En medio de una conversación trivial sobre el estrés, la ansiedad y las emociones difíciles, un grupo de psicólogos da en el clavo: la risa, lejos de ser un escape vano, se erige como una poderosa herramienta psicológica. No es un capricho ni una broma, es un mecanismo profundo que puede alterar el estado de ánimo, mejorar la salud física y fortalecer los lazos sociales.
El humor, como explican los expertos, no solo es una válvula de escape, sino una estrategia de afrontamiento cuidadosamente diseñada, un “escudo” contra los efectos más oscuros del estrés y la ansiedad.
Steven Sultanoff, psicólogo clínico de la Universidad Pepperdine, define a Scientific American el humor como un “mecanismo estratégico de afrontamiento”, algo que las personas usan con frecuencia de manera automática y sin mucha reflexión. Sin embargo, este recurso psicológico puede ser mucho más consciente de lo que parece.
Según el experto: “Muchas personas recurren al humor de forma inconsciente y automática, sin pensar en ello”. No es simplemente una reacción pasajera, sino una forma de reestructurar la emociones y cambiar la manera en que se responde ante los retos de la vida.
En lugar de sucumbir a la angustia o el enojo, la risa ofrece una especie de “reseteo” emocional. Esto ocurre porque, en situaciones estresantes, “cuando experimentas humor, no puedes experimentar emociones angustiosas”, afirma Sultanoff. De este modo, el humor reemplaza sentimientos como la ira o la ansiedad, brindando un respiro, incluso en los momentos más intensos.
Los efectos físicos de la risa
El impacto del humor no se limita a lo mental: su poder se manifiesta en el cuerpo. La risa activa una serie de procesos fisiológicos que van más allá de un simple resoplido. “La risa promueve una mejor respiración, relajación muscular y una mayor tolerancia al dolor”, dice Janet Gibson, psicóloga de la Universidad de Grinnell.
Esta liberación de tensiones físicas está acompañada por una serie de sustancias químicas naturales que nos hacen sentir mejor. Endorfinas, serotonina y dopamina se liberan en el cuerpo durante una buena carcajada, lo que produce una sensación inmediata de alivio y bienestar. Sultanoff explica que estas sustancias ayudan a “disolver” el estrés, creando una especie de “escudo” biológico frente a las emociones negativas.
El humor y la conexión social
Más allá de los beneficios personales, el humor tiene un profundo impacto social. Como subraya Michele Tugade, psicóloga del Vassar College, “anhelamos la conexión, especialmente cuando sentimos niveles elevados de estrés”.
La risa, en su forma más genuina, actúa como un pegamento emocional que une a las personas, ayudando a reducir las barreras y facilitando una interacción más fluida y relajada. Sin embargo, como advierten los psicólogos, no todo tipo de humor es beneficioso: un chiste despectivo o cruel puede tener el efecto contrario, aumentando la distancia entre las personas y provocando más desconexión. El humor debe ser entendido como una herramienta social que, bien utilizada, mejora la calidad de las interacciones y ofrece una vía de escape en momentos de tensión colectiva.
El uso consciente del humor puede funcionar como una defensa preventiva contra futuras dificultades emocionales. Sultanoff hace hincapié en que el humor tiene un valor preventivo al afirmar que “el uso alegre del humor crea anticuerpos psicológicos”. En otras palabras, cultivar una actitud humorística en la vida cotidiana fortalece las defensas psicológicas y emocionales, preparándonos mejor para enfrentar los retos que inevitablemente surgen.
Uno de los aspectos cruciales del uso del humor, según Tugade, es que no debe ser una forma de escapar de las emociones difíciles, sino un alivio temporal en medio de ellas. “El estrés existe por una razón, y es para llamar tu atención sobre un problema que necesita ser resuelto”, dice Tugade.
Por lo tanto, no se trata de ignorar o minimizar el dolor emocional, sino de encontrar momentos para respirar y aliviar la tensión. Abrazar el humor con moderación permite un espacio para procesar los sentimientos complicados sin negar su existencia.
La especialista explica que “el punto no es nunca sentir emociones difíciles”, sino utilizar el humor como una válvula de escape en los momentos adecuados, sin caer en la trampa de la “positividad tóxica”. Cuando se usa con prudencia, el humor ofrece un respiro necesario, un “respiro” que no niega la realidad, pero que ayuda a enfrentarse a ella con una mayor fortaleza emocional.