Cuando perder peso te destroza la salud: el peligro de las dietas restrictivas

Cada vez más personas hacen algún tipo de régimen en España. Los jóvenes son quienes más dietas hicieron en 2023, influidos por las redes sociales y los ‘influencers’

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Una persona se pesa en
Una persona se pesa en una báscula. (Freepik)

Luisa Gallardo tiene 45 años y lleva tres haciendo dieta. Aunque los primeros meses consiguió adelgazar hasta seis kilos, llegó un momento en el que, sin saltarse las pautas nutricionales, comenzó a engordar. Ante esto, su nutricionista le aconsejó cenar todos los días yogures proteicos y limitar su almuerzo a verduras y proteína sin grasa. “Comía cuatro cosas contadas, siempre lo mismo. Y además, tenía que seguir unos horarios, solo podía comer cada tres horas”, cuenta. Nada de frutas, nada legumbres y, por supuesto, ni oler la pasta o el azúcar.

Comenzó a tener la sensación de que no solo no perdía peso, si no que cada mes ganaba más centímetros de cintura, incluso tras haberse apuntado a un entrenador personal. Se gastaba más de 150 euros mensuales y al final terminaba todos los meses con la sensación de estar tirando el dinero y empeorando su salud, a pesar de que cumplía todo lo que le decían los profesionales: “Me empecé a obsesionar, no entendía lo que estaba pasando con mi cuerpo”, explica. Luisa dejó de disfrutar la comida, sintiendo que esos yogures le saciaban más que cualquier otro alimento.

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Según un estudio de la aseguradora AEGON, casi un 28% de los españoles hizo algún régimen en 2023. Se trata de un dato preocupante, que ha aumentado más de seis puntos con respecto a 2022 (cuando fue de un 21,6%). Los profesionales achacan estos datos al aumento de la exposición de las redes sociales y la autoridad que los influencers tienen sobre los jóvenes. Un problema que se agrava si no se cuenta con el asesoramiento de los profesionales. El 57% de las personas que hizo régimen durante ese periodo no contó con la orientación de expertos, y las dietas más habituales fueron las que consisten en eliminar alimentos concretos o comer menos cantidad, actuaciones que están llevando a la gente a ir a terapia.

Mala relación con la comida

Julia Cebrián es psicóloga sanitaria analista de conducta y explica que lo que más se está encontrando en consulta son personas que llegan con restricciones de comida y un sobre-control de la alimentación, acciones que pueden desembocar en problemas más graves: “Cuando hay una restricción, por norma general se genera una especie de tensión. Debido a esa restricción, aumentan el malestar, la ansiedad o la activación y esto incrementa la probabilidad de tener un atracón” señala.

Los atracones consisten en comer grandes cantidades de comida en un periodo determinado sin ningún tipo de control. Hacerlo recurrentemente puede desembocar en un Trastorno de la Conducta Alimentaria. Por ello, a la hora de decidirse a ir al dietista, hay que valorar también si acudir a un psicólogo.

“Las nutricionistas hacen mucha falta, pero también es verdad que, si estamos hablando de problemas de alimentación, quizás lo primero debería ser la consulta psicológica, evaluar cómo estamos, qué necesidades tenemos. Y si existe una necesidad de nutrir, por supuesto, colaborar con las compañeras nutricionistas. Pero normalmente, al principio tiene más sentido trabajar desde psicoterapia, porque esa sensación de control o de descontrol no tiene tanto que ver con con los nutrientes, sino con otros factores personales”, aclara Cebrián.

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Sheila Mulero, psicóloga y nutricionista, coincide con las palabras de su compañera de profesión en que “la prioridad es ir al psicólogo” para poder mejorar la relación con la comida. Desde su experiencia, a la hora de trabajar este problema, lo primordial es entender que la dinámica que subyace es una paradoja: “Cuanto más se intenta uno controlar, más se acaba descontrolando. La mayoría de las personas intentan hacer esto para solucionar el problema, cuando realmente forma parte del problema, lo empeora y lo mantiene”.

En el proceso, según Mulero, se busca educar en un nuevo paradigma basado en la alimentación intuitiva, que implica escuchar al cuerpo. Y sobre todo, entender que a la comida no se le tiene que dar una moralidad (determinar si algo es bueno o malo), para desde ahí poder tener la libertad de decisión sobre lo que comer.

Las personas jóvenes, las que más lo sufren

El grupo de edad que más dietas hizo en 2023 fueron los jóvenes de entre 18 y 25 años (el 43%), que además es el colectivo que más tiempo pasa en las redes sociales. Esta relación no es ninguna casualidad. Cebrián explica que el papel de los influencers es fundamental, sobre todo a edades en las que esas personas se convierten en un modelo a seguir.

“Estamos constantemente expuestas a gente mostrando su cuerpo activamente y asociándolo con las conductas que tiene. Personas que te muestran qué comen en un día, y lo primero que te enseñan es su cuerpo o te dicen que van a comer una cosa que se han ganado porque han hecho ejercicio antes. Así, la gente aprende que si quiere tener el cuerpo que tiene esa influencer, solo puede comer esas cosas o hacer ese deporte para permitírselo”, argumenta la sanitaria.

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Según detalla Cebrián, este problema se agrava cuando los influencers utilizan filtros o tratamientos de belleza inaccesibles para la mayoría de la población, creando cánones que pueden ser falsos o que requieren operaciones, cremas y tratamientos especiales para ser cumplidos.

Grupo de pediatras emite advertencia contra dietas bajas en carbohidratos o cetogénicas para Niños. (crédito: Healthday TV Spanish)

No existen las enfermedades relacionadas con el peso

Otro aspecto en el que ambas profesionales coinciden es en que no hay patologías que estén relacionadas con el peso, una creencia bastante extendida en la sociedad.

Mulero comenta que “todas las patologías que se asocian a un cuerpo grande también las tienen las personas delgadas, ya que realmente están asociadas a unos hábitos”. De hecho, la experta explica que las personas tenemos, como máximo, la responsabilidad de un 26% sobre nuestro cuerpo. “El resto de factores, hasta el 100%, no están bajo nuestra responsabilidad porque son ambientales, políticos, de acceso a salud, económicos, muchos factores aparte de genéticos, que son inamovibles”.

Por ello, aunque muchas personas crean que deben bajar de peso por salud, tienen que saber que para estar sanas hay otras acciones mucho más efectivas que hacer una dieta, como trabajar la movilidad, entrenar fuerza o generar masa muscular, destaca la profesional.

Luisa recuerda los meses que vivió bajo ese régimen como “horribles”, pero admite que comenzó una nueva vida cuando decidió cambiar de dietista: “Una compañera del trabajo me dijo que su nutricionista siempre le permitía comer de todo y que no se guiaba por el peso saludable, sino por parámetros saludables, por ejemplo la grasa visceral. Yo ya estaba pensando en hacerme análisis para ver si tenía alguna enfermedad hormonal, como tiroides, pero en la primera semana con la nueva dietista adelgacé dos kilos, y comiendo cosas que hasta entonces tenía prohibidas”.

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