La cebolla es una de las plantas más consumidas en todo el mundo en diferentes culturas gracias a su inmensa versatilidad en la cocina: para los sofritos, como acompañante, en su forma caramelizada o en sopas, este vegetal se ha ganado el broche a uno de los alimentos básicos en nuestra dieta. Sin embargo, sus propiedades van más allá de lo puramente culinario, pues el perfil nutricional de las cebollas las convierte en una opción excelente para consumir diariamente.
La Fundación Española de Nutrición (FEN) recalca que la cebolla es un alimento con un bajo contenido calórico, por lo que las personas preocupadas por su peso no tienen por qué renunciar a su consumo. En promedio, 100 gramos de cebolla contienen alrededor de 40 calorías. Esto se debe a su alto contenido de agua (aproximadamente el 89%), lo que le permite ser un alimento hidratante y refrescante.
La cebolla también es una buena fuente de potasio, un mineral esencial que juega un papel fundamental en diversas funciones corporales. El potasio es importante para el funcionamiento adecuado de los nervios y los músculos, incluida la regulación del ritmo cardíaco. Además, ayuda a contrarrestar los efectos del sodio en la presión arterial, contribuyendo así a mantener niveles saludables de presión arterial y a prevenir problemas cardiovasculares. Consumir alimentos ricos en potasio, como la cebolla, puede ser beneficioso para personas con hipertensión o aquellos que buscan mejorar su salud cardiovascular en general.
Otra de las propiedades importantes de este alimento es su contenido en vitamina C, esencial para la salud del sistema inmunológico ya que protege al cuerpo de infecciones y favorece la cicatrización de heridas. Además, la vitamina C actúa como un potente antioxidante, lo que significa que ayuda a combatir el daño oxidativo causado por los radicales libres, moléculas que pueden dañar las células y contribuir al envejecimiento prematuro y a la aparición de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
Beneficios de la cebolla para la salud
El consumo regular de cebolla puede tener varios efectos positivos sobre la salud gracias a sus aportes nutricionales recogidos por la FEN:
- Mejora la salud cardiovascular: el contenido de potasio y flavonoides de la cebolla contribuye a mejorar la salud del corazón. El potasio ayuda a regular la presión arterial, mientras que los flavonoides pueden ayudar a reducir el colesterol LDL (conocido popularmente como el colesterol “malo”) y mejorar la circulación sanguínea, lo que disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
- Fortalece el sistema inmunológico: gracias a su contenido en vitamina C y quercetina, la cebolla puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico, haciéndolo más eficaz a la hora de combatir infecciones. Esto la convierte en un alimento especialmente beneficioso durante los meses fríos o en épocas de alta incidencia de enfermedades respiratorias.
- Propiedades antiinflamatorias: la quercetina presente en la cebolla tiene potentes propiedades antiinflamatorias, lo que puede ser útil en la prevención de enfermedades inflamatorias crónicas, como la artritis y algunas enfermedades autoinmunes.
- Apoyo a la digestión: la cebolla también contiene fibra, lo que favorece el tránsito intestinal y mejora la salud digestiva. Además, algunos estudios han sugerido que la cebolla tiene propiedades prebióticas, lo que significa que alimenta a las bacterias beneficiosas del intestino, mejorando el equilibrio de la flora intestinal.
Contraindicaciones de la cebolla
Si se consume en cantidades moderadas, la cebolla no supone ningún riesgo para la salud. De hecho, su principal contraindicación es el mal aliento que provoca. Esto se debe a los compuestos sulfurados que se liberan durante la digestión y que pueden provocar un olor fuerte en el aliento, que persiste incluso después de cepillarse los dientes. Aunque este es un efecto temporal y no tiene consecuencias graves para la salud, puede ser molesto en situaciones sociales.
Existen algunas personas que aseguran que comer este vegetal puede provocarles molestias gastrointestinales, como gases, hinchazón o acidez estomacal, especialmente si se consume en grandes cantidades o cruda. Esto se explica por la presencia de compuestos sulfurados y de fructanos, un tipo de fibra fermentable que puede causar incomodidad en personas con sensibilidad gastrointestinal o con síndrome del intestino irritable (SII).