuestra vida, que se convierten en la familia elegida.
El doctor Salinas agregó que el cambio en las estructuras familiares tradicionales también ha puesto a prueba a las celebraciones de fin de año, “que pueden suponer un cierto estrés adaptativo para aceptar modelos más complejos con una pluralidad de dinámicas de convivencia”.
Por su parte, Emilse Schenk, licenciada en Psicología egresada de la Universidad de Buenos Aires (MN 34531) y coordinadora del equipo de Psicología de Centro Hirsch, se refirió al impacto de las fiestas en las personas mayores: “Las reuniones familiares muchas veces pueden generar estrés en ellas porque salen de la rutina a la que están acostumbrados y también por los gastos extra que, quizás, no pueden afrontar. Esto puede producir culpa e insatisfacción”.
Otro punto a tener en cuenta es la soledad que sienten quienes no tienen familiares de sostén y en esta época de reuniones, queda mucho más en evidencia. “Si no tienen familiares para juntarse, hay que incentivar la participación en centros de jubilados o clubes, donde puedan estar con otros pares celebrando las fiestas”, comentó la profesional.
Mujeres y Navidad
Dentro del trabajo de mantener las tradiciones, suelen ser las mujeres quienes cargan con esa labor invisible que exige un sobreesfuerzo de energía. Planificar la comida, hacer las compras, limpiar y decorar la casa, elegir los regalos para cada familiar o amigo. Es una tarea que se suele cargar en los hombros femeninos.
Un estudio a escala europea, realizado en 2023, evidenció la desproporción de las tareas familiares que realizan las mujeres y las consecuencias que estas tienen para su salud mental y física.
El 9,5 % de las mujeres informaron altos niveles de conflicto entre su carga de trabajo laboral y familiar, comparado con el 6,5 % de los hombres. Por otro lado, el 26 % de ellas indicó que habitualmente o siempre son las responsables de organizar actividades sociales conjuntas, en comparación con el 19 % de ellos. Las decisiones rutinarias de compras recae en un 55 % en hombros femeninos, frente al 44 % de los masculinos.
María Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), afirmó en un artículo publicado en el portal de esa universidad que “algunas —o muchas— mujeres tienen miedo de estos espacios vacacionales, como la Navidad o el verano, porque para unos son vacaciones, pero para otros es mucho trabajo logístico y de gestión de relaciones personales”.
Las mujeres suelen asumir la mayor parte de las tareas a realizar durante las fiestas. Este sobreesfuerzo y carga mental pueden desencadenar estrés y agotamiento, dicen los expertos de la UOC y recomiendan redistribuir las responsabilidades familiares durante la Navidad para que todos puedan disfrutar a pleno de las fiestas.
Tres síndromes “antinavidad”
La psicología explica que a ciertas personas no les gusta la Navidad por dificultades en la regulación de sus emociones o por diversas circunstancias psicológicas. Esto las hace más vulnerables a padecer alguno de estos síndromes:
- Síndrome de Grinch: es un término coloquial utilizado para describir el estado emocional negativo que algunas personas experimentan durante las fiestas. Se puede manifestar de muchas maneras, con ansiedad, depresión, nostalgia.
- Síndrome de la silla vacía: se refiere a las emociones difíciles que se sienten al enfrentarse a la pérdida o la falta de un ser querido.
- Síndrome del villancico: se exterioriza cuando las personas entran en conflicto consigo mismas por no conectar con el espíritu navideño, lo que les genera estrés y ansiedad.
Cómo manejar el estrés en las fiestas
Los expertos aseguran que hay que aprender a gestionar el estrés para pasar unas felices fiestas. Para lograr este objetivo, la preparación anticipada y la toma de decisiones familiares colaborativas son elementos clave para mitigar las tensiones y pasar un buen momento.
El doctor Salinas afirmó: “La recomendación más importante es poder separar lo importante de lo accesorio, poniendo el acento en mejorar y disfrutar los vínculos interpersonales significativos”.
Por su parte, la licenciada Schenk resaltó: “Lo primero es anticipar y empezar a organizarse con tiempo, saber dónde se van a reunir, en qué horario, quiénes van a ir y qué tienen que preparar. También se les puede consultar a las personas mayores sobre cómo quieren festejar y si quieren invitar a algún amigo para sentirse más acompañados”.
Y añadió: “Hay que planificar el traslado de ida y vuelta y no someter a la persona mayor a que esté hasta altas horas en un lugar para evitar el agotamiento físico y mental. Es importante adelantarle que cuando se sienta cansada, alguien la va a llevar a su casa”.
Los expertos también destacaron la importancia de mantener los hábitos saludables: seguir una alimentación equilibrada, tratar de no excederse en las comidas o en las bebidas; realizar una actividad física regular y priorizar el descanso. La clave está en escuchar al propio cuerpo, aseguraron los especialistas.
Finalmente, si el malestar en las fiestas de fin de año no cede, acudir a un profesional de la salud mental puede ayudar a abordar de dónde vienen los conflictos familiares y tratar de gestionarlos.