Diciembre, conocido por sus celebraciones y reuniones familiares, también es un mes asociado a un aumento notable del estrés. La combinación de compromisos laborales, exámenes finales, preparativos para las fiestas y gastos adicionales genera una sensación de sobrecarga emocional.
Según Forbes, esta época está marcada por lo que algunos especialistas denominan el “síndrome de diciembre”, un fenómeno caracterizado por niveles elevados de ansiedad, angustia y problemas de salud, incluyendo enfermedades cardíacas. La presión por cumplir objetivos y cerrar ciclos antes del fin de año se convierte en una fuente de tensión, afectando tanto a nivel personal como profesional.
El Instituto de Neurociencia Aplicadas detalla que el estrés acumulado en esta temporada puede manifestarse de diversas maneras. Físicamente, es común experimentar dolores musculares, contracturas, problemas digestivos y fatiga extrema.
A nivel emocional, pueden surgir irritabilidad, insatisfacción y trastornos de ansiedad. Cognitivamente, el estrés afecta la memoria, la concentración y el rendimiento general, mientras que en el ámbito conductual puede derivar en aislamiento social y comportamientos compulsivos, como el consumo excesivo de alcohol, comida o tabaco. Estos efectos interconectados muestran cómo el estrés impacta profundamente en distintos aspectos de la vida.
Para prevenir que el estrés se convierta en un problema grave, es crucial reconocer las emociones desde el principio. Ivana Zapata, Senior Coach y Secretaria de la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional (AACOP) recomendó en una entrevista con Forbes identificar los “estresores” específicos que generan ansiedad o angustia. Puede tratarse de fechas límites en el trabajo, eventos sociales ineludibles o incluso interacciones familiares complicadas.
Poner estos factores en palabras, ya sea a través de una conversación o escribiéndolos, ayuda a aliviar la carga emocional y permite encontrar soluciones prácticas. Según el Instituto de Neurociencia Aplicadas, la escritura es un recurso valioso para el cerebro, ya que organiza la realidad de manera más objetiva y reduce la incertidumbre, lo que contribuye a disminuir el nivel de estrés.
Una vez que se han identificado las causas del estrés, el siguiente paso es tomar medidas concretas para reducirlo. Zapata sugiere aceptar que no es posible cumplir con todo y priorizar lo verdaderamente importante. Delegar responsabilidades, pedir ayuda y posponer tareas no esenciales son estrategias útiles para disminuir la presión. Crear una lista de pendientes y organizarlos según su urgencia permite abordar las tareas una a una, lo que evita sentirse abrumado. Incluso realizar una pequeña tarea puede generar una sensación de logro y motivación para continuar con el resto de las actividades.
El autocuidado es fundamental para gestionar el estrés durante diciembre. El Instituto de Neurociencia Aplicadas resalta la importancia de mantener una alimentación equilibrada, ya que el 90% de la serotonina, neurotransmisor clave para el bienestar, se produce en el intestino.
Evitar comidas excesivamente pesadas, comunes en las fiestas, ayuda a mantener una mejor salud digestiva y emocional. Dormir bien es otro aspecto esencial, ya que el sueño permite al cerebro eliminar toxinas y restablecer funciones cognitivas como la memoria y la concentración. Sin horas de descanso adecuadas, el cuerpo no puede recuperarse completamente, lo que agrava los síntomas de estrés y fatiga.
La actividad física es otro recurso eficaz para combatir el estrés. Según la Anxiety and Depression Association of America, el ejercicio estimula la producción de endorfinas, conocidas como las “hormonas de la felicidad”. Realizar actividades al aire libre permite exponerse a la luz solar, lo que ayuda a regular los ciclos de sueño y mejora el estado de ánimo.
Dado que la vitamina D se produce principalmente a través de la exposición al sol, es importante aprovechar los días soleados, incluso con paseos breves al mediodía, cuando la luz solar es más intensa. En caso de vivir en regiones con inviernos largos y oscuros, la suplementación bajo supervisión médica puede ser una alternativa útil.