Desde pequeños hemos escuchado en casa una frase que seguramente aún nos resuene en la cabeza en cada desayuno: “Tómate el zumo de naranja rápido, que se le van las vitaminas”. Pues bien, esta afirmación, aparentemente científica, es realmente un mito alimenticio alejado de la realidad. Así lo explica Miguel Ángel Lurueña, tecnólogo de alimentos, en su libro Del ultramarinos al hipermercado (Editorial Debate), un recorrido a través de la forma de comer de nuestra sociedad y los bulos alimentarios que nos han rodeado en el camino.
La vitamina C es uno de los componentes de más interés nutricional que podemos encontrar en un zumo de naranja, un antioxidante de gran importancia para la piel, los huesos y el tejido conectivo. Esta vitamina, contrario a la creencia popular, es mucho más estable a la oxidación de lo que se piensa y, por lo tanto, no hace falta tomar todas esas precauciones ni beberse el zumo deprisa y corriendo. De hecho, podríamos esperar hasta doce horas para bebérnoslo y la vitamina C seguiría “prácticamente intacta”, según explica el experto.
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Así lo afirman también estudios realizados por la Academia Española de Nutrición y Dietética, que revelan que el margen de tiempo que tenemos para disfrutar de la vitamina en su máximo potencial es de 12 horas. En el informe titulado “Recomendaciones de manipulación doméstica de frutas y hortalizas para preservar su valor nutritivo”, publicado en la revista de la Academia, se aclara que solo bajo condiciones extremas, como el calentamiento a 120 °C, se compromete significativamente el contenido de vitamina C en el zumo. Asimismo, la entidad subraya que las preocupaciones populares sobre la rápida pérdida de la vitamina en bebidas caseras no tienen fundamento científico, pues su pérdida no es considerable en un ambiente doméstico regular.
Sin embargo, expertos como Miguel Ángel Lurueña señalan que, a pesar de la conservación de los nutrientes, el sabor del zumo sí puede deteriorarse con el tiempo. Al exponerlo al aire durante demasiado tiempo, el zumo se volvería menos fresco, más amargo y con un regusto similar al cartón, algo atribuible a las reacciones químicas que ocurren entre los componentes volátiles, que son los responsables del aroma y sabor característicos del zumo. Estas modificaciones gustativas se acentúan si la bebida no se mantiene refrigerada o protegida de la luz. Por tanto, para conservar las cualidades organolépticas ideales del jugo, es recomendable almacenarlo adecuadamente.
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Propiedades del zumo de naranja
De la naranja cabe destacar que es una de las mayores fuentes de ácido ascórbico o vitamina C. Este nutriente es esencial para la resistencia a las infecciones, aumenta la absorción del hierro, el calcio y el fósforo y posee propiedades antioxidantes. También es fuente de folatos, que contribuyen a la formación normal de las células sanguíneas. Además, la fibra confiere a la naranja propiedades digestivas y los flavonoides colaboran con las vitaminas en el refuerzo del sistema inmunitario.
No obstante, en lo que se refiere al zumo de naranja, la Federación Española de Nutrición recuerda que este apenas contiene fibra y tiene menores cantidades de vitaminas y minerales que la naranja entera, por lo que se recomienda tomar la fruta entera fresca.