Situada en la provincia de Málaga, sobre un desfiladero surcado por el río Guadalevín, Ronda es un destino de singular belleza que combina paisaje, historia, cultura y una arquitectura impresionante, que la posicionan como una de las ciudades más bonitas de toda España. Este rincón de Andalucía se encuentra rodeado de unas condiciones geográficas únicas que hacen de este destino, además de interesante, bello y lleno de curiosidades, uno de los mejores para los amantes del buen vino.
A diferencia de otras zonas de la península donde se produce vino, la zona de la Serranía de Ronda posee una orografía muy accidentada. Esto da lugar a paisajes con viñedos en pendiente y en los que se conservan los métodos de recolección más tradicionales. Sumado a una gran diversidad de microclimas, influenciados por la proximidad del mar Mediterráneo y del océano Atlántico, todo ello resulta en vinos de una enorme singularidad.
Allí, en plena Serranía de Ronda, se encuentra un antiguo convento trinitario que alberga una de las bodegas más espectaculares de Andalucía, un lugar en el que saborear vinos elaborados en Ronda bajo unos magníficamente conservados frescos medievales. Se trata de la Bodega Descalzos Viejos, una de las muchas que dibujan el panorama vitivinícola de la serranía. Al frente del proyecto se encuentran las familias Retamero y Salesi, que se dedicaron a recuperar este antiguo monasterio del siglo XVI, donde moraban monjes trinitarios para darle una nueva vida.
Su idea inicial, hace ya más de 20 años, no fue necesariamente dedicar este convento al vino, sino más bien arreglar el conjunto abandonado y habitarlo. Fue más tarde cuando, al ver los antiguos mapas de la zona, se dieron cuenta de que los ‘viejos descalzos’, como se les llamaba cariñosamente a los últimos religiosos del convento, habían plantado viñas. Hoy, la bodega ha recuperado esta tradición vitivinícola, sumándola a una oferta de visitas y eventos como conciertos de flamenco, de jazz y visitas guiadas a esta curiosa finca en pleno corazón de Ronda.
La historia: los Trinitarios Descalzos, terremotos y huertos
La Finca Descalzos Viejos, en la localidad malagueña de Ronda, ofrece a sus visitantes la oportunidad de degustar vinos españoles en un entorno histórico único. Fundada en 1505 por la Orden Trinitaria Católica, esta estructura fue originalmente un convento, ubicado en las faldas del Tajo. Dicho lugar, que había sido una antigua ermita, se puso bajo la advocación de una imagen del Cristo de los Remedios, regalo de los Reyes Católicos.
Su aislamiento respecto a la ciudad se convirtió en una gran dificultad para la práctica a la que se dedicaba la orden, lo que motivó que, a finales del siglo XVI, los trinitarios se trasladaran a un edificio de Ronda, donde fundaron un nuevo convento. En 1608, el Convento del Tajo se entregó a la Orden Reformada de los Trinitarios Descalzos, haciéndose cargo del mismo el reformador de la Orden, Juan Bautista de la Concepción.
Con el paso del tiempo, la finca se fue deteriorando debido a terremotos y deslizamientos de tierra que estropearon los cimientos de la misma y, en 1664, los Descalzos decidieron abandonar el lugar, a excepción de algunos monjes que se quedaron para cuidar los huertos y frutales. De ahí surgió el nombre de Descalzos Viejos, denominación que la actual bodega ha recuperado.
En 1998, los actuales propietarios restauraron el edificio y comenzaron a utilizar las tierras adyacentes para la plantación de viñedos. Hoy en día, quienes visiten este antiguo convento pueden sentarse a disfrutar de un buen vino contemplando los frescos recuperados en el altar mayor del convento, que, bajo numerosas capas de cal, desconchones y humedades, han sobrevivido milagrosamente. Ahora se ha convertido en vestíbulo principal, lleno de filas y filas de cubas de vino. La finca también cuenta con una extensión de aproximadamente 40 hectáreas de tierras agrícolas donde crecen naranjos, limoneros, olivos y aguacates.
Los vinos: siete variedades y caldos premiados
Esta construcción, original del siglo XVI, fue restaurada y adaptada a finales del pasado siglo, adaptándola para albergar la elaboración de los vinos de esta prestigiosa bodega. El antiguo convento corona la inmensa finca, que cuenta con una superficie de 16 hectáreas y que se sitúa en un marco de incomparable belleza, en la Cornisa del Tajo de Ronda, rodeada de tres parques naturales.
En total, la bodega trabaja 10 hectáreas de viñedo repartidas en tres fincas: Finca Descalzos Viejos, en la parte alta y media de la ladera del Tajo, a unos 650 metros de altitud y caracterizada por bajas temperaturas en invierno y elevadas en verano; Finca Prado Nuevo, la más cercana a la bodega, a unos 600 metros de altitud, influida por la proximidad al río Guadalevín, y de suelos franco-arcillosos; y Finca Huerto del Mellizo, en la aldea de La Cimada a la vera de un arroyo, caracterizada por un suelo con alto contenido en arcilla, más frío y húmedo que la del Tajo.
En todas estas fincas, la bodega rondeña cultiva un total de siete variedades: Cabernet Sauvignon, Syrah, Garnacha, Graciano, Petit Verdot, Merlot y Chardonnay. Con sus uvas, la bodega procesa y embotella un total de siete vinos diferentes, cada uno de ellos con una personalidad propia. Entre ellos destacan el DV, su vino más joven elaborado a partir de variedades Garnacha, Syrah y Merlot, y el DV+, elaborado a partir de Graciano, Cabernet Sauvignon y Merlot con una crianza de 12 meses en barrica y varios premios de gran importancia en el sector.
Ir a probar los vinos de Ronda en esta histórica bodega es toda una experiencia. Por su estructura, y por las características de la bodega, las visitas deben ser programadas y de grupos reducidos, concertadas previamente. La visita será totalmente personalizada y su precio irá en función de lo que se incluya en la misma.