La comunidad científica expresó recientemente opiniones contradictorias sobre una práctica popular: evitar consumir cafeína durante los primeros 90 a 120 minutos después de despertar. La idea ha sido promovida por influencers en línea, quienes aseguran que este hábito produce mejores niveles de energía y evita el temido bajón de la tarde. ¿Existen estudios que avalen tales afirmaciones?
Marilyn Cornelis, investigadora de la Northwestern University Feinberg School of Medicine, explicó a The New York Times que la cafeína actúa bloqueando los receptores de adenosina en el cerebro. La sustancia química es la que se acumula en el transcurso del día y fomenta la sensación de somnolencia.
En cuanto a la velocidad de absorción de la cafeína, Michael Grandner, director del programa de investigación del sueño y la salud de la Universidad de Arizona, destacó que se necesita entre 20 a 30 minutos para que sea absorbida en el torrente sanguíneo y alcance el cerebro. Sin embargo, la duración de su efecto puede variar significativamente dependiendo de los factores genéticos.
La principal razón esgrimida para evitar el café temprano radica en que, al momento de despertar, los niveles de adenosina son más bajos. Esto podría traducirse en menos efectividad de la cafeína si se consume inmediatamente, como menciona Grandner, por lo cual podría ser más beneficioso esperar entre 30 a 60 minutos antes de tomar la primera taza.
No obstante, discrepa de la necesidad imperiosa de este retraso. Expertos como la neurobióloga Allison Brager, afirmaron a The New York Times que en contextos como la conducción de vehículos pesados, la lucha contra incendios o las cirugías matutinas, retrasar la cafeína podría resultar peligroso. La especialista añadió que el consumo regular de cafeína tiene poco efecto en los niveles de cortisol en la mañana, según lo muestran algunos estudios pequeños.
Cornelis señaló que las diferencias individuales en la metabolización de la sustancia son amplias. Algunas personas pueden necesitar más de una dosis de cafeína al día, mientras otras mantienen los efectos del café matutino por más tiempo. Para estos casos, retrasar su consumo podría ser efectivo para extender sus beneficios a lo largo del día y evitar caídas de energía.
De todas formas, si se opta por numerosas dosis de cafeína a lo largo del día, Grandner recomendó hacerlo mientras se evita su consumo seis horas antes de dormir (o hasta entre ocho a doce horas para quienes sufren de insomnio). Además, sugirió que el consumirla de forma excesiva y recurrente puede ser un indicativo de desórdenes tratables como la apnea del sueño. En estos casos, consultar a un especialista del sueño podría ser una solución más adecuada.
El café, además, tiene reconocidas propiedades más allá de la cafeína. Grandner mencionó que también contienen antioxidantes y compuestos beneficiosos de origen vegetal. Esto podría contribuir a sus efectos positivos en la salud.
En resumen, ¿tomar café apenas se despierta es perjudicial? La respuesta parece no ser absoluta. Como mencionan los expertos médicos, la decisión final debe basarse en la preferencia personal y las circunstancias específicas. Algunas personas pueden beneficiarse de esperar un poco antes de tomar la bebida, mientras que otras necesitarán el empuje inmediato de la cafeína.