50 perritos en 10 minutos, así es la preparación del campeón de concursos de ‘hot dogs’: “Siempre estoy al borde de la muerte”

Takeru ‘Tsunami’ Kobayashi es el primer atleta de élite de la competición alimentaria

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Joey Chestnut y Takeru Kobayashi. (Craig Ruttle/ AP)
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Joey Chestnut y Takeru Kobayashi. (Craig Ruttle/ AP) chivo)

Comer 50 perritos calientes en 10 minutos no es una tarea fácil, requiere entrenamiento, como si de una carrera de atletismo se tratase. Para Takeru ‘Tsunami’ Kobayashi, el llamado padrino de los concursos de comida, eso significa beber mucha agua, tal y como ha detallado en una entrevista a The Guardian. Para ello, comienza bebiendo cinco litros en menos de 90 segundos, después descansa y repite el proceso al día siguiente, incrementando la cantidad y haciéndolo más rápido. El objetivo: aumentar la capacidad de su estómago y la velocidad a la que se expande. Para él, este preparamiento “es similar a la idea de desarrollar un músculo”.

Kobayashi es el primer atleta de élite de la competición alimentaria. Su carrera se ha basado en una procesión de récords batidos con logros aparentemente imposibles: 9,7 kg de fideos soba en 12 minutos, 9 kg de bolas de arroz en 30 minutos o 41 rollitos de langosta en 10 minutos. A sus 46 años, lleva 24 triunfando como deportista de la comida desde que apareciera por primera vez en la televisión japonesa, aunque hace tiempo que no compite.

157 tacos en 10 minutos

2019 fue el último año en el que pudimos ver a Kobayashi triunfando, cuando se alzó con el oro en el Gringo Bandito Chronic Tacos Challenge comiéndose 157 tacos en 10 minutos. Este septiembre vuelve al ruedo enfrentándose a su rival más acérrimo, el estadounidense Joey Chestnut, en un especial de Netflix retransmitido en directo: Chestnut vs Kobayashi: Unfinished Beef. La última vez que estuvieron frente a frente fue en 2009, cuando el norteamericano tuvo que regresar a casa con la derrota tras perder 81 a 93 en un combate de hamburguesas de ocho minutos.

Los problemas del éxito

Takeru Kobayashi en una imagen de archivo.
Takeru Kobayashi en una imagen de archivo.

Para alguien cuya carrera consiste en comer alimentos procesados en cantidades industriales, tiene una complexión delgada, pesa 68 kilogramos, mide 1,73 metros y tiene unos antebrazos musculosos que trabaja tres veces por semana. Sin embargo, detrás de esa imagen que se concibe como ‘saludable’ están los estragos de esa vida de excesos: artritis en la mandíbula por masticar demasiado, problemas lumbares similares a los que sufren las embarazadas y erosión de los dientes.

El japonés siempre ha considerado la competición alimentaria como un deporte y aboga por profesionalizarla. “Siempre se hace mucho daño al cuerpo. Tres de mis compañeros han fallecido entre los 20 y los 50 años, así que es algo que me preocupa”, reconoce al medio británico.

De estudiar economía a comer a velocidades de récord

De pequeño, Kobayashi no tenía una relación especial con la comida, aunque su madre era “estricta” y le prohibía las bebidas y los aperitivos poco saludables. Su fascinación por estos certámenes floreció a una edad temprana, cuando vio una prueba junto a su familia en la televisión, cuando “todavía se consideraba un espectáculo de fenómenos”. Su primera participación en un concurso fue en el año 2000, mientras se supone que estudiaba Economía en la Universidad Yokkaichi. Primero, fue un desafío en una casa de curry local y tras alzarse con el premio, un par de concursos televisados. El dinero que obtuvo de los premios fue suficiente para hacer de este su futuro y abandonar ese pensamiento de convertirse en contable.

Explica que al principio sentía “un poco la vergüenza de ser visto como un bicho raro”. Pero a medida que la televisión japonesa fue popularizando estas pruebas, esa timidez fue pasando a un segundo plano. Fue mejorando su técnica y dejó de preguntarse cuántos perritos calientes podía comer, para centrarse en cómo podía comerlos más rápido.

“La parte más difícil de un concurso es cuando acabas”

Los atletas de los alimentos, comen tan rápido que la comida apenas llega a la lengua. Kobayashi termina cada combate exhausto y sin aliento, ya que, esa cantidad ingente de sustento desplaza sus órganos e impide que sus pulmones se expandan. “La parte más difícil de un concurso es cuando acabas, ahí sufres de verdad”, explica el profesional. Cuenta que el estómago “pesa mucho” y que por eso evitar sentarse o tumbarse, para no ejercer más presión sobre él.

Ayunos de tres días

En un documental publicado en Netflix Hack Your Health: Secrets of the Gut, Kobayashi reveló que ya no siente hambre y que a veces pasa tres días sin comer. Tras múltiples pruebas, se enteró de que su microbioma intestinal parece normal, pero que las áreas de su cerebro relacionadas con la alimentación -sentir náuseas, sensación de saciedad- se disparan constantemente. “La ventaja de no sentir hambre es que puedo controlar mejor mi dieta”, reconoce. Su menú del día a día consiste en alimentos sencillos: pollo a la plancha, huevos duros, tofu y yogur, poniendo especial énfasis en las proteínas.

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