Cada 23 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Rehabilitación, una fecha instaurada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de visibilizar y generar conciencia sobre la importancia de que todas las personas accedan a una rehabilitación de calidad en tiempo y forma. De acuerdo a estimaciones del organismo, más de 2.400 millones de personas en todo el planeta necesitan este tipo de atenciones médicas por diversas causas.
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en la Argentina y en todo el mundo. Según datos oficiales, una de cada tres personas fallece por estas patologías. Ante este escenario, la comunidad médica apunta a reforzar las tareas de prevención sobre los factores de riesgo. Y a la vez, concientizar sobre la importancia de las tareas de rehabilitación, que permiten reducir la mortalidad y las tasas de reintegración de los pacientes que ya sufrieron un evento crítico, y también generar las condiciones para que tengan una mejor calidad de vida.
“La rehabilitación cardiovascular (RHCV) está indicada en pacientes con diversas patologías que afectan al sistema cardiovascular, siempre y cuando se encuentren estables. Algunos ejemplos son la enfermedad coronaria con requerimiento de angioplastias o cirugía de revascularización miocárdica, enfermedades valvulares, enfermedad vascular periférica, insuficiencia cardiaca, miocardiopatías, pre y post trasplante cardíaco, enfermedad vascular periférica y cardiopatías congénitas”, explicó la cardióloga Laura Vitagliano (MN 63014), que es coordinadora del Servicio de Rehabilitación Cardiovascular del ICBA Instituto Cardiovascular.
La experta destacó que los tiempos son fundamentales en la recuperación de un paciente, ya que cuanto antes comience, mayor beneficio va a obtener. “La guía europea de cardiología del deporte remarca que por cada semana que se demora en iniciar la actividad física, se requiere un mes de ejercicio adicional para obtener el mismo nivel de beneficio”, apuntó.
La rehabilitación cardiovascular impacta directamente en los factores de riesgo tradicionales, como por ejemplo la hipertensión arterial, la dislipemia (exceso de colesterol) y la diabetes. Pero además genera una disminución del 26% en la mortalidad cardiovascular y del 30% en las rehospitalizaciones, según se demostró en grandes estudios internacionales recopilados por la red de investigadores Cochrane en 2011. En ensayos recientes, incluso, se detectaron beneficios aún mayores para patologías específicas.
“En 2020 se publicó un trabajo observacional holandés que incluyó a más de 80 mil pacientes y demostró una reducción de la mortalidad por todas las causas del 32%. Esta fue más marcada en pacientes con enfermedad coronaria (infartos con y sin elevación del segmento ST) que en los pacientes con insuficiencia cardíaca. En tanto, la revisión de Cochrane de 2019, evidenció una reducción en las hospitalizaciones por todas las causas de un 30% y de las hospitalizaciones por insuficiencia cardiaca del 40%”, detalló la doctora Vitagliano.
Los siete objetivos de la rehabilitación cardiovascular
La rehabilitación cardiovascular consiste en una serie de ejercicios combinados (aeróbicos y de resistencia) supervisados por un equipo multidisciplinario compuesto por médicos, técnicos, enfermeros y profesores especializados. “Al ingreso al programa, cada paciente es evaluado por un médico del servicio para establecer el riesgo basal, que toma en cuenta distintos parámetros como la enfermedad de base, la función cardíaca y la presencia de síntomas, entre otros”, explicó Lucía Campos Cervera (MN 171750), que es miembro del staff del Servicio de Rehabilitación Cardiovascular del ICBA Instituto Cardiovascular.
“La duración de cada sesión es de una hora y se realiza entre 2 y 3 veces por semana. En nuestro centro contamos con bicicleta fija, cinta y un parque donde pueden caminar los pacientes para realizar la parte aeróbica del ejercicio. El trabajo de resistencia consta de ejercicios con mancuernas para trabajar la fuerza muscular, el equilibrio y la elongación. Se realizan además charlas sobre nutrición, control de los factores de riesgo y se realizan tomas de tensión arterial de manera rutinaria para evaluar el adecuado control de la misma”, destacó la experta.
A la hora de plantear cuáles son los objetivos de la rehabilitación cardiovascular, las especialistas del ICBA hacen foco en siete puntos principales, que son los siguientes:
- Asistir a aquellos pacientes con enfermedades cardiovasculares y pacientes de alto riesgo a desarrollar enfermedad coronaria.
- Rehabilitar al paciente en forma integral.
- Educar a los pacientes para que puedan mantener hábitos saludables y adherencia a estos cambios de estilo de vida y al tratamiento farmacológico.
- Reducir la incapacidad y promover un cambio en el estilo de vida con un rol pro activo del paciente en su salud.
- Mejorar la calidad de vida.
- Prevenir eventos cardiovasculares.
- Controlar de forma adecuada los factores de riesgo.
Rehabilitar después de un trasplante de corazón
Uno de los desafíos que afrontan los equipos médicos que trabajan en rehabilitación cardiovascular es el seguimiento y recuperación de los pacientes que recibieron un trasplante cardíaco. Existen diversas patologías que pueden llevar a requerir la donación de un corazón -entre las cuales se destacan la enfermedad coronaria, diversas miocardiopatías y cardiopatías congénitas- y que tienen incidencia en cómo se va a abordar el trabajo previo y posterior.
“La enfermedad subyacente condiciona el estado general del paciente antes de someterse al trasplante. Por ese motivo, se suele solicitar la participación de pacientes con insuficiencia cardíaca en etapas avanzadas en programas de rehabilitación cardiovascular previos al trasplante, con el fin de mejorar su condición física, prevenir la pérdida de masa muscular y promover un estado anímico favorable, siempre y cuando no se encuentren en una fase descompensada de la enfermedad”, explicó la doctora Campos Cervera.
La experta aclaró, de todos modos, que en la Argentina la mayoría de los trasplantes se llevan a cabo en situaciones de emergencia, lo que implica un mayor deterioro físico previo a la intervención. “Tras la cirugía, el proceso de rehabilitación se inicia en la habitación del paciente con movilización temprana y ejercicios de expansión pulmonar. Posteriormente, al momento del alta, se implementa un programa de ejercicio adaptado a cada paciente. El objetivo principal es que logre realizar actividad física aeróbica y de resistencia con una intensidad moderada, con el fin de controlar los factores de riesgo cardiovascular que pudieron haber afectado al paciente antes del trasplante, reducir el riesgo cardiovascular posterior a la intervención y mejorar los eventos clínicos”, detalló.
En todos los casos, no sólo en aquellos que llegan a la necesidad de un trasplante, es importante prevenir y reducir el impacto de los factores de riesgo que predisponen al desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
“La actividad física posee marcados beneficios en el control de los mismos. Entre ellos se encuentran la actividad antiaterogénica, la reducción del colesterol total en aproximadamente un 20% y del LDL en un 28%, la disminución del número de eventos cardiovasculares en un 25 a 30%, la mejora del control glucémico dando como resultado un 35% menos de diabetes y un mayor control de la tensión arterial. Además, reduce la grasa visceral y mejora fundamentalmente la inflamación endotelial. Por otro lado provoca un aumento y mantenimiento de la masa muscular, reduciendo de esta manera la sarcopenia y la acumulación de grasa que es fundamental sobre todo en los pacientes añosos para reducir la fragilidad”, apuntó la doctora Vitagliano.
Los fantasmas de los pacientes y la necesidad de más rehabilitación
“Experimentar un evento cardíaco es un episodio angustioso que marca la vida de una persona. Los problemas psicológicos pueden entorpecer significativamente el proceso de recuperación. Es en este contexto que la rehabilitación cardiovascular emerge como una herramienta fundamental para superar los desafíos emocionales asociados con la enfermedad y poder recuperar la confianza para la realización de sus actividades diarias”, explicó la doctora Lucía Campos Cervera, quien destaca la necesidad de diseñar un enfoque multidisciplinario para reconstruir no solo la salud física, sino también la emocional.
En este proceso, una herramienta de gran utilidad son las sesiones grupales que les brindan a los pacientes la oportunidad de contar sus experiencias con personas que han atravesado situaciones similares. “Esta conexión entre individuos que comparten una enfermedad cardiovascular crea un ambiente de apoyo mutuo, contribuyendo a mejorar el estado de ánimo y recuperar la confianza”, agregó la experta del ICBA.
A esto hay que sumar que la supervisión médica durante la realización de actividades físicas es esencial, ya que este acompañamiento no solo le proporciona seguridad al paciente, sino que también fomenta un ambiente propicio para la práctica de ejercicio y los motiva a sostenerlo en el tiempo.
El ICBA creó un programa integral y altamente experimentado en RHCV, desarrollado en un entorno relajado dentro de las instalaciones de un club, que ofrece tanto áreas cerradas como espacios al aire libre. “Nuestra prioridad es garantizar que los pacientes se sientan supervisados y seguros durante todas las actividades. Para ello contamos con un equipo permanente que incluye técnicos especializados, cardiólogos y profesores con vasta experiencia. Mantenemos una comunicación constante con los médicos de cabecera y proporcionamos informes periódicos sobre el progreso del paciente, centrándonos en la tolerancia al ejercicio y la presencia de síntomas. Este enfoque integral asegura un cuidado óptimo y personalizado para cada individuo”, destacó la doctora Vitagliano.
La experta remarcó que, a los múltiples beneficios de la rehabilitación cardiovascular, se suma que también mejora la adherencia al tratamiento, la calidad de vida y fomenta las relaciones interpersonales, a la vez que funciona como un puente para retomar luego sus prácticas deportivas o actividades diarias. “A pesar de todos los beneficios, el porcentaje de pacientes que acude a los programas de rehabilitación sigue siendo muy bajo en comparación a los pacientes con afecciones cardiovasculares, es por ello que buscamos fomentar dicha participación para lograr que los pacientes vivan más y mejor”, concluyó Vitagliano.