“No es bueno para el corazón”: un cirujano cardiovascular desmonta el mito del vino tinto

El consumo de alcohol ha sido visto como algo beneficioso para la salud si se realizaba con moderación, algo que comienza a ser desmontado por nuevas investigaciones

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Una copa de vino tinto
Una copa de vino tinto y otra de vino blanco sobre una mesa. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La llegada de las Navidades ha implicado una vuelta de las comidas familiares. Esperadas por muchos, pero odiadas por otros tantos, este tipo de encuentros suelen propiciar que la gente coma un poco más de lo habitual, además de probar los diferentes dulces típicos de estas fechas: turrones, panetones, polvorones o, ya en enero, el roscón de reyes.

Además, para estas fechas suele ser habitual acompañar estos platos con una copa de cava, champán o vino. De entre todas ellas, es la última la que siempre ha gozado de una mejor fama, no solo por su asociación con las comidas más elegantes, sino por los efectos positivos que siempre se le han asociado.

No obstante, los efectos positivos del vino podrían no ser tantos como comúnmente se considera. Se piensa que el resveratrol, un componente presente en la piel de la uva y, por lo tanto, en el vino tinto, es bueno para el corazón y protege frente a enfermedades crónicas. No obstante, el doctor Jeremy London, cirujano cardiovascular famoso por sus vídeos en redes sociales en los que desmonta determinados mitos sobre la salud, informa de que no es exactamente así.

No compensa

“En una palabra, el vino tinto no es bueno para el corazón”, explica. Los niveles de resveratrol son muy pequeños en el vino tinto y no compensan, ni de lejos, las desventajas que supone beber alcohol. “Para obtener niveles adecuados de resveratrol, habría que beber una gran cantidad de vino tinto, y esa cantidad de alcohol claramente superaría los beneficios”.

Esta es una realidad que extiende también al vino blanco. “Aunque contiene polifenoles, el resveratrol se encuentra principalmente en la piel de las uvas y normalmente se elimina durante la producción del vino blanco”. Por ello, recomienda que si lo que se quiere es mejorar la salud, las personas coman uvas o beban zumo de las mismas.

“Bebe vino tinto porque te gusta el vino tinto, no con la esperanza de aumentar tu longevidad”, sentencia el cirujano cardiovascular. “Sigue siendo una elección personal. Es tu cuerpo, son tus reglas, toma las decisiones que más te convengan”.

Los efectos perjudiciales de beber alcohol

Pese a que con frecuencia se ha dicho que beber alcohol con moderación es bueno para la salud, esto tampoco es cierto. Tal y como informaba este mismo año el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), una investigación liderada por el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) demostró que, en comparación con los bebedores ocasionales e infrecuentes, los bebedores que beben con más frecuencia pero con moderación tienen exactamente la misma tasa de mortalidad.

Iñaki Galán, responsable del equipo que realizó el estudio, explicó al ISCIII que los resultados “nos indican que los estudios que enfatizan que beber alcohol en cantidades moderadas puede ser bueno para la salud están basados en utilizar como referencia a las personas abstemias, categoría que no es una buena referencia ya que por distintas razones tienen un peor estado de salud y un mayor riesgo de mortalidad. Por este motivo, se puede estar difundiendo un mensaje de salud pública muy equivocado”.

Relacionado con el envejecimiento cerebral

Otro estudio publicado este mismo mes en la revista Alzheimer’s & Dementia ha estudiado si existe alguna relación entre el consumo de alcohol y el envejecimiento cerebral. Para ello, analizaron los datos de 739 personas de 70 años que no tenían demencia, realizándoles resonancias, análisis de sangre y pruebas cognitivas, además de pedirles que especificaran sus hábitos de vida.

Con la ayuda de la Inteligencia Artificial, combinaron esos datos con los de otras 18.000 personas y encontraron que, en efecto, el alcohol podía ser perjudicial, sobre todo en el caso de las mujeres, que mostraron una mayor posibilidad de tener fallos en la memoria episódica. En los hombres, sin embargo, hallaron que los mayores problemas surgían por el azúcar y las grasas en la sangre.

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