Es de sabiduría general que, a medida que envejecemos, nuestra memoria se va debilitando. Con los años, nuestro cerebro recibe una mayor carga de los latidos del corazón, a raíz del endurecimiento de las arterias grandes del cuerpo. A la larga y poco a poco, esto va causando daños a los vasos sanguíneos más pequeños del cerebro.
El neurólogo estadounidense Richard Restak acaba de publicar su último libro The Complete Guide to Memory: The Science of Strengthening Your Mind, en el que propone una serie de estrategias como ejercicios cerebrales, mejores prácticas de sueño y ajustes en la alimentación que podrían contribuir a la mejora de la memoria. Restak es uno de los científicos más alabados de su campo y, con una obra de más de 20 publicaciones, ahora propone siete trucos para proteger la memoria:
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- Prestar más atención. Hay veces que achacamos supuestos problemas de memoria a cosas que están completamente en nuestro poder, y que suelen deberse a fallos en la atención. Una forma de prestar más atención al adquirir una nueva información, como puede ser un nombre, es visualizar la palabra en la mente al instante de escucharla.
- Desafiar nuestra memoria. Realizar ejercicios de memoria en nuestro día a día puede ayudarnos a corto y largo plazo a mantener activa nuestra mente. Por ejemplo, memorizando recetas o conduciendo sin utilizar el GPS del coche.
- Jugar. Existen infinidad de juegos y pasatiempos que incentivan nuestra memoria, como el bridge, el ajedrez o los crucigramas. El neurólogo también propone ejercicios prácticos y accesibles, como el juego en el que una persona elige un objeto, persona o lugar y el resto debe deducir de qué se trata mediante un máximo de 20 preguntas cerradas y que se realizan por turnos.
- Leer novelas. Leer novelas, especialmente las de ficción, contribuyen al ejercicio de la memoria, puesto que el lector deberá recordar qué ocurrió en capítulos anteriores para seguir el hilo de la historia. Según esta teoría, las personas que empiezan a sufrir problemas de memoria tienden a leer libros de no ficción.
- Limitar el uso de la tecnología. Restak destaca dos problemas que puede provocaros la tecnología: la distorsión tecnológica (relegamos todo el trabajo en los dispositivos electrónicos) y la distracción tecnológica, que perjudica nuestra memoria y merma nuestra capacidad de atención. Debemos tener en cuenta que buena parte de los dispositivos electrónicos están configurados para que pasemos en ellos el mayor tiempo posible.
- Trabajar con un psicólogo. La depresión suele ser una de las causas más comunes de la pérdida de memoria, ya que nuestro estado emocional afecta directamente a nuestros recuerdos. Esto se debe a que el hipocampo está conectado con la amígdala, la parte del cerebro que regula las emociones y la conducta emocional.
- Valorar si hay motivos para preocuparse. Sería motivo de alarma no recordar la dirección de nuestra casa. Todo depende del contexto, por lo que lo recomendable es buscar la orientación de un especialista.
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Como se señala en el último punto, es importante reconocer que ciertos errores de memoria no siempre son síntomas de una enfermedad subyacente. Es común olvidar el lugar exacto donde aparcamos el coche o el nombre de alguien que acabamos de conocer. Estos lapsus suelen estar más asociados a informaciones puntuales que nuestro cerebro sabe que desecharemos pronto.