El pan no es el enemigo: cómo incluirlo en una dieta saludable, según especialistas

Las porciones adecuadas dependen del tipo de harina y de las necesidades energéticas de cada persona. Especialistas explican por qué su consumo está rodeado de mitos infundados

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La "demonización" del pan está
La "demonización" del pan está basada en malentendidos según especialistas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El pan es uno de los primeros alimentos que se elimina de las dietas cuando se busca perder peso o mejorar la salud. Se le ha culpado de contribuir a enfermedades como la diabetes y la hipertensión debido a su contenido de carbohidratos. Sin embargo, según Fabián Cuenca, académico y especialista en alimentos de la Universidad del País Vasco, esta percepción está basada en mitos. En su artículo de The Conversation, Cuenca destaca que estas enfermedades no se desarrollan exclusivamente por consumir pan, sino que son resultado de “razones multifactoriales”, como la genética y el estilo de vida sedentario. El experto añade que la “demonización” del pan ha sido desproporcionada, pues existen tipos de pan que incluso pueden tener efectos beneficiosos para la salud.

Consumir pan diariamente no es necesariamente perjudicial para la salud si se hace de manera equilibrada y se elige un tipo de pan que aporte beneficios nutricionales. Aunque el pan ha sido “demonizado” como uno de los alimentos que pueden causar aumento de peso y contribuir a problemas de salud como la diabetes y la hipertensión, los especialistas señalan que estas ideas son simplificaciones de una realidad más compleja.

Contrario a la creencia de que el pan es “inherentemente dañino”, Cuenca argumenta que el pan puede formar parte de una dieta equilibrada y nutritiva. El experto señala que “como parte de una dieta balanceada con alimentos frescos, granos enteros, frutas, verduras y grasas saludables, el pan puede ser el complemento que proporciona energía y nutrientes esenciales”. En especial, algunos tipos de pan, como el pan integral, aportan fibra dietética, vitaminas y minerales que ayudan a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Así, el pan no es necesariamente un obstáculo para la salud, sino que puede contribuir positivamente si se consume en el marco de una dieta balanceada.

Varios tipos de pan pueden
Varios tipos de pan pueden ofrecer beneficios nutritivos esenciales (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una de las preocupaciones sobre el pan es su impacto en los niveles de azúcar en sangre, pero este efecto depende del tipo de carbohidrato que contiene. Los carbohidratos complejos, presentes en panes como el integral, tienen un impacto mucho menor en la glucosa en sangre en comparación con los carbohidratos simples. En este sentido, Cuenca explica: “El índice glucémico de ciertos tipos de pan es menor comparado con otros alimentos ricos en azúcares simples”.

Al incluir fibra, el pan integral ralentiza tanto la digestión como la absorción de glucosa, lo que evita los picos de azúcar en sangre y, en cambio, proporciona un aumento moderado y sostenido de energía. Según el especialista, este efecto puede ayudar a “prevenir la resistencia a la insulina y, en última instancia, la diabetes tipo 2″.

El papel de la fibra en la saciedad y la salud digestiva

La fibra es uno de los principales beneficios del pan integral y contribuye a una mayor sensación de saciedad, lo que puede ser útil para evitar el consumo excesivo de otros alimentos. La Fundación Española de Nutrición (FEN) también respalda el consumo de pan integral debido a su riqueza en selenio, fósforo, magnesio y zinc, nutrientes esenciales que no se encuentran en el pan blanco. Esta fibra contribuye a un microbioma intestinal saludable, apoyando una buena salud digestiva y reduciendo problemas inflamatorios.

El impacto glucémico del pan
El impacto glucémico del pan depende de sus carbohidratos complejos (Imagen Ilustrativa Infobae)

El gluten, una proteína presente en el trigo y otros cereales, ha sido motivo de controversia en temas de salud, especialmente con la popularización de dietas sin gluten. Sin embargo, los estudios indican que esta preocupación es infundada para la mayoría de la población. Más del 90% de las personas puede consumir gluten sin problemas. Solo quienes padecen enfermedad celíaca o sensibilidad al gluten no celíaca deberían evitarlo. Además, Cuenca advierte que los productos etiquetados como “sin gluten” a menudo son más procesados, contienen menos nutrientes y menos fibra que los productos que incluyen gluten.

Comparación entre pan integral y pan blanco

La diferencia en valor nutricional entre el pan integral y el pan blanco es significativa. El pan integral, hecho con el grano completo, es más nutritivo, proporcionando proteínas, fibra, selenio, fósforo, hierro, magnesio y zinc. En cambio, el pan blanco, elaborado con harinas refinadas, aporta pocos nutrientes. La Fundación Española de Nutrición (FEN) y estudios de Harvard concuerdan en que el pan integral ayuda a estabilizar la glucosa en sangre, ofrece mayor saciedad y disminuye el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

La percepción del pan blanco
La percepción del pan blanco y la integral difieren en términos de nutrientes (Imagen Ilustrativa Infobae)

La cantidad ideal de pan diario depende del tipo de pan y las necesidades individuales de cada persona. Harvard sugiere limitar el consumo de pan blanco a dos rebanadas al día para evitar incrementos de azúcar en sangre y aumento de peso. Para el pan integral, recomienda un consumo moderado que aporte la fibra necesaria. La OMS sugiere hasta 250 gramos de pan al día en una dieta equilibrada y hasta 400 gramos para personas con alta actividad física, ya que el pan es una fuente importante de carbohidratos.

La calidad de los ingredientes influye directamente en los beneficios del pan para la salud. Según Cuenca, algunas margarinas usadas en el pan se han reformulado con aceites vegetales insaturados como los de oliva y canola, conocidos por sus beneficios cardiovasculares. Además, Harvard recomienda evitar panes con azúcares añadidos o grasas saturadas, ya que estos ingredientes suelen encontrarse en alimentos ultraprocesados que aumentan el riesgo de enfermedades crónicas

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