Acabar los exámenes finales debería ser el inicio de unas vacaciones para descansar y disfrutar del tiempo libre con los seres queridos. Del mismo modo debe ocurrir cuando tenemos unos días libres en el trabajo. Sin embargo, cuando llegan las esperadas vacaciones, muchas personas caen enfermas, como si su cuerpo hubiese estado aguardando al acecho esos días del año.
“A mitad de julio, justo cuando acabé los exámenes, me puse mala con placas durante un mes. Lo curioso de esto es que los tres últimos veranos he estado enferma en esas mismas fechas. El año pasado me puse mala de los oídos y el anterior también con placas”, cuenta Julia Franco para Infobae España, asegurando que no suele enfermar el resto del año.
El caso de esta joven sevillana puede ser similar al de muchas otras personas que contraen distintos tipos de virus o bacterias al inicio de sus vacaciones, ya sea de verano, de Navidad o Semana Santa. Es lo que a menudo se conoce como el ‘síndrome del ocio’ y que aparece cuando pasamos de una rutina de estrés y actividad constante a una más relajada y de descanso.
Este síndrome o ‘enfermedad del ocio’ puede mostrarse en múltiples síntomas en función de cada cuerpo, desde resfriados y náuseas hasta dolores musculares y de cabeza. Pero, ¿realmente existe una explicación científica detrás de este fenómeno? ¿Acaso saben nuestras células los días que tenemos marcados en el calendario para irnos de vacaciones?
Nuestras células saben que nos vamos a la playa
Hace unos años, el psicólogo Ad Vingerhoets se dio cuenta de que solo enfermaba en fines de semana. Movido por la curiosidad, llevó a cabo un experimento amparado por la universidad en la que es profesor, la Universidad de Tilburg (Países Bajos). Tras entrevistar a más de 2.000 personas con edades comprendidas entre los 16 y los 87 años, observaron que el 3% de ellas sufrían la ‘enfermedad del ocio’.
Lo curioso es que el equipo de científicos también analizó que los afectados compartían una serie de rasgos de personalidad comunes: eran personas ambiciosas, competitivas y perfeccionistas en el trabajo y con dificultades para afrontar cambios.
No obstante, la observación de Vingerhoets no terminaba de ofrecer una explicación puramente científica. Al menos, no completamente. El equipo continuó con las investigaciones hasta llegar a dos posibles causas. La primera de ellas fue que el ajetreo y el estrés diario crea una especie de barrera protectora mediante la cual el cerebro ignora las señales del cuerpo. Es en el momento en el que se le da un descanso que ese escudo se cae y los síntomas de las afecciones se hacen evidentes.
El cortisol, que es conocida por ser la “hormona del estrés”, puede perjudicarnos si se encuentra elevado durante un tiempo prolongado. Sin embargo, en su justa medida, el estrés nos ayuda a estar preparados, según algunos expertos de la Asociación Estadounidense de Psicología. Es decir, es como si el cerebro supiera que “no puede permitir” al cuerpo contraer ninguna infección.
Menos trabajo, más alcohol
La segunda de las explicaciones a la que llegó este psicólogo neerlandés fue que las vacaciones tienden a estar ligadas a unos hábitos de vida menos saludables, como unos horarios de sueño o un exceso en el consumo de bebidas alcohólicas. Los reencuentros con familiares y amigos incitan a un incremento de la ingesta de alcohol en comparación al resto del año.
Según un estudio realizado por la empresa de datos Appinio, el 55% de los españoles encuestados confiesa que su consumo de alcohol durante las vacaciones de verano aumenta hasta más de dos veces por semana. Un 13% llega a hacerlo hasta seis veces por semana. No obstante, casi el 70% de los encuestados asegura que, con la vuelta a la rutina, el consumo decae hasta niveles más normales.
¿Puede considerarse el síndrome del ocio una patología?
Lo cierto es que este síndrome del ocio no se considera una patología, quizás porque, de momento, no se establecido propiamente en la literatura médica. Sin embargo, ha logrado llamar la atención de una parte de la comunidad científica, especialmente de la Psicología.
Algunos profesionales de la salud mental, como la psicóloga Eva María Esparza Meza, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), declaran que de lo que se trata realmente es de un trastorno relacionado con el estrés y la ansiedad. En parte esto lo explica un tipo de personalidad obsesiva y perfeccionista, aunque cada caso varía según la persona.
En España, un tercio de la población sufre algún tipo de problema de salud mental, lo que supera el promedio de otros países europeos como Francia o Suiza. De hecho, el 62% de los españoles afirman sentirse estresados, la cifra más alta registrada de los últimos tres años.