Sofía Vergara es una de las actrices del momento a partir del éxito de Griselda, la serie de Netflix que protagoniza. Contó que la menopausia le está quitando el sueño. “Creo que ya me está viniendo la menopausia o algo, porque ya no duermo con antes”.
“Estoy entrando en esa etapa, son 51 y entonces duermo menos, entonces se desgasta muchísimo más, la piel, el aguante, la energía, el genio, no es lo mismo”, detalló Vergara y sorprendió a su entrevistadora la diseñadora española Vicky Martín Berrocal.
Vergara habló de la menopausia con naturalidad. Clínicamente, la menopausia consiste en la última menstruación ,y se trata de una etapa que todas las mujeres transitan. Aunque muchas veces resulta ser un tabú sobre el cual no se puede hablar.
Ocurre cuando los ovarios empiezan lentamente a declinar su función y así se altera la producción de las hormonas estrógeno y progesterona.
Los síntomas se pueden desarrollar mucho antes entre los 45 y los 55 años, y son variados. Se pueden registrar sofocos, sudores nocturnos, ansiedad, bajo rendimiento cognitivo, disminución del deseo sexual y sequedad vaginal.
También se pueden desarrollar alteraciones del sueño antes o después de la menopausia. Hasta un 46% de las personas tienen dificultades para dormir en los años previos a la menopausia, de acuerdo con la Fundación del Sueño de los Estados Unidos.
En tanto, un estudio realizado por investigadores de Irán, Reino Unido y Estados Unidos reveló que la prevalencia global de los trastornos del sueño entre las mujeres que ya habían pasado la menopausia fue del 51,6%. El trabajo fue publicado en la revista Sleep and Breathing.
En diálogo con Infobae, la doctora Agustina Starvaggi, médica del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano de Buenos Aires y miembro de la comisión directiva de la Asociación Argentina de Controversias en Obstetricia y Ginecología, explicó que a partir de los 40 años se produce en las personas una alteración del ritmo circadiano que regula el momento en que se duerme y en que mantiene despierta.
En esa etapa de la vida, uno de los trastornos que se sufre más es el insomnio por la noche, que genera ganas de dormir durante el día o somnolencia diurna.
Cómo se altera el sueño durante la menopausia
La prevalencia del insomnio puede estar relacionada con la ansiedad y la depresión. Los cambios hormonales y las circunstancias vitales -como el divorcio o el cuidado de los padres u otros familiares- pueden contribuir al deterioro de la salud mental en los años anteriores y posteriores a la menopausia.
Hay mujeres (no son todas) que pueden empezar a notar los llamados “sofocos” o “calores”. Si se presentan por la noche, modifican la calidad de sueño nocturno porque pueden provocar despertares frecuentes y luego se hace difícil volver a conciliar el sueño. Los sofocos pueden persistir algunos años.
También la doctora Starvaggi comentó que las mujeres pueden tener síntomas de la vejiga tipo “irritativos” como consecuencia de la falta de la hormonas femeninas, principalmente los estrógenos en el aparato urogenital. Eso puede hacer que aparezcan síntomas parecidos a una infección urinaria, como el aumento de la frecuencia de la micción nocturna, una situación que interrumpe el sueño.
Otro cambio antes o después de la menopausia puede consistir en que los ronquidos son cada vez más frecuentes, según la Fundación del Sueño.
La disminución de las hormonas reproductivas puede hacer que los tejidos blandos de la garganta se vuelvan más colapsables. La mujer puede además aumentar de peso, una alteración que puede obstruir las vías respiratorias. Como consecuencia, los ronquidos pueden interrumpir el sueño.
“En algunas mujeres antes o después de la menopausia pueden desarrollarse las apneas del sueño asociado al sobrepeso. Otro trastorno es de la narcolepsia, que implica una somnolencia excesiva diurna y un sueño nocturno perturbado”, comentó la especialista.
Cuando se enfrentan alteraciones del sueño, las mujeres pueden sentirse más irritables, con más somnolencia durante el día, dificultades en la concentración y en la memoria. Las fluctuaciones hormonales también influyen en el ánimo.
Cómo aliviar el insomnio durante la menopausia
“Si el descanso por la noche se mantiene alterado por varias semanas, la recomendación es consultar con un profesional de la salud. Si se confirma que la presencia de una alteración de sueño, se puede tomar medidas de higiene del sueño y modificar el estilo de vida”, aclaró Starvaggi.
Recomendó estos cambios:
- Realizar la práctica de ejercicio diario como por ejemplo caminatas y adoptar una dieta equilibrada, con más frutas y verduras
- Dejar el cigarrillo y el consumo de alcohol y evitar el uso de pantallas de celular o computadora en el momento anterior a irse a dormir.
- Registrar qué factores como la luz, el ruido o la temperatura pueden estar interfiriendo negativamente con el sueño.
- En algunos casos, se necesitará un tratamiento farmacológico según la causa subyacente de la alteración del sueño, que puede incluir la terapia hormonal de reemplazo. Debe estar supervisado por un profesional de la salud.
Por su parte, consultada por Infobae, Stella Valiensi, presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del sueño, consideró que cuando una mujer tiene síntomas relacionados con el sueño, debería consultar con un profesional de la salud para que se determine si necesita un tratamiento hormonal. También se debería comentar si se registran síntomas de ansiedad o depresión.
“En la alimentación, la mujer puede incluir más calcio, vitamina D y bifosfonatos, que deben ser indicados por el profesional”, señaló la doctora Valiensi. Se debería evitar la cafeína por la tarde porque contribuye a la alteración del sueño. En cambio, alentó a practicar técnicas de relajación y hacerse masaje.
Al lado de la cama, se sugiere tener paños que puedan ser embebidos en agua fría. Si se sienten sofocos por la noche, esos paños pueden pasarse por la frente y las axilas. También aconsejó tener un ventilador pequeño cerca, recomendó.
En 2020, la profesora Myra Hunter, del King´s College de Londres en el Reino Unido, publicó una revisión de estudios en los que se resaltan los beneficios de acceder a la terapia cognitivo-conductual cuando las mujeres mayores de 45 años enfrentan estrés, cambios en el estado de ánimo y problemas de sueño.