En muchos lugares, caminar al atardecer no es un hábito común, ya sea por el ritmo de vida o por las condiciones climáticas. Sin embargo, la ciencia demuestra que una caminata breve después de la cena puede tener un impacto positivo en nuestra salud, más allá de lo que tradicionalmente se piensa.
Esta actividad sencilla, además de favorecer la digestión, podría ayudar a reducir el riesgo de enfermedades graves, como el cáncer de intestino, la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.
Los estudios también indican que caminar por la noche mejora la salud cerebral y promueve una mayor longevidad. Con solo unos minutos al día, esta práctica podría marcar una diferencia en el bienestar a largo plazo.
A continuación, un detalle de cómo este hábito puede ayudar a vivir mejor y más tiempo.
Beneficios digestivos y regulación del azúcar en sangre
Uno de los principales beneficios de caminar después de cenar es su efecto sobre la digestión y la regulación de los niveles de azúcar en sangre.
Según estudios, caminar después de una comida facilita la digestión y reduce los picos de glucosa, ayudando a estabilizar los niveles de azúcar en el organismo.
Esto es particularmente relevante en la prevención de la diabetes tipo 2, una enfermedad crónica en aumento en todo el mundo, de la mano de las alarmantes cifras de obesidad.
El profesor Colin Greaves de la Universidad de Birmingham explicó que una caminata nocturna contribuye a reducir el pico de azúcar en sangre que ocurre entre 15 y 30 minutos después de comer, cuando los carbohidratos se descomponen y entran en el torrente sanguíneo. Estudios sugieren que los picos de azúcar son un factor importante en el desarrollo de la diabetes tipo 2, ya que estos niveles altos de glucosa pueden dañar las células del páncreas encargadas de producir insulina.
Reducción del riesgo de cáncer de intestino
Caminar al anochecer también puede reducir el riesgo de desarrollar cáncer de intestino, uno de los tipos de cáncer más comunes. Una investigación reciente de la Universidad de Ratisbona en Alemania, realizada con datos de más de 86.000 personas, reveló que las personas que realizaban actividad física, como caminar, a las 8 a.m. y a las 6 p.m. tenían un 10% menos de probabilidad de desarrollar cáncer de intestino.
Aunque los científicos no indagaron las causas exactas de este efecto, sugieren que la actividad física reduce la inflamación crónica, que es un factor de riesgo en el desarrollo de ciertos tipos de cáncer.
Además, el doctor James King de la Universidad de Loughborough añadió que caminar favorece el control del peso, moviliza células antitumorales del sistema inmunológico y mejora el proceso natural de eliminación de células dañinas, lo que previene la aparición de células cancerosas.
Prevención de la demencia y salud cerebral
La evidencia también respalda que caminar podría ser un aliado importante en la prevención de la demencia. Según un estudio de la Universidad de Sydney basado en la actividad de unas 80.000 personas, aquellos que caminaban aproximadamente 3.800 pasos al día tenían un 25% menos de riesgo de desarrollar demencia, y quienes caminaban 9.800 pasos diarios reducían el riesgo en un 51%.
El profesor David Stensel de la Universidad de Loughborough explicó que estudios de imágenes de resonancia magnética en adultos mayores mostraron que caminar podría prevenir la contracción cerebral y aumentar el tamaño del hipocampo, la zona del cerebro asociada con la memoria.
Aunque la caminata es un factor importante, Stensel subraya que debe complementarse con una dieta equilibrada y la reducción de otros hábitos nocivos, como el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo, para optimizar los beneficios en la salud cognitiva.
Salud cardiovascular: mejorar el corazón, paso a paso
La salud del corazón también se beneficia considerablemente de un paseo vespertino, especialmente para quienes buscan reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Datos analizados de más de 200.000 personas durante siete años sugieren que caminar tan solo 2.337 pasos al día reduce el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular. Además, por cada 500 pasos adicionales, el riesgo de estas enfermedades disminuye un 7%, lo que refuerza el valor de la actividad física moderada y regular.
Según el profesor Stensel, una caminata nocturna puede disminuir la presión arterial al día siguiente y reducir la respuesta de los triglicéridos tras las comidas. Si se realiza de manera regular, esta actividad simple puede contribuir a largo plazo a la prevención de accidentes cerebrovasculares y enfermedades coronarias, compensando así el tiempo que se pasa sentado, uno de los principales factores de riesgo en las enfermedades del corazón.
Caminar para una vida más larga
Los estudios también señalan que un paseo diario puede aumentar la longevidad. Investigadores de la Universidad de Leicester descubrieron que los adultos mayores de 60 años que sumaban una caminata rápida de 10 minutos al día lograban extender su esperanza de vida: las mujeres hasta 11 meses y los hombres hasta 17. Además, una caminata de 30 minutos incrementaba aún más estos beneficios.
El profesor Greaves explicó que una actividad simple como caminar beneficia al corazón, reduce el estrés y mejora la calidad del sueño, factores esenciales para una vida más larga y saludable.
En conclusión, aunque caminar al anochecer no forma parte de la cultura en muchos países, su impacto positivo en la salud lo convierte en un hábito valioso que todos podríamos adoptar. Como recomienda el doctor King, es más importante mantenerse activo en cualquier momento del día, adaptando el paseo a nuestras propias necesidades y circunstancias.