El estatus social, la personalidad y las acciones que los seres humanos llevan a cabo son determinantes a la hora de definir la calidad alimentaria de cada uno. En general, las preferencias dominantes son las menos indicadas. Los alimentos saturados de grasa, sal o azúcar suelen ser las opciones más elegidas.
Y son las grasas aquellas que se sitúan en el centro de las discusiones de muchos nutricionistas. Algunos aconsejan eliminarlas por completo; otros, en cambio, moderar su consumo. Y desde aquí surge una teoría bastante diferente en cuanto a las recomendaciones generales. Los últimos estudios han revertido la tendencia y reemplazaron la grasa por el azúcar y los hidratos de carbono como los enemigos públicos número uno de la dieta saludable.
"Come grasa para estar delgado, no la temas. La grasa es tu amiga". Este es el slogan utilizado por el National Obesity Forum, que aconsejaba a los británicos perder el miedo a esta sustancia. La nutricionista Zana Morris recomienda en su libro The High Fat Diet uno de los métodos más extremos y polémicos: 10 días siguiendo un régimen bajo en carbohidratos, con una cantidad media de proteínas y alta en grasas, el cual asegura la disminución de 2 o 3 kilos en el cuerpo.
Las pautas fundamentales
Morris aconseja comer queso crema, manteca, palta, crema de coco, carnes rojas y pescados, verduras verdes, aceite de nuez, huevos y algunos quesos (la mayoría considerados alimentos ricos en grasas insaturadas). Entre los que no se pueden comer, aparecen el azúcar o edulcorante, leche, yogurt, fruta, pan, galletitas, papas, pastas, verduras (excepto las de color verde), alcohol o salsas. Y nada de picoteos entre comidas.
¿Cómo funciona?
Al reducir al mínimo los carbohidratos, al cuerpo no le queda otra que quemar las grasas para conseguir energía. Asimismo, la grasa también es muy saciante. "Cuando la mayoría de la gente se embarca en una dieta estricta, terminan anhelando el dulce y picando entre horas. Pero este no es el caso. No es una dieta para pasar hambre", sostiene Morris. De hecho, asegura que muchos que siguen el régimen "terminan comiendo solo dos veces al día".
El completo lo brinda la práctica constante de ejercicio. La pérdida de peso a través de una dieta suele venir acompañado de la pérdida de músculo. Para prevenirlo, realizar actividad física es la mejor decisión.
"Para poder controlar las calorías hay que saber elegir las grasas saludables ya que todos los aceites, sin importar de dónde provienen, tienen aproximadamente 120 calorías por cucharada. El aceite de oliva es una fuente de grasa beneficial, aunque conviene que sea consumido con racionalidad", apuntó Susan Bowerman, experta en nutrición, quien sugirió agregar más grasas beneficiosas a la dieta.
Los resultados no son típicos y pueden variar de persona a persona
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