En poco tiempo será época de un nuevo año escolar, debiendo los niños y adolescentes cumplir con el rutinario apto físico, un certificado solicitado para tener un registro de su estado de salud al momento de comenzar las clases y determinar si puede o no participar en las clases de educación física. Del mismo modo, los principios se rigen para una institución deportiva o gimnasio.
El chequeo preventivo es un examen de salud que permite detectar precozmente patologías ocultas o bien evaluar los diversos factores de riesgo cardiovasculares como hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso u obesidad, dislipémias, sedentarismo, tabaquismo, estrés; todos inherentes a cada persona en particular. "Identificar alteraciones con premura permite realizar recomendaciones oportunas e incrementar el éxito terapéutico", comentó el médico cardiólogo Carlos Reguera, Jefe del servicio de Cardiología y Medicina Preventiva del Instituto de Neurociencias Buenos Aires (INEBA).
La confección de los certificados comprenden tres áreas: clínico/pediátrica, traumatológica y cardiovascular. Se componen de un interrogatorio médico, un examen físico y un conjunto de estudios diagnósticos. Un chequeo adecuado comienza por un análisis de laboratorio y luego continua con radiografías, electrocardiograma, ergometría y ecocardiograma doppler, específica Requera. Con estos se tiene un panorama general del deportista.
Desde INEBA señalan que la evaluación mínima de primer nivel para el apto físico cardiovascular en deportes competitivos debe comprender un interrogatorio, un examen físico, un electrocardiograma de reposo y una ergometría de 12 derivaciones en mayores de 40 años o bien en mayores de 30 con factores de riesgo coronario, además de un ecocardiograma doppler en el caso de deportistas de alto rendimiento mayores de 16.
1. Evaluación clínica cardiológica: es el examen principal. Incluye un interrogatorio sobre antecedentes familiares y personales con evaluación de eventuales factores de riesgo, y un examen físico cardiovascular detallado. Esto permite obtener un panorama inicial de eventuales riesgos ante el deporte. Para los gimnasios de la Ciudad de Buenos Aires, lo exige la Ley 139/1998.
2. Para los escolares se suma una consulta oftalmológica, además de una eventual audiometría y un control bucal y antropométrico.
3. Electrocardiograma de reposo: permite la detección de alteraciones eléctricas, arritmias, modificaciones que sugieran la presencia de enfermedades del músculo cardíaco, trastornos de la conducción eléctrica.
4. Ecocardiograma: a través de este se analiza el tamaño del corazón (cavidades y paredes), forma de contracción, estado de las válvulas.
5. La ergometría de 12 derivaciones consiste en hacer un esfuerzo a partir de ciertos protocolos, controlando a la persona con un electrocardiograma en forma permanente y tomando la presión cada 2 o 3 minutos. Permite obtener datos sobre la respuesta del corazón al esfuerzo intenso (igual o superior al ejercicio que se va a practicar) con eventual diagnóstico de isquemia (falta de llegada de sangre al corazón por enfermedad de las arterias coronarias), arritmias, hipertensión arterial al esfuerzo.
Por otra parte, salvo que padezca de una enfermedad predisponente, antecedentes de fractura o desgarro, un estudio previo en el sistema osteoarticular no es necesario. "Las dolencias en el área osteoarticular, suelen aparecen cuando el deportista comienza a notar molestias mientras desarrolla la actividad física. En ese caso, lo ideal es que el paciente vea a un traumatólogo que le indique el estudio adecuado, como puede ser una ecografía para detectar posibles desgarros musculares", apuntó Pablo Schvartzman (MN 120107), Jefe del Departamento de Músculo Esquelético del Centro Médico Deragopyan.
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