Según la Organización Mundial de la Salud(OMS), el número de personas que viven con demencia está aumentando aceleradamente. Actualmente, más de 55 millones de personas transitan esta enfermedad en todo el mundo y cada año hay casi diez millones de casos nuevos, afirmó el máximo ente sanitario internacional. Asimismo, se prevé que el número de personas que viven con esta patología casi se triplicará hasta alcanzar los 153 millones en 2050.
El Alzheimer es la causa más común de demencia en adultos mayores, por lo que los expertos consideran que el mundo se está enfrentando a una pandemia emergente de esta enfermedad y advierten que los sistemas de salud no están preparados para enfrentar el desafío actual, y mucho menos el preocupante aumento que se avecina.
Por lo tanto, la prevención se convierte en una pieza clave ante esta situación. La demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, puede tener factores de riesgo no modificables (como la edad y la genética), pero también existe un gran número que se pueden controlar. Esto significa que, si se abordan estas condiciones de forma temprana, es posible reducir las probabilidades de desarrollar la condición significativamente.
La actualización de 2024 de la Comisión Lancet sobre la demencia aporta nuevas evidencias esperanzadoras sobre la prevención, la intervención y el cuidado de esta enfermedad y creó una infografía que comparte las mejores medidas preventivas, según la edad. En ella se muestra mediante un porcentaje cuánto se reduce el riesgo de desarrollar demencia al eliminar por completo ciertos factores. Algunos de ellos, como las lesiones cerebrales traumáticas o la contaminación del aire, no están totalmente bajo nuestro control, pero hay varias que son modificables, por ejemplo, hacer actividad física y seguir una dieta saludable.
La doctora Lucía Crivelli, jefa de neuropsicología en Fleni, explicó a Infobae en una nota reciente que los cambios en el estilo de vida pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención. “Estudios recientes han demostrado que intervenciones multidominio que incluyen una dieta saludable, ejercicio regular, ejercicios cognitivos, control de los factores de riesgo cardiovasculares e interacción social, pueden reducir significativamente los síntomas y ralentizar la progresión de estas enfermedades”, afirmó la experta.
Por su parte, la doctora María Cecilia Fernández, docente de la Maestría en Neuropsicología Aplicada, módulo sobre Deterioro Cognitivo y Demencias, en la Universidad del Hospital Italiano de Buenos Aires (UHIBA), señaló a Infobae: “Sabemos que los estímulos cognitivos, una buena educación y el control de una correcta alimentación desde temprana edad tienen un impacto positivo en la reserva cognitiva. Esto es un factor de protección para nuestra cognición, por lo que empezar a cuidarse desde la infancia es fundamental para prevenir todo tipo de enfermedades”.
Y agregó: “De todas formas, desde la mediana edad es cuanto más activos podemos ser en cuanto a prevención del desarrollo de demencia. Con actividad física y cuidado de factores cardiovasculares, de traumatismos de cráneo, tratamiento de la hipoacusia y evitando el exceso de alcohol y el tabaquismo prevenimos la presencia de factores de riesgo que puedan dar origen a este tipo de enfermedad”.
Cuáles son los factores de riesgo a modificar
Es sorprendente saber cuán efectivos pueden ser los cambios en el estilo de vida para mantener a raya la enfermedad: la Comisión Lancet sobre prevención, intervención y atención de la demencia proporcionó, en 2020, una lista actualizada de doce factores de riesgo para la demencia a lo largo del curso de la vida. Ponerlos bajo control podría evitar o retrasar alrededor del 40 % de los casos de demencia en todo el mundo.
Recientemente, el nuevo informe de la comisión realizado por los principales expertos mundiales en demencia, estableció que la pérdida de visión no tratada en edades avanzadas y tener alto el colesterol son los dos nuevos factores de riesgo que se asocian con el desarrollo de demencias, los cuales se suman a las otras doce causas conocidas.
Así, los 14 factores de riesgo a modificar y controlar son:
- En la vida temprana: educación
- En la mediana edad: pérdida de audición, lesión cerebral traumática, colesterol alto, hipertensión, abuso de alcohol y obesidad
- En la edad adulta: tabaquismo, depresión, aislamiento social, pérdida de la vista, sedentarismo, diabetes y contaminación del aire
Uno a uno, qué acciones realizar
1. Infancia temprana
Según The Lancet, quienes tienen un mayor nivel educativo pueden reducir su riesgo de padecer demencia en un 5 %.
2. Mediana edad
- Las personas sin pérdida auditiva pueden tener un riesgo 7% menor de padecer demencia
- Las personas sin colesterol LDL alto pueden tener un riesgo 7% menor de padecer demencia
- Las personas sin depresión pueden tener un riesgo 3% menor de padecer demencia
- Las personas sin una lesión cerebral traumática pueden tener un riesgo 3% menor de padecer demencia
- Las personas que no son sedentarias pueden tener un riesgo 2% menor de padecer demencia
- Las personas sin diabetes pueden tener un riesgo 2% menor de padecer demencia
- Los que no fuman pueden tener un riesgo 2% menor de padecer demencia
- Las personas sin hipertensión pueden tener un riesgo 2% menor de padecer demencia
- Las personas que no son obesas pueden tener un riesgo 1% menor de padecer demencia
- Quienes no beben en exceso pueden tener un riesgo 1% menor de padecer demencia
3. Adultos mayores o tercera edad
- Quienes no afrontan aislamiento social tienen un riesgo 5% menor de padecer demencia
- Quienes no se ven afectados por la contaminación del aire tienen un riesgo 3% menor de padecer demencia
- Aquellos que no han experimentado pérdida de visión tienen un riesgo 2% menor de padecer demencia
Con todos estos factores combinados, The Lancet dice que el 45% de los factores de riesgo de demencia pueden ser “potencialmente modificables”.
Cuáles son los factores más importantes a controlar
De acuerdo a la doctora Fernández, algunos factores tienen un mayor impacto. “Según el último reporte de Thwe Lancet, el control de la pérdida auditiva y del colesterol LDL, o ‘colesterol malo’, parecerían ser, en la edad media de la vida, lo que más impactaría. Mientras que en la llamada “tercera edad” sería el aislamiento social. En lo personal creo que el sedentarismo es un factor que modificándose con actividad física regular a cualquier edad, incluso ya con diagnóstico de demencia, realmente marca una diferencia”.
Según explicó a Infobae en una nota reciente el doctor Ricardo Allegri (MN 63538), jefe de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología de Fleni: “Los metaanálisis demostraron que mejorando la audición se retrasa el inicio de la demencia. La pérdida auditiva determina un aislamiento social, y este influye negativamente sobre el paciente. Esta pérdida y también la visual son dos factores a tener muy en consideración, dado que en la mayoría de los casos pueden compensarse”, afirmó el experto.
Por su parte, la doctora Crivelli destacó a la dieta, el ejercicio físico y el apoyo social como las bases de la prevención del Alzheimer, y explicó la importancia de cada uno de estos factores.
- Una alimentación basada en la dieta MIND, que combina la dieta DASH y la mediterránea, se ha asociado con un menor riesgo de desarrollar Alzheimer y con una desaceleración del deterioro cognitivo. “Estas dietas son ricas en frutas, verduras, granos integrales y pescado, y bajas en grasas saturadas, azúcares refinados y carnes rojas. Los estudios indican que los nutrientes presentes en estos alimentos tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes que protegen el cerebro”, destacó la doctora Crivelli.
La doctora Liliana Papalia, médica UBA (MN 114921), especialista en Nutrición y Obesidad de la Universidad Favaloro y diplomada en Sexualidad y Neurociencias, explicó a Infobae recientemente la importancia de mantener el colesterol bajo control para prevenir la demencia: “En el caso de tener un colesterol alto, particularmente el malo, el LDL, de partículas pequeñas y densas, la probabilidad de padecer demencia va a ser mayor. ¿Por qué? Porque las arterias van a tener mayor probabilidad de tener ateroma y la posibilidad de sufrir isquemia o derrame. Y en este caso, puede darse el deterioro cognitivo”.
- El ejercicio físico frecuente es otro componente crucial. “Actividades como caminar, nadar o practicar ejercicio aeróbico no solo mejoran la circulación sanguínea, sino que también promueven la neuroplasticidad, ayudando a mantener las funciones cognitivas. La estimulación cognitiva también juega un papel importante ya que mantener la mente activa aumenta la reserva cognitiva. Además, el control del riesgo cardiovascular (hipertensión, obesidad, diabetes) es esencial para la salud cerebral”, afirmó Crivelli.
- El apoyo social es igualmente vital. “Participar en grupos de apoyo y mantener una vida social activa puede mejorar el estado de ánimo y la función cognitiva, proporcionando un sentido de pertenencia y reduciendo la soledad y la depresión, factores que pueden acelerar el declive cognitivo”, indicó la doctora Crivelli.
La doctora Fernández agregó, en tanto, que la “soledad y el aislamiento social juegan un papel muy importante como factor de riesgo por lo que estimular, sobre todo en la tercera edad, la participación activa en actividades grupales, de pares o con amigos es otra consideración importante a recomendar”.
Y concluyó: “Para envejecer lo más saludable posible además de cuidar nuestra alimentación, realizar actividad física y cognitiva y mantener redes y relaciones sociales, es importante mantener un ‘propósito’ o razón de ser en la vida, algo que los japoneses llaman ikigai”. El término podría traducirse como “la felicidad de estar siempre ocupado”. Se dice que encontrar el propio ikigai hace que la vida tenga más sentido y también ayuda a estar más saludables.
Infografía: Marcelo Regalado