Acostarse en el suelo es una actividad que se encuentra ganando terreno como método de relajación y alivio del estrés, desafiando la lógica del consumismo que privilegia sillones ergonómicos y colchones de última generación para el descanso. Aunque para algunos es una rutina familiar, la práctica adquirió nueva popularidad entre jóvenes y adultos que buscan una vía rápida y accesible para aliviar la tensión física y mental.
La psicóloga clínica de Boston, Ellen Hendriksen, en diálogo con The New York Times sostuvo: “Esta simple acción de recostarse puede generar una sensación de calma al adoptar una postura abierta y relajada que ayuda a alinear el cuerpo y el ánimo. Al comprender que “es difícil sentirse optimista si estás encorvado y con la cabeza gacha, una postura tendida permite soltar las tensiones y disminuir la ansiedad”.
En el caso de muchas personas, descansar sobre el suelo también se trata de una oportunidad para mejorar la salud física mediante el aumento de flexibilidad y movilidad.
Por otra parte, el profesor emérito de psicología en la de la Universidad de Utah, Alan Fogel aseguró en NYT que “la costumbre de descansar en superficies duras puede desconectar a la mente de la sobrecarga de pensamientos, facilitando un reset mental sin la distracción de un lugar familiar como la cama”. Para el catedrático, algunas costumbres como los hombros o apretar las mandíbulas en situaciones de presión, podrían canalizarse descansando algunos instantes en el piso.
Hábitos y beneficios del descanso en el suelo
Incorporar el hábito de sentarse o descansar sobre el suelo puede parecer una tendencia pasajera en la cultura actual, pero tiene raíces profundas en tradiciones de diferentes culturas y prácticas de bienestar. Según la revista Experience Life, ubicarse en el suelo mientras se realizan actividades cotidianas, como leer o ver televisión, es una forma efectiva de mantener la capacidad laxativa y promover la longevidad.
La práctica regular de estos movimientos permite conservar el rango de movimiento en las articulaciones y contribuyendo al equilibrio, como elementos cruciales para evitar caídas y mantener la autonomía.
Muchas sociedades valoraron estas rutinas durante siglos: en lugares como Corea, la tradición de descansar en el suelo es común en hogares con sistemas de calefacción radiante, resultando ser espacios propicios para la relajación y realizar actividades recreativas.
Aunque sentarse en el suelo pueda parecer un acto sencillo o trivial, esta práctica conecta a las personas con costumbres antiguas. Según The New York Times, el atractivo de estar en el suelo no es nuevo porque muchas tradiciones espirituales y culturales fomentaron el contacto directo con la tierra como un medio para alcanzar la paz interior y la relajación. Actividades físicas como el yoga, la meditación zen y las ceremonias de té japonesas se realizan en el suelo, lo cual conduce a estados de calma y concentración plena.
El portal Healthline explicó que al sentarse en el piso se activan los músculos del tronco y se reduce la tensión acumulada sobre la cadera, una problemática común en quienes pasan largos períodos en sillas o sofás. Este tipo de descanso activo implica posturas como sentarse en cuclillas o de rodillas, conocidas como posiciones de “reposo activo”, que requieren un mayor esfuerzo muscular en comparación con una postura en una silla. También puede favorecer al fortalecimiento de los músculos estabilizadores y la resistencia en las extremidades inferiores.
Aunque la popularización de esta práctica no está exenta de advertencias, en virtud de que algunos especialistas en salud señalan que acostarse o sentarse en el suelo de manera incorrecta podría tener efectos adversos. Si la postura se realiza sin la técnica adecuada, puede provocar cargas excesivas en articulaciones de las piernas (rodillas o tobillos), reducir la circulación sanguínea en las extremidades, o incluso acentuar problemas de postura preexistentes.