La inflamación es un mecanismo defensivo esencial del sistema inmunitario que combate infecciones y promueve la reparación de tejidos dañados. Puede manifestarse externamente con síntomas como enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor. Además de las infecciones, otros factores como toxinas, alérgenos y estrés pueden desencadenarla.
Sin embargo, cuando esta reacción se perpetúa en el tiempo sin un agente infeccioso que la justifique, el cuerpo entra en un estado de inflamación crónica, lo que compromete la funcionalidad de diversos sistemas orgánicos afectando así el bienestar de la persona.
Este proceso inflamatorio prolongado se desencadena por respuesta a estímulos persistentes y puede derivar en diversas enfermedades crónicas no infecciosas, como asma, artritis reumatoide, inflamación intestinal, psoriasis y trastornos cardiovasculares. La inflamación crónica es un estado continuo de alerta que, en vez de proteger, termina deteriorando tejidos sanos debido a la acción de sustancias inflamatorias.
Factores de riesgo como la obesidad, el tabaquismo, el estrés prolongado y la exposición a contaminantes pueden predisponer al desarrollo de la inflamación crónica. Por el contrario, una dieta rica en alimentos antiinflamatorios como frutas y verduras puede ayudar a combatir esta condición y al respecto la vitamina C cumple un rol importante.
¿Qué es la vitamina C?
El ácido ascórbico, más conocido como vitamina C es esencial para la salud humana porque participa en el desarrollo y mantenimiento de múltiples estructuras corporales, incluyendo los vasos sanguíneos, cartílagos, músculos y el colágeno en los huesos.
Su efecto antioxidante previene el daño celular y es necesaria para el proceso de cicatrización de las heridas y para la producción de colágeno. Además, de acuerdo a los expertos de Mayo Clinic, la vitamina C es fundamental para mantener un sistema inmunológico robusto necesario para combatir enfermedades como el resfriado común.
Desde Mayo Clinic destacan que, debido a que el cuerpo humano no produce ni almacena vitamina C, es fundamental su incorporación a través de la dieta. Las frutas y verduras como las naranjas y los brócolis son ejemplos de alimentos ricos en vitamina C.
Vitamina C e inflamación crónica
El poder antiinflamatorio de la vitamina C se vincula con su propiedad antioxidante, que reduce la inflamación crónica. Un estudio publicado en la revista científica Antioxidants, explica que el ácido ascórbico posee un poderoso efecto antioxidante y antiinflamatorio.
La vitamina C combate los radicales libres, moléculas que dañan los tejidos del cuerpo al activar los sistemas antioxidantes intracelulares. Por lo tanto, es esencial para estimular el sistema inmunológico porque aumenta la fuerza y protección del organismo y disminuye la inflamación crónica.
Frutas y vegetales ricos en vitamina C
Para incluir la vitamina C en la dieta y gozar de su efecto antiinflamatorio, se recomienda el consumo de frutas y verduras. Según los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, entre ellas destacan:
- las frutas cítricas como naranjas, pomelos, toronjas, kiwi, fresas, mango y también otras como fresas y melón
- las verduras como los pimientos rojos y verdes, repollo, espinaca, limón, menta los tomates, la coliflor y el brócoli
Las recomendaciones diarias de consumo de vitamina C varían en función de la edad y el sexo, pero los Institutos Nacionales de Salud de EEUU (NIH, por sus siglas en inglés) sugieren un mínimo general de 75 miligramos para las mujeres adultas y 90 miligramos para los hombres adultos.