Para Jordi Roca, el postre es un “regalo, algo que te apetece”. Después de una comida en la que ya has saciado tus necesidades fisiológicas, con la que ya estás lleno, un dulce es un capricho divertido al que pocos son capaces de renunciar. El cocinero, hermano pequeño de la familia Roca y repostero en El Celler de Can Roca, lleva años perfeccionando sus postres, creando nuevas recetas llenas de sabores originales que han conseguido que su restaurante se convierta en uno de los mejores de España y del mundo.
Pero todo tiene un comienzo y, el que parece un don innato para crear postres, también comenzó en algún momento, gracias al estudio y la curiosidad del cocinero. En una entrevista para el pódcast de B3TTER, una marca de snacks fundada en Barcelona, Jordi Roca ha explicado su proceso en el mundo de la cocina dulce. Entre otros muchos secretos, el chef gerundense ha compartido con los entrevistadores cuál fue su primera creación dulce, una curiosa historia que ha tenido continuidad hasta el día de hoy.
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Propiamente dicho, el primer postre que el chef cocinó fue en las cocinas de Can Roca, el negocio familiar que llevaban sus padres, y fue servido a algunos de sus clientes habituales más queridos. “Cuando empezamos es normal fracasar y hacer cagadas”, asegura el cocinero recordando sus primeros pasos en el mundo de la repostería. Y es que, sorprendentemente, Roca define su primer postre como “un desastre”, un dulce que fue una mousse de frutos rojos que, según cuenta, le quedó “cortada y bajada”.
Después de este fracaso, el cocinero no se rindió y quiso seguir experimentando con el mundo del dulce. Por ello, un día, antes de que nadie de su familia hubiera llegado todavía al Celler, decidió entrar a sus cocinas para probar una idea. Y era sin duda una idea extraña, esa que inició su camino en la búsqueda de combinaciones y recetas locas y novedosas. “Cogí un Faria, un puro, y me fumé el Faria en la cocina, al lado de la heladera”, confiesa el cocinero gerundense.
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Jordi se fumó el puro y, mientras tanto, fue echando el humo sobre el helado, mientras este se formaba. “Acabé mareadísimo”, confiesa el cocinero entre risas. Una vez empapado el helado del humo del puro, lo guardó en el congelador y comenzó su turno en el restaurante. Al acabar el servicio, el chef decidió probar su creación. El resultado le sorprendió: “Probé ese helado y hostia… Tenía el sabor del humo del tabaco. Cuando se monta el helado, incorpora burbujas de aire dentro porque se bate”, explica el cocinero de El Celler de Can Roca. El humo del puro había entrado en esas pequeñas burbujas y, cuando comías el helado, “se reventaban”, dándole un sabor sorprendente.
‘Viaje a La Habana’, la misma técnica 25 años después
Este fue, sin duda, un punto de inflexión en el proceso de aprendizaje del chef, que se dio cuenta de que podía jugar, atreverse a “hacer cosas inusuales en la cocina que gustan y funcionan”. Pero esta idea no murió ahí. El chef lo tituló como ‘Viaje a La Habana’, un postre nacido en 1998 “que ha ido evolucionando desde entonces” y que ahora se puede degustar en Espai Mas Marroch.
El que comenzó siendo un helado con un ligero sabor a humo de puro se ha convertido en uno de los postres más icónicos del chef catalán. Se trata de “un puro helado, cubierto de chocolate, acompañado de un mojito, gel de limón, granizado de menta y candys de ron blanco”. Jordi Roca quiso compartir con sus seguidores la forma en la que preparaba este postre, una técnica que le ha acompañado durante toda su formación hast el día de hoy.