Derivada de la planta Salvia hispánica, un miembro de la familia de la menta originaria de Centroamérica, la semilla de chía formó parte de la dieta humana durante más de 5.000 años.
Era un alimento básico para los aztecas y los mayas, y en la actualidad es considerada un superalimento por su valor nutricional.
Una de sus principales cualidades es que pueden absorber hasta 10-12 veces su peso en agua, formando un gel, lo que las hace útiles para mantener la hidratación y puede ayudar en la digestión.
Además, las semillas de chía son muy versátiles en su consumo, lo que permite incorporarlas a la alimentación crudas, mezcladas en yogur, batidos, ensaladas, panes y postres e incluso en aguas, como la popular agua de chía con limón.
Quiénes no deberían consumir semillas de chía y por qué
Así y todo, pese a sus múltiples beneficios, el consumo de semillas de chía no está recomendado en algunas personas. Siempre es conveniente consultar con el médico ante cualquier duda, ya que está desaconsejada la ingesta de estas semillas en pacientes que siguen ciertos tratamientos farmacológicos o que presentan trastornos digestivos.
Es el caso de quienes padecen diabetes tipo 2. Sucede que si bien las semillas pueden ayudar a reducir los niveles de azúcar en la sangre, su consumo excesivo podría interferir con los medicamentos utilizados para tratar la enfermedad y provocar hipoglucemia, según indica la revista Nutrition Review.
Algo similar ocurre en personas que toman medicamentos para la presión arterial, ya que por sus propiedades, las semillas de chía pueden ayudar a reducir la presión arterial, lo cual puede ser contraproducente para quienes ya toman medicamentos antihipertensivos. Debido a que podría llevar a estas personas a una presión arterial demasiado baja, es recomendable que consulten con su médico de cabecera antes de sumar chía a su dieta.
Asimismo, en quienes toman anticoagulantes o antiplaquetarios, es importante tener en cuenta que las semillas de chía pueden ejercer un efecto anticoagulante moderado. Las personas que consumen este tipo de medicamentos deben consultar a un médico antes de incorporar chía a su dieta para evitar el riesgo de sangrados.
En otro orden, por su gran contenido de fibra, las semillas de chía pueden causar problemas digestivos en personas con antecedentes de problemas digestivos. Hinchazón, gases o diarrea son algunos de los síntomas que puede causar especialmente si se consumen en grandes cantidades.
Cómo es la porción de semillas de chía que se puede comer por día
En cuanto a la porción ideal, los expertos de Mayo Clinic aseguraron que contiene: 30% de manganeso, 27% de fósforo, Zinc, vitamina B1, B2 y B3; así como también potasio. En esa pequeña porción también se pueden detectar 138 calorías y sólo 1 gramo de carbohidratos digeribles, 11 gramos de fibra, 4 gramos de proteínas, 9 gramos de grasas (5 de las cuales son Omega 3), un 18% de la cantidad de calcio diario recomendado.
Así es que para aprovechar al máximo los beneficios de la chía, recomiendan consumir entre 10 y 15 gramos de semillas al día, lo que equivale a aproximadamente dos cucharadas.
Los beneficios para la salud de las semillas de chía
Como se dijo, el consumo regular de esta diminuta semilla tiene múltiples beneficios para la salud.
Su composición en omega 3 la vuelve un aliado indispensable para la salud cardiovascular, pero además actúa como un potente antiinflamatorio natural.
Según la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard, estas semillas contienen nueve aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede producir por sí mismo, y que son fundamentales para el crecimiento y la reparación de células y tejidos. Además, son ricas en antioxidantes como compuestos fenólicos, flavonoides, ácido cafeico, ácido clorogénico, miricetina, quercetina y kaempferol, tal como detalló el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria Argentino (INTA) en un informe.
Estos antioxidantes ayudan a reducir la actividad de los radicales libres, previenen el envejecimiento celular, protegen las membranas celulares y pueden prevenir enfermedades crónicas no transmisibles y degenerativas, según advirtió la institución argentina.