Entrevistar a David de Jorge, popularmente conocido como Robin Food, es muy sencillo. Pero a la vez, es algo complicado. “Nos retrasamos diez minutos. Si conoces a David ya sabes que habla mucho”, me escribe la encargada de comunicación de la editorial Debate, encargada del último libro del cocinero. Lo cierto es que su fama le precede. Antes de comenzar la entrevista, ya sabemos parte de su personalidad, dicharachera, preguntona, habladora y, en definitiva, simpática. Nos cuentan que lleva desde las nueve de la mañana con entrevistas, hablando sin parar más que para pedir un vaso de agua. Y, aun así, no se le acaban las historias.
David de Jorge (53 años) nació en Fuenterrabía, Guipúzcoa, y ha pasado toda su vida entre fogones. Es gerente de la editorial Gourmandia, autor de varios libros gastronómicos y de variados blogs. El 18 de junio de 2011 realizó el filete ruso más grande del mundo, en el paseo del Arenal del Casco Viejo de Bilbao. Trabaja desde hace 20 años con Martín Berasategui, tres años como jefe de cocina y el resto asociados en diferentes restaurantes, asesorías a la industria alimentaria y como imagen de marcas comerciales. Es comunicador, un personaje televisivo con más de 1.500 horas de programa tras sus espaldas. Es cocinero, campechano orgulloso y vasco en toda regla. No le gusta el fútbol, odia las prisas de Madrid y habla con palabrotas (muchísimas palabrotas).
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Todo esto no es suficiente, sin embargo, para definir al icónico David de Jorge. El cocinero, que presenta ahora su libro En un paraguyo cabe el Amazonas, nos atiende para hablar de cocina y de todo lo demás y, lo primero que hace, es apuntar nuestros nombres para llamarnos propiamente durante nuestra charla. Tras ello, comienza a hablar, alternando anécdotas, preguntas y opiniones “sin pelos en la lengua”, como él dice. Hablamos de todo y de nada; su libro era la maravillosa excusa, una publicación llena de historias personales y recomendaciones gastronómicas que está escrita como es él, sincero y caótico.
Un niño que siempre ha querido ser cocinero
Ya desde los 8 años, David sabe que quiere dedicarse a la cocina por el resto de su vida. “He querido ser cocinero siempre”, asegura categórico. “Cocinar me flipa porque es que es lo único que sé hacer medianamente bien. Hay otras cosas que hago muy bien, pero en lo que soy el puto amo es en cocinar”, explica. Nunca se ha planteado hacer otra cosa, aunque sin duda ha habido momentos que le han hecho odiar esta profesión. No obstaste, se sabe un absoluto privilegiado. “Mis colegas de toda la vida han currado en muchas cosas y no hay ninguno que yo note que lo que hace le gusta de verdad”, asegura.
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Dese luego, a él sí le gusta, y mucho, lo que hace. Pero no es toda su vida. “Tengo muy claro que no soy mi curro. O sea, mi curro es la bomba, pero no soy mi curro”, asegura el cocinero. Su amor por la cocina le sacó de un bucle de desinterés ante los estudios. Esto acabó cuando comenzó un curso en la Escuela de San Sebastián. De ahí, pasó a trabajar con muchos grandes de la cocina: Hilario Arbelaitz, Pedro Subijana, Michel Guérard, Martín Berasategui…
Tanto como le gusta cocinar, le gusta comer. Entre una cosa y otra no puede elegir, aunque tiene claro que, en ambos ámbitos, lo sencillo es su fuerte. “La gente piensa que como eres cocinero tiene que cocinarte rosas de pitiminí y dices ‘no tío, que no, que no te compliques’. Precisamente por ser cocinero y por estar todo el día enfrascado en la movida, a mí me das una merluza rebozada, me pones una porrusalda o me haces una tortilla francesa con una loncha de jamón encima y me cago encima del gusto”.
‘Para disfrutar como un cochino’
De comer, David sabe mucho, como demuestra en su último libro. Esta publicación es una especie de guía, primero con su trayectoria como cocinero y después con recomendaciones para ir a comer a algunas de las mejores cocinas nacionales e internacionales. De cada una de ellas, el cocinero vasco hace una pequeña crítica, unas líneas de adoración a aquellos sitios donde dan bien de comer, sea el sitio que sea y tenga el pedigrí que tenga. “A mí me gusta todo lo bueno. Me gusta Kiko Veneno, me gusta Camarón de la Isla, me gustan los Rolling, me gustan Los Punsetes y Paco de Lucía. Me gusta todo, todo lo que es bueno”.
“A mí me gusta todo lo bueno. Me gusta Kiko Veneno, me gusta Camarón de la Isla, me gustan los Rolling, me gustan Los Punsetes y Paco de Lucía”
David no discrimina. Sus lugares favoritos del mundo son los restaurantes y bares de pueblo donde hacen bien las cosas. Pero también aprecia, y mucho, las propuestas de alta cocina. Así lo comprobó el pasado noviembre cuando, de visita en Barcelona para asistir a la Gala Michelin, fue a probar el menú de Disfrutar. “Ahí tienen una movida que te la comes y dices ‘hostia, qué hijo de puta, qué bueno está'. Sabes que no se me va a olvidar”. “Fui y les dije: ‘me jode no poder montarme en el taxi y decir menuda puta mierda de comida, hijos de puta, de esferificación, de ósmosis y la hostia. Porque es que estaba todo buenísimo, tío”.
David tampoco distingue de zonas, pues las ha probado todas, aunque el norte de España es el lugar que mejor parado ha salido de esta primera edición (porque sí, esta edición de 358 páginas es solo el primer volumen). Conoce los mejores bares, tascas, restaurantes, kioskos y baretos de cada una de las ciudades del país, incluso de nuestros lugares de origen. Solo por nuestros acentos, el cocinero vasco adivina la zona de la que procedemos y continúa alabando la gastronomía de cada una. “Murcia es el paraíso del mundo mundial: el caballito, la marinera...”, asegura sobre mi tierra. “Todo eso muy bien, vale, pero yo soy súper loco de las huevas de pescado, de las salazones, de la uva de mújol, de la mojama...”. Tiene buenas palabras para todos los sitios, también para Palamós, lugar de origen de mi compañera y templo de la gamba roja. “Joder, si hubiera murcianos en Palamós, me cago en la mar, sería Nueva York”, concluye.
1.500 programas de televisión llenos de cosas que ya no se podrían decir
La pasión de David por la cocina viene por su madre y su padre, pero también de otro maestro menos frecuente: la tele. ”Yo no me perdía un programa de Elena Santonja ni loco”, asegura el cocinero, que flipaba viendo cómo hombres y mujeres del mundo de la pequeña pantalla hacían maravillas con tomates y cebollas. Probablemente por eso, con todos esos referentes en la cabeza, David de Jorge ha acabado siendo una de las estrellas más importantes en lo que a programas de cocina se refiere.
“Fue muy divertido y cociné muchas recetas e hice cosas que hoy no se podrían hacer”
David fue director y presentador de Robin Food, en ETB2 y Telecinco, durante años. Muchos, de hecho, aún le conocen como el otro cocinero vasco que hacía recetas en la tele. “Fue una etapa increíble en la que aprendí un montón. Todavía hoy el taxista que esta mañana me ha traído aquí me dice ‘hostia, tú eres el de la tele, yo cada vez que hago una receta consulto tus vídeos’”. Nos cuenta la anécdota sonriente, orgulloso de un trabajo que sin duda era muy suyo.
“De repente tienes una cámara y te pones a cocinar y le tienes que contar a la peña tus aventuras y tus recetas e intentar que la gente las replique. Y pues la broma duró 1500 programas, imagínate”. Lo recuerda con mucho cariño, una experiencia que dice haber disfrutado al máximo pero que “no se volverá a repetir”. “Fue muy divertido y cociné muchas recetas e hice cosas que hoy no se podrían hacer. Dije cosas que hoy seguramente te darían un garrote en la cabeza. Pero nunca nadie me llamó para decirme nada ni nunca me llamaron de ningún despacho, de ninguna tele, de ningún sitio para decir ‘Oye, por aquí, no vayas’”, explica el cocinero y presentador.
Lo que él hacía, ahora solo lo sigue haciendo Arguiñano, una figura casi eterna que nunca cansa a su audiencia. “Arguiñano es el puto amo. Yo le tengo un respeto increíble. Tiene 76 años y es competitivo. Es como si un Di Stéfano con 76 años jugara todavía en el Madrid”, asegura el presentador. No obstante, David no tiene esperanza en lo que al mundo de los programas de cocina se refiere. “Hoy seguramente lo que yo hacía antes en la tele no tendría ningún interés, porque la tele ha cambiado mucho. Yo cuando estaba en la tele no había ni MasterChef, ni Top Chef, ni todas estas movidas que hay ahora y que están muy bien pero que no tienen nada que ver con cocinar”.