El running es una de las opciones más recomendadas para cumplir con la cuota diaria de actividad física en una rutina saludable. Pero a la vez, es también un posible desencadenante de dolores, ya que quienes lo practican con asiduidad sufren con frecuencia algún tipo de lesión, especialmente en los casos en los que no se lleva un control y supervisión por un profesor o especialista en el tema.
"Los corredores sufren distintos tipos de lesiones, tanto varones como mujeres y más allá del tipo de disciplina, ya sean corredores de pista, aventuras o calle variando las distancias", dijo a Infobae el doctor Federico Torrengo (MP 111.371), experto en traumatología del deporte. "Las estructuras lesionadas pueden ser las articulaciones, los músculos, los tendones y los huesos del miembro inferior", amplió.
Entre las lesiones típicas del corredor, Torrengo subraya cuatro: las afecciones del tendón de Aquiles, la fascitis plantar (ambas corresponden a tendones), el síndrome de fricción de la fascia lata (en la rodilla) y las fracturas por estrés de alguno de los huesos del pié, pierna o cadera. En diálogo con este medio, explicó los pormenores de cada una.
Lesiones del tendón de Aquiles
Primeramente, Torrengo puntualiza en la importancia de que el corredor sepa discernir entre enfermedad del tendón e inflamación, ya que esta última se produce sólo en la etapa inicial de la patología ("período muy breve en el cual nadie realiza la consulta médica"), en una fase temprana de la enfermedad degenerativa o mecánica; "por lo cual el término que se utiliza para nombrarla es tendinopatía y no tendinitis", remarcó.
"Esto es muy importante saberlo porque allí comienza la confusión, con pacientes a los que se le diagnostica una tendinitis, se les da un tratamiento con antiinflamatorios, el resultado no es bueno y empieza el peregrinaje del corredor por distintos médicos, hasta que se da con el diagnóstico correcto. La tendinopatía tiene una forma de tratamiento específica", detalló.
Para el especialista, la forma de detectar la afección pasa por reconocer el dolor, que se presenta de diferentes maneras: "Al principio de la enfermedad del tendón es un dolor post entrenamiento; cuando el cuadro progresa, ocurre antes y después del entrenamiento (los corredores relatan que cuando entran en calor el dolor se pasa, pero vuelve al terminar la corrida); y cuando el tendón empeora en su estado, el dolor al correr es permanente, comprometiendo la performance. Y se siente también en la vida diaria, como cuando nos levantamos de la cama por la mañana".
La edad y la sobrecarga por el deporte provocan que luego de los 35 años los tendones envejezcan, alterándose su estructura y función. Esto, con el ejercicio sostenido de alta exigencia permitirá la aparición del dolor. El diagnóstico por un médico especializado en lesiones del deporte, es clínico, revisando el tendón que sufre cambios en su forma, y se confirma con una resonancia magnética o ecografía, realizada por médicos imagenólogos.
El tratamiento no es con medicamentos antiinflamatorios: se basa en un conjunto de medidas que realiza el kinesiólogo, con ejercicios que inducen la recuperación del tendón (ejercicios excéntricos) y la compensación de desbalances musculares. "Es fundamental avisar que los tendones tardan mucho en curarse (en promedio, 2 y 3 meses)", advirtió. Y sugirió otras actividades óptimas para no perder el ritmo, como ir al gimnasio, nadar o andar en bicicleta.
Por otra parte, el miembro de la Clínica del Deporte de La Plata señaló que la rotura del tendón de Aquiles es "el final de la enfermedad del tendón, que de tan alterado termina rompiéndose, ocasionando un cuadro de dolor agudo típico que se siente como 'un piedrazo desde atrás' y la imposibilidad de caminar bien y de ponerse en puntas de pie". En estos casos, el tratamiento quirúrgico demanda un tiempo mayor a los seis meses.
Fascitis plantar
Es una lesión muy molesta. El dolor limita la actividad hasta impedir el trote o dificulta dar los primeros pasos al levantarse por la mañana, por ejemplo. En concreto, consiste en la enfermedad de la fascia plantar, un tendón que se encuentra en la planta del pie. "Se produce por una combinación de mal apoyo, siendo pies de tipo cavo-varo (tienen mucho arco interno y apoyo excesivo del pié sobre su cara externa) que lleva a que la fascia plantar trabaje con una tensión excesiva, sumado al frecuente acortamiento del gemelo y al impacto del trote", explicó el experto.
"El enfoque de tratamiento consiste en utilizar una plantilla que mejore el apoyo del pie, quitar el trote y realizar una rehabilitación que puede llevar hasta cuatro meses en total -explica Torrengo-. Cuando la inserción de la fascia en el hueso calcáneo se calcifica, se forma el conocido espolón calcáneo, que es una forma de enfermedad insercional de la fascia y el tratamiento es el antes comentado". En tanto, "el rol de las infiltraciones como parte del tratamiento es muy limitado y controvertido, y se la desaconseja en la mayoría de los casos", mencionó el especialista.
Síndrome de fricción de la fascia lata
También conocido como "rodilla del corredor", es el dolor en la cara externa de la rodilla debido a la inflamación de la bursa (bolsa de deslizamiento que se halla debajo del tendón de la fascia lata). "Se desencadena a causa de un roce excesivo del tendón sobre la bursa, ocasionado por el aumento de la presión en la cara externa de la pierna y cadera debido a la combinación de mal apoyo (pie cavo-varo, similar a la fascitis plantar), debilidad de los músculos de la cadera fascia lata y glúteo medio, sumado al impacto del trote", precisó Torrengo.
"El dolor es típico: comienza a los 15 minutos del trote, imposibilitando continuar en muchos casos con la actividad. Lo llamativo es que solo duele al correr, no hay dolor al realizar otro deporte como fútbol por ejemplo, ni en la vida diaria. Y hay que aclararle al paciente que no tiene nada dentro de la articulación, y que sólo es por el roce excesivo del tendón en la periferia externa de la rodilla", comentó el doctor. Y acotó: "El tratamiento consiste en compensar el apoyo con una plantilla adecuada junto con ejercicios de rehabilitación para elongar la fascia lata y compensar el core (la zona muscular que envuelve el centro de gravedad del cuerpo)".
Fracturas por estrés
También conocidas como fracturas por sobrecarga, se producen en huesos "predispuestos" como la tibia en la pierna, el quinto metatarsiano y el escafoides tarsiano en el pie. "Se genera cuando hay una sobrecarga (impacto excesivo que no le da tiempo al hueso a adaptarse) por aumento brusco del entrenamiento, sumado a factores como la mala alineación de los miembros inferiores (genu varo, el popular 'chueco') o la alteración del apoyo, como pie cavo-varo en forma más frecuente", aportó el secretario de la Asociación Argentina de Traumatología del Deporte (AATD).
Normalmente, el corredor no consulta en forma temprana, y lo hace cuando se ve limitado su entrenamiento de trote. Al principio, el dolor en el hueso afectado es leve y solo deja de seguir compitiendo.
Mediante estudios complementarios (radiografías, resonancia magnética y tomografía computada), se aprecia el trazo de fractura. "Se tratan quitando el impacto, sacando el trote y entrenando en gimnasio, bicicleta o nadando, hasta que el hueso cure formando el callo óseo. El tiempo depende del tipo de fractura y del hueso afectado, pero en promedio hablamos de entre dos y tres meses. Sólo si el callo óseo no se forma, el hueso necesitará una cirugía para resolver el cuadro, pero esto es poco frecuente", concluyó Torrengo.
Más allá de estos cuatro ejemplos, hay muchas otras lesiones importantes, entre ellas las musculares, como el síndrome del piramidal (un músculo situado en el interior de la cadera y de la región glútea; se manifiesta como una molestia en la nalga y el muslo posterior) o la distensión fibrilar (la rotura parcial o total de una o varias microfibrillas o fibras musculares).
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