Sonarse los nudillos, el cuello o la espalda se ha convertido en una práctica común para muchas personas. Esta acción se realiza por diversas razones, como relajar las articulaciones, prepararse para actividades que requieren esfuerzo físico o simplemente por hábito. Sin embargo, esta costumbre ha sido objeto de debate, ya que algunos sostienen que podría ser perjudicial para la salud.
Según la compañía estadounidense de salud Baptist Health, con sede en Florida, sonarse las articulaciones no implica un mayor riesgo de desarrollar artritis u otros problemas serios, aunque sí se recomienda que las personas con artritis eviten realizar movimientos fuertes.
José Mena, especialista intervencionista de la columna en el Miami Orthopedics & Sports Medicine Institute, explicó a Baptist Health que el sonido que se escucha cuando tronamos las articulaciones proviene de burbujas de nitrógeno en el líquido sinovial que se encuentran en los espacios entre las articulaciones. Las investigaciones modernas respaldan esta explicación.
Estudios realizados con resonancias magnéticas han demostrado que el crujido se produce por la creación de cavidades de gas en el líquido sinovial, un fenómeno que ocurre en menos de 310 milisegundos, según un artículo publicado en la revista científica Plos One.
Cuál es el impacto en las articulaciones
Robert G. Hylland, de la Facultad de Medicina Osteopática de la Universidad Estatal de Michigan, señala que las personas con articulaciones más flojas no pueden generar suficiente presión negativa para crear estas burbujas, lo que explica por qué algunas no logran hacer crujir sus articulaciones. Aunque el alivio que produce el crujido de las articulaciones es temporal y normalmente se repite cada 20 minutos, no hay evidencia de una relación directa entre esta práctica y la artritis.
Jason Liebowitz, especialista en reumatología de Rockaway, Nueva Jersey, afirmó en una entrevista con The Huffington Post que “no hay pruebas de que el crujido de nudillos esté asociado al desarrollo de artritis”. Numerosos estudios, incluida la famosa investigación de Donald Unger, quien hizo crujir los nudillos de su mano izquierda diariamente durante más de 50 años y comparó los resultados con su mano derecha, confirman esta conclusión. Unger no desarrolló artritis en ninguna de las manos, lo que demuestra que el hábito no incrementa el riesgo de la enfermedad.
Sin embargo, hay casos excepcionales que sugieren ciertas precauciones. En 2019, se reportó que una mujer quedó parcialmente paralizada después de que un quiropráctico le sonara el cuello. Según el quiropráctico Aaron Kubal, aunque el riesgo es mínimo, existe una ligera posibilidad de causar un ictus vertebrobasilar al realizar movimientos bruscos en el cuello. Kubal recomienda evitar esta práctica debido a la falta de pruebas de que alivia el dolor agudo o crónico del cuello.
Scott Zashin, internista y reumatólogo de Dallas, indicó que aunque no hay pruebas concluyentes de que sonarse los nudillos provoque artritis, “podría dañar los tendones que conectan los músculos con los huesos”. Además, Harvard Health Publishing ha apuntado casos ocasionales en los que un crujido excesivamente vigoroso ha resultado en lesiones.
Tronarse las articulaciones genera artritis
La artritis, que agrupa más de 100 enfermedades y afecciones reumáticas, tiene diversas causas. La más común, la artrosis, es el estrechamiento del espacio articular debido a la pérdida de cartílago, lo que provoca dolor y molestias. También puede estar causada por enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide, o por la acumulación de cristales, infecciones y otros factores. Nilanjana Bose, reumatóloga de Lonestar Rheumatology en Houston, subraya que muchas variables pueden influir en quién desarrolla artritis, incluyendo la genética y el entorno.
Iziegbe Ehiorobo, del Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, señala que las cavidades o burbujas de vapor tardan aproximadamente 20 minutos en volver a formarse después de crujir los nudillos, lo que explica la periodicidad del hábito. Ehiorobo también refuerza la idea de que, aunque “sonarse los dedos” no provoca artritis, no existen beneficios comprobados para las articulaciones.
Cuáles son las consecuencias
El hábito de sonarse las articulaciones puede ser una forma de enfrentarse al estrés y, aunque no causa daño aparente, puede ser molesto para las personas cercanas. Greg Kawchuk, profesor de Medicina de Rehabilitación en la Universidad de Alberta, Canadá, quien dirigió uno de los estudios sobre el tema, comentó que para él, el sonido es agradable, aunque esta es una apreciación personal.
En conclusión, tronarse los nudillos puede reducir la fuerza de las manos y, en casos extremos, causar lesiones, pero no está directamente relacionado con el desarrollo de artritis. La ciencia respalda que esta práctica es generalmente segura, aunque no exenta de riesgos mínimos en situaciones específicas. Como en cualquier tema de salud, es aconsejable buscar orientación profesional si se experimentan molestias persistentes o se tiene una condición preexistente.