“El corazón es consciente porque está ligado a una conciencia única y sufre los estados emocionales negativos que la mente crea”. Esta profunda reflexión del reconocido cardiólogo Martín Lombardero en su reciente libro “El corazón es consciente. Puedes cambiar tu destino cardiológico”, nos invita a replantearnos la estrecha e indisoluble conexión entre cuerpo, mente y emociones.
Como bien explica este experto de vasta trayectoria, cuando permitimos que emociones tóxicas como el miedo, la ira o la culpa se enquisten en nuestro ser, estamos activando una respuesta de alerta permanente que intoxica y desgasta peligrosamente nuestro organismo. Un estrés crónico que, en palabras del propio Lombardero, se ha convertido en “el verdadero depredador del siglo XXI”.
¿Pero cómo reencontrarnos con el ritmo natural y forjar una salud integral que armonice las dimensiones física, psíquica y emocional? Una antigua práctica, redescubierta en tiempos modernos, puede ser el faro que ilumine este sendero: el slow jogging o trote lento consciente.
Los 6 Beneficios Integrales del Slow Jogging
1. Mayor Gasto Energético que Caminar Rápido
Los estudios científicos citados confirman que trotar lentamente “genera más gasto de energía que caminar rápido”, al activar un consumo metabólico óptimo de las grasas almacenadas como combustible.
La clave radica en que el slow jogging mantiene la frecuencia cardíaca en un rango del 70% de la máxima teórica. Esto permite que la enzima lipasa se active y “degrade el tejido graso almacenado para convertirlo en fuente de energía”. Así, en lugar de depender del glucógeno para obtener energía rápida, el cuerpo inteligentemente utiliza las reservas grasas acumuladas de forma más eficiente.
2. Pérdida de Peso Más Saludable y Sostenible
Al optimizar el uso de las grasas corporales como combustible, el slow jogging “propicia una pérdida de peso más eficiente, con menor esfuerzo pero más prolongada en el tiempo”, en comparación con los entrenamientos de alta intensidad enfocados en la obtención de energía inmediata.
Adicionalmente, esta práctica milenaria contribuye a disminuir el perímetro abdominal, un conocido factor de riesgo cardiovascular asociado con numerosos problemas crónicos degenerativos como diabetes, enfermedades cardíacas, cáncer, etc.
3. Reducción Integral de Riesgos Cardiovasculares
Las evidencias destacan que “el ejercicio frecuente y moderado reduce la mortalidad cardiovascular en un 30%, 7 veces la posibilidad de muerte súbita y 50 veces la incidencia de infarto”. El perfil del slow jogging encaja a la perfección en estas actividades físicas beneficiosas.
Pero los méritos cardiovasculares no terminan ahí, pues al “hacer más eficaz el rendimiento cardíaco”, también se “disminuye la presión arterial, mejora la resistencia a la insulina y todo lo concerniente al síndrome metabólico”. De esta manera, se atacan simultáneamente múltiples frentes que propician el desarrollo de temibles dolencias como hipertensión, aterosclerosis, accidentes cerebrovasculares y diabetes mellitus tipo 2.
4. Fortalecimiento Integral del Sistema Inmunológico
Más allá de los impactos positivos en el control de peso y los riesgos cardiovasculares, la evidencia recopilada enfatiza que el slow jogging “fortalece nuestro sistema inmunológico, disminuye la inflamación sistémica, el estrés oxidativo y la respuesta de nuestro cuerpo a diferentes enfermedades”.
Gracias a este efecto revitalizador sobre las defensas naturales, la práctica moderada y constante del trote lento consciente nos vuelve más resistentes y resilientes ante amenazas como virus, bacterias, hongos e infecciones diversas. Pero su alcance benéfico trasciende lo inmunológico, ya que también se reporta una impactante reducción del “23% en el riesgo” de desarrollar distintos tipos de cáncer.
5. Prevención de Enfermedades Respiratorias Graves
En consonancia con el punto anterior, los datos presentados resaltan la notable capacidad del slow jogging para “reducir el riesgo de enfermedades infecciosas respiratorias en un 50%”. Y en caso de contraer dichas afecciones, su severidad clínica “disminuye entre un 32% y 41%” en comparación con individuos sedentarios.
Un beneficio que adquiere especial relevancia en contextos como el de la reciente pandemia global de Covid-19, donde las defensas pulmonares y respiratorias reforzadas por esta modalidad de ejercicio aeróbico moderado y constante pueden marcar una diferencia crucial en la salud.
6. Ejercicio Cardiovascular Óptimo de Bajo Impacto
Como corolario, el libro reafirma que “el ejercicio físico de intensidad moderada y prolongada es ideal para bajar de peso con bajo riesgo cardiovascular”. Una sentencia que captura la esencia del slow jogging: un entrenamiento cardiovascular suave pero sumamente efectivo y completo.
Al practicarlo con perseverancia, disciplina y enfoque consciente, disfrutamos de una verdadera “píldora preventiva” que nos aproxima al ideal de una salud plena e integral: armonía entre cuerpo vigoroso, mente serena y un corazón que late con renovada vitalidad. Pero a diferencia de otras modalidades de alto impacto, el trote lento minimiza el desgaste articular y los riesgos de lesiones por sobrecarga.
El Concepto de las Tres P de Annie Marquier
Más que una simple rutina de ejercicio físico, el slow jogging representa una profunda filosofía de movimiento consciente y reencuentro con nuestra esencia primordial como seres integrales y unitivos. Como escribió Annie Marquier, visionaria pionera de este enfoque ancestral, necesitamos reconectarnos con el pánico, el placer y el poder que mueven y gobiernan nuestras existencias en sus raíces más hondas.
1. El Pánico Primordial
En los inicios del camino del slow jogging, todos los practicantes experimentamos ese pánico primordial, ese miedo instintivo y atávico que nos asalta al enfrentar de manera cruda nuestras vulnerabilidades y limitaciones corporales. Ese vértigo existencial de sabernos pequeños, frágiles y mortales ante la vastedad insondable del cosmos.
Es el eco de los temores primigenios que acosaban a nuestros remotos antepasados cazadores-recolectores, cuando se topaban con las feroces bestias de la naturaleza virgen. Pero ese pánico instintivo, cifrado en lo más hondo de nuestra psique, se ha ido distorsionando y mutando con el devenir de la “civilización”.
En nuestros días modernos, se ha transfigurado en un “miedo irracional al futuro, a la inseguridad, a la soledad, a la enfermedad y a la muerte misma”, como bien apunta el texto original. Un pánico trascendente y puramente psicológico, gestado por la mente más que por peligros tangibles. Un miedo adquirido que ya no resguarda nuestra vida, sino que más bien la atosiga, la envenena y la conduce hacia un sufrimiento crónico sin causa aparente.
2. El Placer de la Aceptación
No obstante, si logramos mantenernos fieles a la práctica regular, paciente y atenta del slow jogging, ese pánico primordial comienza a disiparse lentamente, transmutándose en su opuesto complementario: un placer profundo y sanador.
Se trata del placer de la aceptación radical e incondicional de lo que somos, con todas nuestras fortalezas y flaquezas, virtudes y defectos. De reconciliarnos con nuestras potencialidades y limitaciones reales como seres integrales y multidimensionales, sin máscaras ni imposturas agotadoras.
En esa conexión plena con la cadencia natural, mesurada y armónica de nuestros pasos conscientes, vamos desmontando una a una las capas de autoexigencia tóxica, miedo paralizante y resistencias autofrustrantes que suelen asfixiar nuestra esencia más genuina.
Redescubrimos la dicha sanadora de estar vivos aquí y ahora, respirando el éxtasis de sabernos partícipes directos del gran misterio cósmico. Nos permitimos saborear la belleza descarnada del momento presente con todos nuestros sentidos atentos y despiertos. Un placer puro y sencillo, pero inmensamente subversivo en esta cultura del consumismo voraz, la obsesión por la imagen y lo “rápido, ya y para la foto”.
3. El Poder de Co-crear Nuestro Destino
Es precisamente en esa aceptación gozosa y total de lo que somos donde redescubrimos nuestro poder innato y legítimo como seres conscientes: el de co-crear y moldear activamente el curso de nuestro propio destino personal, sembrando las causas de una existencia plena y verdaderamente realizada.
Al disipar las nieblas del pánico existencial que nublaban nuestra visión, y reencontrarnos con el placer de la presencia consciente e integral, nuestra vida entera se torna un sendero de crecimiento, aprendizaje y despliegue de nuestros potenciales únicos e irrepetibles.
Cada paso pausado del slow jogging nos recuerda que, a pesar de las apariencias y los condicionamientos culturales, en el fondo atesoramos un inmenso poder creativo y plástico: el de seleccionar con lucidez el itinerario por el cual transitar en este vasto misterio fenoménico; el de modular el tono emocional específico con el cual queremos vibrar; y el de modelar el modo único en que deseamos estar presentes en este mundo.
Un poder que ya no se ejerce desde el control egóico y la fuerza bruta, sino desde la firme serenidad y ecuanimidad de quien se ha reconciliado con su propio ritmo esencial. Un fluir armónico co-creador en resonancia con los ciclos sabios de la naturaleza, el cosmos y las leyes universales.
Para el Dr. Martín Lombardero, esta perspectiva holística que vincula lo físico, lo emocional y lo trascendente resulta fundamental a la hora de abordar la salud cardiovascular y prevenir sus principales afecciones.
Como bien detalla en su libro, cuando permitimos que “una emoción negativa no resuelta” anide en nosotros, nos volvemos propensos a desencadenar un “evento cardiovascular grave”, pues activamos un círculo vicioso de inflamación sistémica crónica.
Esta condición de “estrés crónico”, denominada por el experto como “el depredador del siglo XXI”, aumenta nuestros riesgos de arritmias letales como la fibrilación ventricular y “es el factor común detrás de la alta tasa de mortalidad súbita por causas cardíacas a mediana edad”.
No obstante, su mensaje también es esperanzador: “Somos partícipes de nuestro propio destino”. Con disciplinas de consciencia plena como la meditación, combinadas con ejercicio aeróbico moderado como el trote lento consciente -”la mejor píldora natural para disminuir la mortalidad cardiovascular”-, tenemos el poder de revertir ese destino aparentemente adverso.
En armonía con su perspectiva holística, Lombardero concibe al corazón como un órgano con profundas resonancias simbólicas y energéticas, un auténtico “resonador de todos los sentimientos” que mantiene un diálogo constante con la mente.
De hecho, según comenta en su libro, existen evidencias científicas de la existencia de “alrededor de 40.000 neuronas en el propio músculo cardíaco”, parte de la compleja vía neurológica que comunica al corazón con el cerebro. Un “cerebro intuitivo” plenoconsciente de todo aquello que sucede a nivel energético y emocional.
Pero más allá de los datos fisiológicos, Lombardero advierte que “el corazón tiene una capacidad única para captar las distintas emociones y se activa con los impactos, tanto positivos como negativos”. Por ello, el especialista considera fundamental aprender a “gobernar nuestros estados emocionales y bajar el estrés crónico” como vía para proteger nuestra salud cardíaca.
En definitiva, el slow jogging es mucho más que una rutina de ejercicio físico. Es un sendero integral que impacta las dimensiones física, emocional, mental y espiritual de nuestra existencia.
Un auténtico camino de retorno a la conciencia unitiva y la sabiduría innata que late en lo profundo de nuestros corazones. Una senda de reconciliación con el pánico, placer y poder originarios que moldearon los albores de la humanidad. Una oportunidad para reencontrarnos con la armonía, el respeto y la celebración de la prodigiosa trama de la vida que nos sostiene.