“Bébete el zumo rápido que se le van las vitaminas”. ¿Quién no ha escuchado alguna vez esta frase? ¿A quién nunca sus padres o su abuela le ha reprochado con cierta impaciencia que no tardara en beberse el zumo de naranja recién exprimido porque sus nutrientes simplemente “desaparecían”. Esto, que para muchos pertenece a la sabiduría popular, es en realidad un bulo de la nutrición.
Miguel Herrero es Doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y actualmente trabaja como investigador en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL) del CSIC, centro promotor de su último libro: Los bulos de la nutrición. En esta publicación, Herrero plantea contestar algunas de las preguntas más comunes en torno a la alimentación y asimismo desmontar los mitos más extendidos, como es el caso del zumo de naranja.
Cuando exprimimos varias naranjas y hacemos un zumo, la vitamina C queda disuelta en él y puede perdurar “durante un buen número de horas, o incluso días, si se encuentra refrigerado”. Por ello, la evidencia científica disponible contrasta con la creencia popular de que sus nutrientes pueden volatilizarse en cuestión de unos minutos.
En esta línea, el experto también aclara que, pese a que la vitamina C se ha relacionado comúnmente con la prevención o tratamiento de los resfriados, lo cierto es que no existen evidencias científicas suficientes que respalden esto, “ni siquiera cuando se suplementa su consumo”.
Por qué es importante tomar vitamina C
La vitamina C es fundamental para fortalecer el sistema inmunológico, ayudando a prevenir y combatir infecciones al estimular la producción de glóbulos blancos y mejorar su eficiencia. Además, su potente acción antioxidante protege a las células del daño causado por los radicales libres, lo que contribuye a prevenir enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes y los problemas cardiovasculares. También desempeña un papel crucial en la síntesis de colágeno, una proteína vital para la salud de la piel, los huesos, los tendones y los vasos sanguíneos.
Otra de sus funciones destacadas es su capacidad para mejorar la absorción del hierro proveniente de fuentes vegetales, ayudando a prevenir y tratar la anemia por deficiencia de hierro. Asimismo, favorece la cicatrización de heridas y protege la piel contra el daño causado por la contaminación y la radiación solar. Aunque se encuentra en abundancia en alimentos como cítricos, fresas, pimientos, brócoli y papaya, es importante garantizar su ingesta diaria recomendada, ya que el cuerpo no puede producir ni almacenar vitamina C de manera significativa.
Como ocurre con el resto de vitaminas, la vitamina C es totalmente imprescindible para nuestro cuerpo, ya que nuestro organismo no es capaz de fabricarla. “No obstante, tomarla en exceso no provoca ningún efecto mayor, sino que el organismo la elimina. Si a esto le sumamos que llegar a la cantidad mínima de vitamina C es realmente fácil al estar presente en muchos alimentos, no debería existir una preocupación real por llegar al mínimo recomendado para tener que recurrir a complementos o suplementos vitamínicos”, explica el doctor Herrero.