Cada 1° de octubre se celebra el Día Internacional del Café, una fecha que invita a reconocer una bebida que ha acompañado a la humanidad durante siglos. Esta infusión, con su inconfundible aroma y sabor, es un compañero infaltable en las rutinas diarias de millones de personas alrededor del mundo.
En las primeras horas de la mañana, suele ser el aliado perfecto para despabilarse y comenzar el día con energía. Entre sus principales beneficios, se puede destacar su capacidad antioxidante. Estos compuestos -que incluyen, también, vitaminas y minerales- protegen al organismo al retardar el envejecimiento celular y prevenir enfermedades degenerativas.
En ese sentido, un estudio reciente reveló que el consumo regular de café reduce los riesgos de padecer enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión arterial y la obesidad.
Una tradición con historia
En la Argentina, el café torrado tiene una larga historia que se remonta a las costumbres traídas por los inmigrantes europeos. Particularmente, los españoles. En ese entonces, el proceso de torrefacción, que consiste en tostar los granos de café junto con azúcar, se popularizó debido a su capacidad de mejorar la conservación de los mismos.
Este método, en primer lugar, prevenía la oxidación y la humedad, a la vez que le otorgaba un sabor y un aroma únicos.
Hoy en día, esta variedad es la favorita en los hogares argentinos. De hecho, el 90% de las tazas de café que se consumen en los hogares en el país corresponden a este tipo, ya sea en su versión molida, soluble o en saquitos.
Ahora bien, más allá de su popularidad, aún persisten algunos mitos en torno a su producción y consumo, especialmente en lo que respecta a esta variedad.
Cómo se elabora el café torrado
Una de las creencias más extendida es que contiene niveles excesivos de azúcar. Se trata de un malentendido que se ha expandido en gran parte de la sociedad.
Durante el proceso de torrefacción, el azúcar se carameliza, lo que elimina prácticamente su capacidad de endulzar y disminuye drásticamente su aporte calórico.
En términos concretos, una taza de café torrado contiene menos de 0,1 gramos de azúcar residual, una cantidad insignificante que no afecta de manera relevante la ingesta diaria. Para ponerlo en perspectiva, un sobre estándar de 6,25 gramos contiene 60 veces más de este producto que una taza de esta variedad.
Otro mito persistente es que el café torrado es de menor calidad, lo que no tiene fundamento, ya que su producción debe cumplir estrictamente con las normativas del Código Alimentario Argentino, el cual garantiza la calidad de los granos de café mediante un riguroso control.
Asimismo, para asegurar este estándar, el café que se comercializa en el país debe cumplir con los parámetros establecidos en la Tabla de Clasificación Oficial Brasileña, un referente mundial de la industria cafetera. De esta manera, se garantiza que los granos importados a la Argentina sean de alta calidad, independientemente de si son utilizados para café torrado o no.
Aunque esta variedad está profundamente asociada a la cultura argentina, no es exclusiva de este país. En España, por ejemplo, se denomina “café mezcla” o “torrefacto”, mientras que en México se lo conoce como “café mezclado con azúcar”. Además, es ampliamente consumido en países como Austria, Alemania, Estados Unidos, Colombia y Costa Rica, entre otros.
Tomar esta infusión forma parte de las rutinas cotidianas y crea espacios para el encuentro y la distensión. Ya sea en una pausa en el trabajo, una reunión con amigos o un momento de relax en casa, se ha convertido en la compañera perfecta para crear experiencias únicas.