Si se quiere cuidar el corazón, hay que tener muy en cuenta a las horas que se dedican al sueño por las noches y dormir bien. La Asociación Estadounidense del Corazón sumó la duración del sueño a su lista de control de la salud cardiovascular. Pasó a ser “Los 8 esenciales de la vida”. Las otras pautas son dejar el tabaco (en todas sus formas), comer mejor, mantenerse activo, controlar el peso, controlar la presión arterial, controlar el colesterol, y reducir el azúcar en sangre.
Se tratan de directrices basadas en pruebas científicas que sirven para mejorar la salud cardíaca. Los expertos tuvieron en cuenta que hoy las enfermedades del corazón son la primera causa de muerte en el mundo. Se calcula que se cobran 17,9 millones de vidas al año.
Dentro del grupo de las enfermedades cardiovasculares, se incluyen los trastornos del corazón y los vasos sanguíneos, la cardiopatía coronaria, la enfermedad cerebrovascular, la cardiopatía reumática y otras afecciones. Más de cuatro de cada cinco muertes por enfermedad cardiovascular se deben a infartos de miocardio y ataques cerebrovasculares, y un tercio de esas muertes se producen prematuramente en personas menores de 70 años.
Investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia hicieron un estudio por el cual consideraron una medida ampliada de la salud cardiovascular que incluye el sueño como la octava pauta. Se lo considera en relación con el riesgo de que una persona desarrolle una enfermedad cardiovascular.
La muestra del estudio consistió en unos 2.000 adultos de mediana y avanzada edad del Estudio Multiétnico de Aterosclerosis, un estudio en curso sobre enfermedad cardiovascular y los factores de riesgo, que participaron en un examen del sueño y dieron datos completos sobre sus características de sueño.
La investigación evaluó múltiples puntuaciones ampliadas de salud cardiovascular, e incluyó medidas de salud del sueño. Lo hicieron para evaluar qué parámetros del sueño deberían ser prioritarios para la prevención de la enfermedad cardiovascular.
Las puntuaciones como la duración, la eficiencia y la regularidad del sueño, la somnolencia diurna y los trastornos del sueño eran ambas predictivas de futura enfermedad cardiovascular. En cuanto a la medición de la duración del sueño, se consideró que dormir 7 horas o más pero menos de 9 horas cada noche era indicativo de una salud del sueño ideal. El estudio se publica en el Journal of the American Heart Association.
“Nuestros resultados demuestran que el sueño es un componente integral de la salud cardiovascular”, dijo Nour Makarem, profesora asistente de epidemiología en la Escuela de Salud Pública Mailman de Columbia y autor principal del estudio. “Cabe destacar que también descubrimos que una puntuación de salud cardiovascular que incorporaba múltiples dimensiones de la salud del sueño también se asociaba significativamente con la incidencia de enfermedad. Nuestros resultados ponen de relieve la importancia de adoptar una visión integral de la salud del sueño que incluya los comportamientos del sueño y los problemas de sueño leves de alta prevalencia en lugar de centrarse estrictamente en los trastornos del sueño al evaluar el riesgo cardiovascular de un individuo”, resaltó.
El estudio descubrió que el 63 por ciento de los participantes dormía menos de 7 horas por noche y el 30 por ciento dormía menos de 6 horas. Mientras que el 39 por ciento y el 25 por ciento tenía una alta variabilidad de noche a noche en la duración del sueño y el tiempo de sueño, respectivamente. También el trabajo reveló que el 14 por ciento y el 36 por ciento tenía una somnolencia diurna excesiva y altos síntomas de insomnio, respectivamente; y el 47 por ciento tenía apneas del sueño de moderada a grave. Las apneas se producen cuando la respiración se detiene y comienza repetidamente.
Según Nour Makarem y sus colegas, el estudio demostró que los individuos con una corta duración del sueño tenían más probabilidades de tener una baja eficiencia del sueño, patrones de sueño irregulares (es decir, duración y horario de sueño variable a lo largo de los días), somnolencia diurna excesiva y apnea del sueño.
En particular, las personas que dormían poco también tenían una mayor prevalencia de sobrepeso u obesidad, diabetes tipo 2 e hipertensión. Eso sugiere que las múltiples dimensiones del sueño no saludables pueden ocurrir simultánea y potencialmente interactuar, aumentando aún más el riesgo de enfermedad cardíaca.
“Los profesionales de la salud deberían evaluar los patrones de sueño de sus pacientes, discutir los problemas relacionados con el sueño y educar a los pacientes sobre la importancia de priorizar el sueño para promover l salud cardiovascular”, señaló Makarem. “Además, la integración formal de la salud del sueño en la orientación para la promoción de la salud proporcionará puntos de referencia para la vigilancia y garantizará que el sueño se convierta en una contraparte igual en la política de salud pública a la atención y los recursos dados a otros comportamientos de estilo de vida”, aseguró.
El doctor David Goff, director de la División de Ciencias Cardiovasculares del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre, que forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), señaló: “Este estudio proporciona pruebas convincentes de que las mediciones del sueño son un factor importante para la salud cardiovascular”. No formó parte del equipo del estudio. “Reconocer el sueño como parte integral de la salud del corazón es un paso transformador hacia la reducción de la carga global de las enfermedades cardiovasculares, la principal causa de muerte, y la reducción de las disparidades de salud asociadas. Esperamos con interés futuras investigaciones sobre la salud del sueño que persigan la visión de corazones sanos en un planeta sano”.
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