Según la Asociación Estadounidense de Psicología, existen una serie de factores estresantes que se acumulan y afectan nuestro ánimo a fin de año. Desde los gastos extras por las fiestas, comprar regalos para todos, tener muchos eventos y despedidas hasta extrañar a seres queridos, padecer conflictos familiares y/o problemas relacionados con la comida o el alcohol. Mucha gente también experimenta soledad o melancolía y otras no tienen ganas de celebrar debido a sentimientos de dolor y pérdida.
La doctora Cynthia Dunovits, médica especialista en psiquiatría y jefa de la División de Psicofarmacología del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 123.009) explicó a Infobae: “El estrés es una respuesta adaptativa a la incertidumbre, a la amenaza del cambio y al aumento de demanda que se da en este momento del año. Nuestro sistema de alarma genera un aumento de la capacidad de respuesta. Por eso nos sentimos más alertas, más nerviosos, lo que repercute en nuestra calidad de sueño, en nuestro apetito y en otros síntomas”.
La médica agregó que “las dificultades económicas, exacerban las expectativas y la incertidumbre. Toda decisión o cambio genera una respuesta adaptativa de estrés”. En coincidencia, el doctor en Psicología Flavio Calvo (MN 66869), docente, tallerista y autor afirmó a Infobae que con el fin de año el estrés aumenta, a veces por las imposiciones laborales y a veces por la propia autoexigencia.
“Existe esta ilusión de ‘hay que hacerlo antes de fin de año’ y es así que surgen una serie de demandas: ‘Este trabajo tiene que estar terminado antes de fin de año’ ‘Tenemos que vernos antes de que termine el año’... Todo esto nos carga de exigencias innecesarias que solo producen ansiedad y estrés. Entonces es preciso establecer prioridades sobre qué realmente es necesario hacer y qué no”, dijo Calvo.
Y agregó: “Muchas veces el estrés surge por las fiestas, y esto se convierte en una contradicción en sí misma. Fiesta es algo que se hace para divertirse o celebrar un acontecimiento, si “festejar” me va a dejar de hacer feliz, ya no es fiesta. Y para esto es sano ser sinceros con nosotros mismos, es bueno festejar con quien realmente se desea hacerlo, y si la comida o actividades son un problema, es conveniente dejar de lado protocolos establecidos y comenzar nuevas costumbres adaptadas a las propias necesidades de festejar”.
Por su parte, la doctora María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista especializada en enfermedades psicosomáticas, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA, por sus siglas en inglés) y docente de la Universidad de Buenos Aires, señaló a Infobae que a veces puede surgir cierta melancolía: “Estar triste en las fiestas navideñas es natural, porque uno se conecta con las celebraciones pasadas, con las pérdidas, hasta con las pérdidas de cosas naturales, como la niñez. Uno escucha muchos relatos de personas grandes: ‘Ay, cuando nos juntábamos todos en la casa de la abuela y mamá hacía la comida…’ Todos tenemos esos relatos, esos recuerdos, y es como añoranza del tiempo pasado. Y también surge recordar los que ya no están. A lo mejor mamá ya no está, la abuela tampoco, pero están los hijos, los hijos de los hijos, y es la ley de la vida”.
La experta indicó que hay una gran diferencia entre un estado de tristeza en las fiestas y la depresión. “La tristeza es un sentimiento habitual, normal, que en la sociedad actual tiene mala prensa. Hay que estar siempre ‘pum para arriba’, nada de estar triste. Entonces, generalmente, se rechaza la tristeza y no nos conectamos con el sentimiento que la provoca, que es tan normal como la alegría o el enojo. Es uno de los sentimientos básicos del ser humano. Lo mejor es conectarse con las causas que la provocan porque si uno la rechaza, pueden aparecer los cuadros de depresión. Es importante conectarse con la añoranza, con la tristeza de lo que pasó, con lo perdido, porque eso también nos permite recuperar lo ganado, lo nuevo, lo que sí existe”, indicó Calabrese.
Lorena Germany, psicóloga clínica del Instituto Neurometabólico de Lima, Perú, expresó a Infobae que durante la Navidad y el Año Nuevo se presentan diversas emociones. “A veces recordar en estas fechas a una persona que ya no está, puede generar sentimientos de tristeza, culpa, hasta rabia no dependiendo esto de si las personas están pasando por un duelo. Asimismo, estas fechas también pueden hacen recordar cuán solos podemos sentirnos”.
Ese es otro sentimiento que puede surgir en algunas personas: la soledad. El hecho de que las familias sean cada vez más pequeñas y la vida cotidiana consuma gran parte del tiempo en el trabajo y las responsabilidades, limita los momentos que se pueden pasar con otras personas. Entonces aparece esa sensación de vacío que muchas veces impide disfrutar de las celebracione en plenitud.
La doctora Calabrese explicó que este sentimiento recrudece en las fiestas, “porque en el imaginario está que las festividades hay que pasarlas en familia, y a veces no hay familia, o están lejos, o son personas con las que mejor no encontrarse, o con quien no se desea reunir. Entonces, también hay que ser creativos y ubicarnos en la realidad que nos toca. Bueno, algunos pasarán las fiestas en familia, otros con amigos, otros con su mascota, otros podrán hacer algo por los demás, por ejemplo, participar en grupos de asistencia que llevan alimentos a gente en situación de calle. Es un buen paliativo para la soledad. Porque si estamos solos podemos ayudar a otros y eso hace bien. La solidaridad es un sentimiento placentero que puede contrarrestar esa sensación de invalidez, de estar solos en el mundo, porque existen otros a quienes podemos ayudar”.
Más bondad, más bienestar
Varios estudios han comprobado que las personas altruistas, solidarias, que ayudan a los demás, experimentan una mayor felicidad. También descubrieron que participar en actos de bondad promovía la conexión social, que es un predictor del bienestar y la recuperación de la ansiedad y la depresión.
La encuesta Healthy Minds más reciente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, realizada por Morning Consult entre 2210 adultos desde el 16 al 19 de octubre de 2023, encontró que el 89 % de los encuestados dijo que hacer un acto de bondad a otra persona los hacía sentir significativamente mejor, y el 90% dijo que recibir un acto de bondad también les daba bienestar.
“Cuando nos sentimos estresados o tristes, hacer algo por los demás, por pequeño que sea, mejora nuestro estado de ánimo”, dijo el doctor Petros Levounis, presidente de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA). “Ya sea una respuesta innata que recompensa el comportamiento altruista o un replanteamiento mental que pone positividad en el mundo, hacer algo por otra persona nos hace sentir mejor. Eso es muy útil cuando lidiamos con las complicaciones de la vida”, expresó el experto.
Por otro lado, el doctor Saul Levin, director médico de APA afirmó: “Especialmente ahora que entramos en la temporada navideña, y cuando nos encontramos con tantos graves acontecimientos en las noticias, los pequeños gestos se vuelven significativos para fortalecernos en el día a día”.
Los pequeños actos de bondad podrían incluir, por ejemplo, encontrarse con alguien que está pasando un momento difícil, está deprimido o enfermo; donar bienes, dinero o tiempo a una causa benéfica; ofrecerse a cuidar niños o ayudar con un trabajo a un vecino o amigo; visitar a un anciano para las fiestas; comprar un pequeño regalo para una persona, ser voluntario, etc. Existen muchas actividades para demostrar la bondad y hacer el bien a los demás y a nosotros mismos.
Cómo enfrentar las fiestas con optimismo
La doctora Dunovits sostuvo que primero hay que entender que en diciembre termina el año pero no la vida y que uno debe enfocarse en pensar en el deseo y no en el deber, es decir, “preguntarse ‘qué quiero hacer’ y ‘cómo quiero pasarla’, más que cómo responder a las expectativas o a lo que plantea el discurso imperante, la publicidad o las redes sociales”, destacó la especialista.
Por otra parte, advirtió que es importante entender que la llegada del fin de año es un momento de balance que lleva a recordar duelos, pérdidas y se vuelve necesario transitar esa soledad, permitirse esa tristeza. Sugirió tratar de hacer una valoración positiva del año, identificar objetivos y metas afectivas como también sostener rutinas y hábitos tales como hacer ejercicios, tener una alimentación y vínculos saludables.
“El duelo se transita, no lo tapamos. En el contexto de un discurso tan imperante de psicología positiva, en el que todo tiene que estar bien, es importante poder resaltar que la tristeza no es patológica sino que es una emoción que nos acompaña y está bueno transitarla. La instancia de las fiestas expone las faltas y ausencias”, afirmó Dunovits.
Con respecto a las reuniones, la especialista las definió como momentos donde se exhiben dinámicas vinculares “que vienen de larga data”. “Es importante entender que no hay que resolverlo todo en diciembre, que se puede transitar este momento del año de manera amorosa y positiva y que, luego del 1 de enero, la vida sigue, al igual que nuestros vínculos”, describió Dunovits.
Según el doctor Calvo, conviene además aprender a escucharnos: “Lo que no expresamos con la voz lo dice nuestro cuerpo. Cuando se están sintiendo dolores físicos, musculares, tensión, cefaleas o problemas para conciliar el sueño es bueno hacer un stop. Parar y autoevaluarse, tomarse tiempos para respirar y observar, hacer caminatas o actividad física. Asimismo, tratarnos con menos severidad, concediéndonos la compasión de aceptar lo que podemos y no podemos hacer”.
Según Germany, “En Año Nuevo se pueden presentar sentimientos de angustia y ansiedad porque tendemos a contabilizar aquellos logros que hemos podido realizar, o no. Nos reprochamos, nos criticamos, nos juzgamos y nos comparamos con los demás”.
De acuerdo a Calabrese iniciar un nuevo año es un momento de evaluación, “de replanteo de las cosas que me propuse, si las logré o no. Si no las logré, las podré conseguir al año siguiente, no hay que ser tan severos con nosotros mismos. Para los argentinos es un año complicado porque hubo un cambio de gobierno, eso nos crea mucha incertidumbre, pero hay que tratar de estar tranquilos, esperar cómo se van desarrollando los acontecimientos y ver cuáles herramientas disponemos para estar lo mejor posible”.
Germany dijo que para enfrentar con resiliencia estas fiestas, puede funcionar “hacer una lista de agradecimiento hacia todas las cosas que uno ha ido alcanzando, aprendiendo, e interiorizando este año, por ejemplo: ‘Estoy agradecida porque este año aprendí a organizar mejor mi tiempo, a relacionarme mejor con las personas, comencé a ir a terapia, dejé tales hábitos poco saludables”.
Cuándo consultar
Los expertos dicen que si síntomas no ceden y tienen impacto en nuestras actividades de la vida diaria, debemos acudir a un especialista. “Por ejemplo, cuando nos sentimos cansados la mayor parte del día o dejamos de disfrutar de lo que antes disfrutábamos”, afirmó Dunovits.
Una evaluación integral y un diagnóstico diferencial de cada persona de acuerdo a diferentes variables, a su historia y antecedentes y recursos para enfrentar situaciones complejas, brinda al profesional información para establecer cómo se trabajará con el paciente. “Además de la psicoterapia y terapia farmacológica, se utilizan abordajes como el mindfulness y otros siempre a través de lo interdisciplinario, sobre todo con personas con cuadros patológicos ya instalados, como un trastorno de ansiedad”, explicó la médica del Hospital de Clínicas.
La especialista advirtió que “hay personas que no consultan o prefieren resolver los síntomas con medicaciones no prescriptas, subestimándolos” sin embargo, resulta fundamental que todo uso de psicofármacos sea supervisado por un especialista.
Finalmente, afirmó que actualmente, con un aumento del 30% en los trastornos de ansiedad pospandemia, “es importante que en estos casos se consulte a especialistas en salud mental para buscar el acompañamiento adecuado para cada persona”.