Por el doctor Hugo Ribeiro*
No hay alimentos verdaderamente malos, sino dietas malas que afectan a la salud de niños y adultos. El equilibrio es fundamental para desacelerar la curva de obesidad, comenzando por la moderación de la ingesta de alimentos y la elección de un estilo de vida beneficioso para la salud.
En el marco del creciente debate internacional sobre obesidad, sobrepeso y enfermedades crónicas no trasmisibles, se llevaron a cabo recientemente dos importantes eventos con el objetivo de repensar las herramientas para combatirlas. El primero, el Congreso Internacional de Nutrición, tuvo sede en Buenos Aires del 15 al 20 de octubre, mientras que el segundo, la Conferencia Mundial de la Organización Mundial de la Salud sobre Enfermedades No Transmisibles se llevó a cabo del 18 al 20 del mismo mes en Montevideo.
En un mundo donde la obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más importantes, las políticas para combatirla deben ir de la mano de tres ejes: equilibrio, nuevos hábitos alimenticios y actividad física.
La restricción de ciertos alimentos catalogados como "malos" no hace más que poner foco en un error conceptual para hacer de ciertos productos los culpables de un problema más complejo.
Dietas malas
La dieta es una actitud que elige cada familia. El mayor dilema es la generación de un cambio del hábito hacia un estilo de vida saludable, que incluya el deporte y seleccione una amplia variedad de alimentos que hagan de la dieta un lugar seguro y sano.
Los niños aprenden a consumir lo mismo que los miembros de sus familias, por eso el rol que cumplen los padres es una semilla que sienta las bases de patrones alimenticios sanos.
Hoy, el énfasis está dado en incentivar pequeños pasos, desde subir las escaleras hasta caminar en lugar de tomarse un colectivo, siempre recordando que la clave está en acompañar los nuevos modos de vida saludables con pluralidad de alimentos y actividad física. El sentido está dado en la viabilidad del acceso a la mayor cantidad de alimentos en su justa medida.
Todo cambio en el modo de vida no sucede de un día para el otro, sino que es parte de un proceso que lleva a la generación de respuestas positivas. En este sentido, el trabajo de guiar a los niños parte de la inversión de los mayores para sembrar una mejor calidad de vida para el futuro.
*Pediatra especializado en gastroenterología y nutrición, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Federal de Bahía, miembro de la Universidad de Cornell de Nueva York en investigación en nutriología infantil. También es Coordinador e Investigador del Centro de Investigación Fima Lifshitz de la Universidad Federal de Bahía. Y, fue consultor e investigador de la OMS – Organización Mundial de la Salud – y del Ministerio de Salud.
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