Para muchos, la heladera o el freezer son un recurso infalible de preservación: desde carnes y frutas hasta panes y comidas preparadas, casi cualquier alimento puede durar semanas o meses gracias a las bajas temperaturas. Pero, ¿siempre es mejor congelar?
Ventajas de los alimentos congelados y su comparación con los frescos
Los alimentos congelados representan una opción práctica y, en muchos casos, más económica que los frescos. Desde los años 50, su popularidad ha crecido debido a su accesibilidad y duración. Gracias a los avances en conservación y empaquetado, la mayoría de las frutas y verduras se congelan en su punto óptimo de maduración, lo que permite que conserven su valor nutritivo y, a menudo, resulten igual de saludables que las versiones frescas. Según datos de la industria alimentaria, la congelación retrasa el proceso de descomposición y hace posible consumir alimentos fuera de temporada.
Sin embargo, no todos los alimentos alcanzan su mejor versión en el congelador. Según un informe de la consultora IRI, Algunos productos pueden perder su frescura y textura, y la congelación puede afectar su sabor y consistencia. En el caso de las frutas, por ejemplo, mientras los arándanos o las fresas congeladas son útiles para batidos y postres, pueden volverse blandas si se descongelan para el consumo directo. Asimismo, ciertos cortes de carne y productos de panadería no conservan sus propiedades organolépticas, como la jugosidad y la textura esponjosa, cuando son congelados. En estos casos, elegir productos frescos puede marcar una gran diferencia en el resultado final de tus comidas. Estos son siete alimentos que es mejor comer frescos que congelados:
1. Panqueques y productos de desayuno
En las mañanas agitadas, recurrir a productos congelados como panqueques o palitos de tostadas francesas puede parecer una solución rápida y conveniente para el desayuno. Según un estudio de Nutrition for Precision Health de los Estados Unidos, estos productos están listos para ser calentados en minutos, pero a menudo sacrifican sabor y textura en favor de la practicidad. La congelación afecta negativamente las cualidades que definen a los panqueques recién hechos: una textura esponjosa, bordes suaves y un sabor fresco.
Problemas de textura: al ser descongelados y recalentados, los panqueques tienden a endurecerse en los bordes o a volverse gomosos, una consistencia que dista mucho de la suavidad y ligereza de los que son eparados en el momento.
Alternativa fresca y rápida: para quienes necesitan ahorrar tiempo sin renunciar a la calidad, los panqueques caseros pueden ser una opción mejor, incluso utilizando mezclas preparadas que requieren pocos minutos para hacerse en una sartén. Esta alternativa ofrece mayor control sobre la frescura y calidad de cada porción y permite personalizarlos, añadiendo ingredientes como frutas frescas, nueces o especias, para darles un toque extra de sabor y textura.
2. Bife o carnes
Según un estudio de Salud y Nutrición (NHANES) en Estados Unidos, al seleccionar un buen bife en el supermercado, la frescura puede hacer una gran diferencia. Aunque las carnes congeladas permiten almacenamiento prolongado y son útiles para tener en reserva, ciertos cortes, especialmente los más gruesos y jugosos como el bife, no alcanzan su máximo potencial en el congelador. La congelación puede alterar tanto la textura como el sabor de la carne, haciéndola menos suculenta en comparación con un corte fresco.
Diferencias en sabor y jugosidad: el bife fresco tiende a conservar una mayor cantidad de sus jugos naturales, lo que le da una textura tierna y un sabor concentrado que no se logra después de congelarlo. Al congelarse, los cristales de hielo que se forman en el interior de la carne rompen sus fibras, lo que ocasiona una pérdida de humedad al descongelarse. Este proceso puede hacer que el bife resulte seco y menos sabroso al cocinarlo.
¿Es más económico congelado? Aunque en algunos casos la carne congelada puede parecer más económica debido a su vida útil prolongada, el precio no siempre es una ventaja. Los costos de procesamiento y empaque para mantener la carne en condiciones óptimas en el congelador suelen aumentar su precio, y en ocasiones, el bife fresco puede ser una opción similar o incluso más barata. Además, la posibilidad de seleccionar un corte fresco en la carnicería brinda una mejor oportunidad de asegurar la calidad del producto.
3. Proteínas magras: pechuga de pollo y pescado blanco
Según el Servicio de Alimentos y Nutrición (FNS, siglas en inglés), las proteínas magras, como la pechuga de pollo sin piel y el pescado blanco, son altamente valoradas por su bajo contenido de grasa y sus beneficios para una dieta equilibrada. Aunque la congelación es un método útil para conservarlas, este proceso puede hacer que pierdan humedad, lo cual impacta directamente en su sabor y textura. A diferencia de los cortes de carne con mayor contenido de grasa, que se conservan mejor en el congelador, las proteínas magras suelen secarse más fácilmente al ser congeladas.
Textura y sabor afectados: la falta de grasa en las proteínas magras como el pollo y ciertos pescados hace que la congelación no logre preservar sus cualidades naturales. Al descongelarse, es común que la pechuga de pollo o el pescado pierdan su jugosidad, lo que los vuelve más secos al cocinarlos y puede dar lugar a una textura fibrosa y menos agradable. Esto contrasta con la frescura de las proteínas magras recién compradas, las cuales retienen mejor sus jugos y resultan más tiernas y sabrosas.
Alternativa para productos con mayor contenido de grasa: en el caso de proteínas con un contenido de grasa superior, como el salmón o el muslo de pollo, la congelación suele dar mejores resultados, ya que la grasa actúa como una barrera protectora que ayuda a retener la humedad durante el proceso. Por eso, para quienes prefieren un sabor y textura óptimos en sus preparaciones con proteínas magras, la compra de productos frescos es generalmente la opción recomendada.
4. Pan y productos de panadería
Un estudio publicado en Journal of Food Composition and Analysis sugiere que el pan recién horneado tiene una textura suave, un aroma único y una miga húmeda y esponjosa que simplemente no se puede replicar en versiones congeladas. Si bien los supermercados ofrecen pan congelado, desde baguettes y panes de ajo hasta palitos de pan, estos productos suelen perder mucho de su calidad original debido al proceso de congelación. Esta alternativa resulta práctica en situaciones de emergencia, pero rara vez logra la misma experiencia sensorial que el pan fresco.
Efectos de la congelación en la textura: la congelación afecta la estructura del almidón en el pan. Al descongelarse, la humedad atrapada en el pan se libera de manera desigual, lo que puede dejarlo seco y quebradizo en lugar de mantener la textura suave y esponjosa de un pan recién hecho. Además, el pan congelado tiende a desmoronarse y puede presentar una textura más dura o gomosa en comparación con una barra de pan fresca de la panadería.
Alternativas y opciones frescas: para quienes buscan la mejor experiencia, los productos frescos de panadería siguen siendo la opción ideal. Un pan recién horneado no solo tiene una textura superior, sino que ofrece un sabor más natural y profundo. Además, los panes frescos pueden ser conservados en condiciones óptimas por un par de días o bien congelarse en porciones pequeñas para descongelarlos en el momento justo, conservando mejor sus propiedades.
5. Hierbas frescas
Las hierbas frescas como el cilantro, la albahaca y el perejil son ingredientes clave para elevar el sabor y la presentación de muchos platos. Aunque existen opciones de hierbas congeladas en cubos o envasadas para facilitar su uso, estas no siempre igualan el resultado que ofrecen las hierbas frescas. El proceso de congelación afecta especialmente a las hierbas, ya que su alto contenido de agua cambia tanto su textura como su sabor al descongelarse.
Cambios en sabor y textura: las hierbas congeladas suelen volverse blandas y acuosas al descongelarse, lo que puede diluir los sabores y afectar la apariencia del plato. A diferencia de las frescas, que se caracterizan por su textura firme y su aroma intenso, las congeladas pierden parte de su perfil aromático y su capacidad de realzar los sabores. Esto se debe a la pérdida de aceites esenciales durante la congelación, lo cual les resta el sabor concentrado de las hierbas recién picadas.
Ventajas de las hierbas frescas en la cocina: para platos en los que el sabor de las hierbas es protagonista, como en pestos, salsas frescas o guarniciones, elegir hierbas frescas marca una gran diferencia. Dedicar unos minutos a cortar cilantro o albahaca fresca en el momento puede transformar una receta, aportando un toque fresco y vibrante que no se consigue con opciones congeladas.
6. Frutas frescas
Las frutas congeladas son prácticas y permiten disfrutar ciertos productos durante todo el año, incluso cuando están fuera de temporada. Sin embargo, algunas frutas conservan mejor su sabor, textura y valor económico cuando se adquieren frescas. Entre estas se incluyen las cerezas, arándanos, duraznos, fresas y mangos. Estas frutas tienden a ser más costosas cuando se compran congeladas y, además, al descongelarse, suelen volverse blandas y acuosas, lo que puede hacerlas menos apetitosas en su consumo directo o en ensaladas de frutas.
Cuando se desea disfrutar frutas de textura firme y bue sabor, optar por productos frescos es una ventaja, especialmente para preparaciones en las que la consistencia y presentación son importantes. Además, al comprarlas frescas, es posible consumirlas en su punto de madurez óptimo, algo que las congeladas no siempre logran preservar. Comprar frutas de temporada es una buena estrategia para obtener la mejor relación entre calidad y precio.
7. Verduras frescas
Al igual que con las frutas, ciertas verduras congeladas pierden algo de su calidad en cuanto a textura y sabor en comparación con las frescas. Verduras como el brócoli, espárragos, judías verdes, batatas y maíz dulce suelen tener una textura más crujiente y un color más vibrante cuando se consumen frescas. Esto es especialmente relevante en recetas donde la presentación y el crocante natural de las verduras son esenciales, como en salteados o guarniciones.
Desde el punto de vista económico, el USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, por sus siglas en inglés) sugiere que muchas de estas verduras pueden ser más asequibles cuando se compran frescas, especialmente en temporada, en comparación con sus versiones congeladas. Las verduras frescas no solo pueden ser más económicas, sino que también preservan mejor su perfil nutricional y aportan un sabor más intenso a las comidas. Comprar vegetales frescos es ideal cuando se busca maximizar la textura y el impacto visual en la cocina.