A muchas personas les ocurre que en época de estrés tienden a comer en exceso. Picotean entre horas, acuden al frigorífico o a la despensa en busca de algo dulce o se sirven más cantidad en los platos. Y es que algunos alimentos, especialmente aquellos ricos en grasas y azúcares, tienen un efecto “reconfortante” para el estrés, por las hormonas que liberan en nuestro cuerpo.
Si el estrés se presenta a corto plazo, este puede tener un efecto contrario y reducir el apetito. Esto se debe a que el sistema nervioso envía mensajes a las glándulas suprarrenales situadas encima de los riñones para bombear la hormona epinefrina, también conocida como adrenalina. La epinefrina ayuda a desencadenar la respuesta de lucha o huida del cuerpo, un estado fisiológico acelerado que suspende temporalmente la alimentación, según explican desde la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
Sin embargo, si el estrés persiste en el tiempo, el efecto es justo al contrario: esa ansia por comer. Esto se explica por la liberación desde las glándulas suprarrenales del cortisol, una hormona que aumenta el apetito. Terminado el episodio que nos produce estrés, los niveles de cortisol disminuyen y vuelven a sus valores normales. Sin embargo, si el estrés no desaparece, el cortisol sigue elevado y persisten esas ansias por la comida.
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En esta misma línea, desde la Universidad de Harvard sostienen que el estrés también puede afectar a las preferencias alimentarias, pues parece ser que se tiene preferencia por los alimentos ricos en grasas, azúcar o ambos. La causa tras esto puede deberse a una combinación de altos niveles de insulina y cortisol. Estos alimentos tienen un efecto amortiguador de las respuestas y las emociones propias del estrés.
Técnicas para aliviar el estrés
Los expertos aconsejan una serie de métodos para manejar el estrés sin tener que recurrir al picoteo entre horas y a comer en exceso. La meditación ha sido objeto de numerosos estudios que demuestran su capacidad para reducir el estrés. Aunque gran parte de la investigación se ha centrado en sus efectos sobre la presión arterial alta y las enfermedades cardíacas, también se ha observado que la meditación puede influir en las elecciones alimentarias. Con práctica, las personas pueden volverse más conscientes de sus impulsos hacia alimentos reconfortantes cargados de grasa y azúcar, y aprender a inhibir estos impulsos.
El ejercicio físico también es una herramienta eficaz para mitigar los efectos negativos del estrés. Aunque los niveles de cortisol pueden variar según la intensidad y la duración del ejercicio, en general, la actividad física puede ayudar a contrarrestar el estrés. Algunas actividades como el yoga y el taichí combinan elementos de ejercicio físico y meditación, lo que las convierte en opciones especialmente beneficiosas para reducir el estrés.
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El apoyo social desempeña un papel crucial en la gestión del estrés. Tener amigos, familiares y otras fuentes de apoyo puede amortiguar los efectos del estrés en las personas. Por ejemplo, según los expertos de Harvard estudios han demostrado que aquellos que trabajan en entornos estresantes, como las urgencias de los hospitales, experimentan una mejor salud mental cuando cuentan con un adecuado apoyo social. Sin embargo, las personas que no enfrentan situaciones tan extremas también necesitan apoyo de amigos y familiares para hacer frente al estrés de la vida cotidiana.