El microbioma intestinal es una comunidad de microorganismos esenciales para la salud intestinal, ya que ayudan a crear una barrera protectora que impide la entrada de bacterias y toxinas dañinas en el torrente sanguíneo. Un microbioma saludable es crucial para limitar la inflamación, mientras que un microbioma desequilibrado, o disbiosis, permite que las toxinas dañinas traspasen la barrera intestinal, lo que puede desencadenar inflamación y daño, un proceso común en la EII, que incluye tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn. Según Harvard Health Publishing, este desequilibrio es un factor determinante en la aparición de la EII.
Probióticos: un apoyo complementario con eficacia limitada
Los probióticos son microorganismos vivos presentes en alimentos fermentados como el yogur y el kéfir, y han sido propuestos como una opción para restaurar el equilibrio intestinal en la EII. Sin embargo, según Medical News Today, no existe una prescripción probiótica de uso común para esta enfermedad, ya que los estudios han mostrado resultados mixtos y los beneficios dependen de cada condición.
- Colitis ulcerosa: ciertas cepas bacterianas, como las bifidobacterias y los lactobacilos, han demostrado en algunos estudios cierta eficacia al reducir los síntomas de la colitis ulcerosa y promover la remisión. Aunque los efectos de estas cepas han mostrado algún beneficio en comparación con los tratamientos inmunosupresores, los probióticos aún no están aceptados para uso médico generalizado debido a su efectividad limitada.
- Pouchitis: en personas que se han sometido a cirugía para extirpar el colon, la inflamación del intestino delgado restante, conocida como Pouchitis, puede aliviarse con una mezcla probiótica específica llamada VSL#3. Este probiótico ha demostrado eficacia en reducir la inflamación en casos crónicos de Pouchitis, y es el único uso de probióticos aprobado en la práctica clínica para la EII, según Harvard Health Publishing.
- Enfermedad de Crohn: en el caso de la enfermedad de Crohn, los estudios han sido limitados y no muestran que los probióticos tengan un efecto significativo sobre los síntomas ni sobre la remisión de la enfermedad. Así, su uso en esta condición sigue siendo experimental.
El rol de la dieta y los prebióticos
Los prebióticos —fibras no absorbibles que nutren las bacterias intestinales— también podrían contribuir a una microbiota saludable. Aunque aún no hay un prebiótico específico recomendado para la EII, una dieta rica en fibra, como la dieta mediterránea, puede mejorar moderadamente los síntomas de la EII y favorecer la salud general.
Tanto Harvard Health Publishing como Medical News Today recomiendan una dieta rica en vegetales y cereales integrales, lo cual apoya un microbioma equilibrado y reduce la inflamación.
Consideraciones de seguridad: supervisión médica en el uso de probióticos
Aunque los probióticos presentan un potencial como terapia complementaria, Medical News Today advierte que los probióticos pueden no ser seguros para personas con sistemas inmunitarios debilitados, como aquellas bajo tratamientos inmunosupresores, debido al riesgo de infecciones y otros efectos secundarios. También se han reportado síntomas digestivos como hinchazón y gases, lo que hace que se recomiende consultar a un médico antes de incorporar probióticos en el tratamiento de la EII.
Alimentos ricos en probióticos
- Yogur: es uno de los probióticos más populares, ya que suele contener bacterias vivas como Lactobacillus y Bifidobacterium, aunque es importante verificar que el producto indique que tiene cultivos activos.
- Kéfir: esta bebida fermentada de leche o agua es similar al yogur, pero contiene una mayor variedad de bacterias y levaduras probióticas.
- Chucrut: col fermentada que, además de ser rica en probióticos, aporta vitamina C y antioxidantes. Debe consumirse sin pasteurizar para conservar los probióticos.
- Kimchi: plato tradicional coreano a base de col y otras verduras fermentadas, rico en probióticos y nutrientes.
- Miso: pasta fermentada de soya, tradicional en la cocina japonesa. Además de los probióticos, es rica en proteínas y minerales.
- Tempeh: otro producto de soya fermentada, de textura firme, que aporta probióticos y es una buena fuente de proteínas vegetales.
- Kombucha: bebida fermentada a base de té endulzado, que contiene diversas bacterias y levaduras beneficiosas para el intestino.
- Encurtidos fermentados (como pepinillos): Si se preparan mediante fermentación natural (y no en vinagre), estos encurtidos contienen bacterias vivas.
- Quesos fermentados: algunos quesos, como el gouda, el cheddar o el suizo, pueden contener probióticos si indican “cultivos vivos”.