Ir al gimnasio con un amigo aumenta un 35% la frecuencia de las visitas

Un estudio ha demostrado que realizar ejercicio físico con amigos hace que sintamos más responsabilidad para no dejarlo

Dos amigas en un gimnasio (Shutterstock)

En ocasiones puede resultarnos muy difícil cumplir con muchos de los objetivos que nos marcamos y mantener nuestra fuerza de voluntad: ir al gimnasio, aprender un nuevo idioma, comenzar un nuevo hobby... Pero existe un remedio para alcanzar nuestras metas y que la ciencia ha demostrado que es bastante efectivo: hacerlo en compañía de un amigo. Así lo expone un reciente estudio publicado en la revista Management Science.

La investigación se ha realizado en colaboración entre la Universidad de California, la Universidad de Washington y la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) y surgió a raíz de observar las asistencias al gimnasio. Así, las profesoras Rachel Gershon, Cynthia Cryder y Katy Milkman han descubierto que ir con un amigo a entrenar aumenta las visitas en un 35%, pese a la dificultad de coordinar los horarios. “A pesar de añadir la fricción de trabajar con otra persona, vimos que la gente estaba más motivada y era más probable que fuera. Esto ilustra cómo los incentivos sociales, que no siempre se tienen en cuenta, pueden ayudar a las personas a superar otras barreras que se interponen en su camino”, explica Gershon.

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Para llevar a cabo el experimento, las investigadores reclutaron a dos grupos de personas que acudieron durante un mes al gimnasio y se emparejaron con un amigo. Al primer grupo se le dio una tarjeta regalo que les ofrecía un dólar por cada vez que acudieran al gimnasio, independientemente de lo que hiciera su amigo. Para el segundo grupo, ellos solo recibirían el dólar si iban los dos juntos. Así, observaron que los que recibían el pago solo cuando iban al gimnasio con sus amigos duplicaron la frecuencia con la que iban juntos y aumentaron sus visitas totales al gimnasio en un 35%. Es decir, que los costes logísticos de coordinarse con otra persona quedaban eclipsados por los beneficios.

Por otra parte, los participantes aseguraron disfrutar más de sus visitas al gimnasio cuando acudían con sus amigos, lo que aumentaba la probabilidad de que volvieran juntos. Además, tenían un mayor sentido de la responsabilidad cuando quedaban con su amigo en el centro. “Nuestro estudio identifica dos tipos de responsabilidad. Las personas se sienten responsables ante sus amigos, ya que querían que obtuvieran la recompensa, pero también pueden tener preocupaciones de reputación de que sus amigos pensaran mal de ellos si no cumplían”, aclara Gershon.

Un grupo de amigos entrena en un gimnasio (Shutterstock)

Cuando los científicos encuestaron a la gente sobre en cuál de las dos condiciones preferirían participar, la mayoría -más del 80%- dijo que preferiría no tener que coordinar sus visitas con un amigo. Aunque en cierto modo no es sorprendente, esto sugiere que la gente podría ver fácilmente los inconvenientes de las visitas coordinadas pero no reconocer los beneficios potenciales, desde el aumento de la motivación hasta la creación de vínculos sociales más fuertes.

El estudio también descubrió que, en concreto, entre los dos amigos, el que hacía ejercicio con más frecuencia antes del estudio experimentó un aumento de la frecuencia con la que iba al gimnasio, pero el compañero que hacía menos ejercicio antes del estudio experimentó un aumento aún mayor de las visitas, lo que sugiere que este tipo de incentivos sociales pueden ser especialmente eficaces para distintos grupos de personas.

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Más allá del contexto de este experimento, los resultados ilustran cómo la incorporación de una dimensión social a los comportamientos deseados puede fomentar su seguimiento. Es decir, si se nos complica cumplir con nuestros objetivos, quizás lo mejor sea pedir la compañía de un amigo.

* Con información de Europa Press

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